La novela de Irene Padilla aborda la historia de Isabel Riquelme con su padre, Ambrosio O´Higgins y su hijo Bernardo O´Higgins a partir de una serie de cartas. En ellas, Isabel relata su vida hasta que parte al exilio en Perú con Bernardo y su familia.

Una mirada femenina y maternal

En esta novela no hay relatos de guerras, de batallas, de disputas e intrigas políticas. De luchas de poder. El centro no está en las grandes correlaciones de fuerzas, las estrategias. Ellas, como mucho, son un telón de fondo.

Cartas al mar entrega una mirada desde el personaje femenino -de hija, amante y madre-, ese silenciado o dejado en segundo plano. Es una escritura desde los afectos, de los filiales, maternos, paternos, amorosos. Las amistades más allá de los bandos y los conflictos.

Cartas al mar. El secreto amor que cambió la Historia de Chile

El libro parte con una carta de Juan José Sancho a Emilia, su hija. Está fechada el 22 de marzo de 1840, desde Costas de Guinea. En ella explica que le manda las cartas que recibió -y conserva- de Isabel Riquelme, a quién conoció en Mendoza. Cuando los patriotas tuvieron que escapar y refugiarse ahí. Sancho, siendo español, abrazo la causa independentista.

Luego vienen las cartas de Isabel Riquelme a Juan José Sancho. Son cuatro misivas escritas desde Palpal, villa de Chillán, diez desde Santiago y una escrita en Aguas del Pacífico, camino al exilio en Perú. Parten el 15 de noviembre de 1822 y son muy seguidas, hasta el hasta el 30 de enero de 1823, con la caída de O´Higgins. La última carta de Isabel Riquelme es de julio de 1823. Finalmente hay una carta de Emilia a Pedro Demetrio, escrita en Cádiz, en 1842, en la que explica por qué le entrega las cartas de su abuela.

Observaciones y miradas

“Bendita juventud, que todo lo empapa de osadía.” (pp 109)

Uno de los temas que atraviesa el relato, es el de la osadía. El rebelarse ante el -aplastante- orden establecido. El de las reglas morales, de las formalidades, de las diferencias sociales (entre españoles, criollos, mestizos e indígenas), de la opresión Española, de la Iglesia.

“No, mi buen Juan José, te confieso que no me salvé de ninguna guerra. La guerra pasó sobre mí como un mar furioso, cambiándome para siempre.
Del mundo que conocí en mi juventud ya no queda nada más que recuerdos que a nadie importan. Ahora, los sobrevivientes darán vida a una nueva patria.”
(pp 194)

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Otro, por supuesto, es el de la guerra y sus consecuencias. Referidas a las muertes, sufrimientos, ruprura del tejido social, abusos, la brutalidad por parte de ambos bandos. Y los dramáticos efectos en las personas. En su deshumanuzación.

“Con la aurora me perdí en los detalles de esa plaza (Plaza de Armas de Santiago) tan pobre pero altanera.” (pp 191)

Cartas al mar ofrece algunas observaciones finas, que aportan a delinear aspectos culturales que permiten entender mejor el contexto. Y parte de nuestras idiosincrasias. Como la citada sobre la Plaza de Armas, esa anterior a la mediocre plaza actual o la “pueblerina” y afrancesada que hubo antes.

“Aquello que la guerra une, mi amigo, no lo separa nadie ni nada”. (pp 191)

Aunque hay otras que parecen más deseos que verdades. La Guerra Civil de 1891 demostraría, con creces, que la guerra no es garantía de union entre los compañeros de ar-mas.

Aportes y flaquezas

El gran aporte de Cartas al mar es la mirada que entrega. Desde una mujer, hija rebelde, amante transgresora -de un hombre importante, poderoso, que llegó, nada menos, que a ser Virrey del Perú- y madre del “Padre de la Patria”. También porque fue una protagonista central (pero, por ser mujer, invisibilizada), con una posición estratégica. Un personaje que estuvo, desde las sombras, ligada al poder -español y patriótico-, desafiando el orden establecido.

Las flaquezas pueden ir por la necesidad de conciliar la escritura epistolar de la época con un lenguaje contemporáneo, lo que en algunos pasajes no resulta fluido, creíble.

Por otro lado, tampoco resulta del todo verosímil el tipo de confesiones, tan íntimas y personales, que la protagonista realiza. Confesiones realizadas a un hombre a través de cartas. Un riesgo, para ella y su hijo, muy grandes. En especial si caían en manos de sus enemigos (tantos en esa época).

Por ultimo, hay datos que entrega el libro que no calzan con algunos textos de investigación. En este sentido, vuelve el tema del tan discutido límite entre lo histórico y la ficción, lo real y lo fabulado. Si se puede distorsionar la percepcion de los lectores, llevarla a engaño, al poner cosas que no son reales en medio de personajes, hechos y datos reales.

Cartas al mar es un buen ejerciciopara mostrar miradas femeninas, tan necesarias y urgentes, en especial en estos tiempos.

Portada de Cartas al mar
Editorial Planeta Chilena S.A.

Cartas al mar

Irene Padilla
Editorial Planeta Chilena S.A.
Santiago de Chile, mayo de 2022