El tenor Nicolás Vásquez dice que se debe democratizar la ópera y cuenta cómo trabajan para establecer un circuito independiente en Chile.

Por Pablo Asenjo

Próximo a radicarse en Barcelona, España, el tenor Nicolás Vásquez, a sus 30 años, ocupa buena parte de la energía a encabezar en Chile -junto a la soprano Camila Guggiana y el bajo Ignacio Ramírez– el colectivo Lírica Disidente.

Este es un proyecto que ha emergido con fuerza impensada en el medio local, realizando conciertos gratuitos y montajes de envergadura al aire libre, como “Aquí se encajó mi canto”, donde selecciones de Verdi, Mozart, Georges Bizet o Puccini alternan con Víctor Jara. Su objetivo no es menor: quieren democratizar la ópera e instalar un circuito independiente que nunca ha existido en el país.

“Han sido meses de mucha actividad. Durante octubre estrenamos nuestra producción de la ópera ‘L’enfant prodigue’ de Claude Debussy. En conjunto con la orquesta del Colectivo Azul, dimos vida a esta poderosa obra, un hito para la ópera en Chile, siendo el primer estreno con público desde el inicio de la pandemia, todo desde la autogestión. Más de 300 personas pudieron ver esta tremenda producción dirigida musicalmente por Miguel Ángel Castro, con la dirección escénica de Nacho Ramírez y con vestuarios de Valentina Maldonado. Sus funciones fueron con entrada liberada en el Centro Experimental Perrera Arte”, cuenta Nicolás Vásquez.

Ensayo, foto de Samuel Muñoz (c)

-¿Parece que ustedes ya se instalaron en Perrera Arte?

-Perrera Arte configura para Lírica Disidente un espacio lleno de posibilidades, pues es una organización que nos inspira con su historia de resistencia cultural. Hemos sido recibides, como nos gusta decir a nosotres, con los brazos abiertos para realizar los proyectos que han permitido que instalemos nuestro cometido en el medio lírico, pero por sobre todo concretar iniciativas que, sin un espacio físico, hubiesen sido casi imposibles de realizar. El artista visual Antonio Becerro y todo el equipo de Perrera Arte han significado un regalo invaluable para nuestra organización.

-¿A qué te refieres con “nuestro cometido”?

-Como organización nos desenvolvemos en un medio muy precarizado, donde las élites culturales han manoseado las formas en que nos organizamos, fomentando la competencia entre nosotros. Hemos querido mostrar lo que el trabajo colectivo y colaborativo puede lograr, lo que las voluntades generan entre quienes nos hemos cansado de seguir la corriente de un medio que no tiene interés o voluntad para abrir espacios y dar oportunidades. Hemos demostrado que podemos concretar grandes producciones, crear experiencias para las comunidades de nivel profesional y aportar a democratizar el acceso de las personas, sin distinción de clases sociales, a la música y las artes escénicas.

Foto de Víctor Muñoz (c)

-¿Quiénes son estas élites culturales de las que hablas?

-Me refiero en gran medida a los representantes de los grupos económicos que tienen el control sobre los grandes espacios culturales e instituciones de nuestro país: el Teatro Municipal de Santiago, el GAM y el propio Ministerio de las Culturas sin ir muy lejos.

-¿Qué visión tienen sobre el Mincap?

– Definitivamente hablamos de una institución completamente ciega, impotente o desinteresada del medio al que debería representar o fomentar. Vemos que no existe una real voluntad política por superar la concursabilidad, por apoyar la creación o a las organizaciones culturales, que son las que, ante toda adversidad, crean la vida cultural de este territorio. Estamos completamente abandonados, precarizados. Y estamos en la lista de prioridades de ninguna política pública.

-¿Cómo observaron la polémica generada por el lugar de realización de Lollapalooza y las voces que dicen que estos contratiempos lo único que hacen es afectar a la industria cultural que ha sido tan dañada por la pandemia?

– Cuando hablamos de la industria cultural chilena, ¿en qué y en quiénes estamos pensando? Da la impresión que la única visión que existe con respecto a esto y Lollapalooza son las bandas o solistas más reconocidos. Pero realmente ¿podemos decir que, en el extremo caso que no se realizara este evento, las organizaciones de artes escénicas, escritores, escritoras, instrumentistas, cineastas, artistas plásticos, actores, actrices, bailarines, bailarinas, los y las cantantes de ópera y un largo etcétera, nos veremos negativamente afectados?

Aquí lo que realmente importa en un evento importado, con artistas famosos y de las dimensiones de este, es que tenga una buena vinculación con los espacios que utiliza, que contribuya fuertemente al desarrollo de los territorios y sus particularidades. Si hablamos de las molestias que a los y las vecinas les puede generar un evento de estas características, ¿Cuál sería el problema de encontrar un espacio más adecuado si quienes quieren ver a sus artistas irán a cualquier lugar? No podemos decir lo mismo de los cientos de organizaciones que no tenemos visibilidad, ni apoyo de grandes productoras como Lotus; nosotras tenemos que competir.

– Y con respecto a la decisión del concejo de la Municipalidad de Las Condes de quitarle la subvención que entregaban a Santiago a Mil, ¿Qué piensan?

– Para mí esto es otra señal de la inoperancia del Ministerio de las Culturas y la institucionalidad de las culturas en Chile. No puede ser que las iniciativas culturales, digamos Lollapalooza, Santiago a Mil, Puerto Ideas en Viña del Mar, pero digamos también pequeñas ferias de artes gráficas, encuentros de artes escénicas o espacios culturales estén siempre a la deriva. Todas estas iniciativas, de diversa naturaleza y envergadura, deberían tener un apoyo estatal directo, políticas culturales que permitan darles vida y fomentarlas sin tener que pasar por filtros ideológicos o afinidades personales. Hay una evidente crisis institucional en las culturas y las artes, además de un paupérrimo financiamiento que ni siquiera llega al 0,5% del gasto público.

Foto de Víctor Muñoz (c)

-Pero eso tiene ya larga data.

– Efectivamente, por eso creo que estamos presenciando la caída de las élites que nos han llevado a sus contradicciones ideológicas en pos del mercado y el dinero. Todo indica que la asfixia y decadencia de la cultura se debe a los patógenos de esta gente, “productores y gestores culturales” iluminados, trasnochados de una izquierda privilegiada, como si no hubiera otros profesionales en la escena nacional más que ellos y su lamento. Digámoslo: algunos de estos pocos se han hecho ricos, mientras el resto de los artistas y producciones chilenas salva con suerte a puro concurso Fondart. No queda otra, por desgracia es un circulo vicioso ¿Cómo es posible tanta estreches y falta de visión local?

-¿Qué viene ahora con Lírica Disidente?

– Se viene un nuevo hito para la ópera en Chile. Realizaremos el Primer Encuentro Nacional de Ópera Independiente, que busca potenciar toda la cadena productiva de esta disciplina en Chile, con tres campos de acción: charlas de formación de público para la ópera, un encuentro de organizaciones de artes escénicas y una gran escuela de ópera.

Este proyecto podremos realizarlo por habernos adjudicado un Fondart y buscamos crear una institucionalidad para la ópera independiente en Chile. Una casa para las futuras iniciativas, una nueva vida para la ópera en Chile.

Foto de Víctor Muñoz (c)

-¿Dónde se realizará este encuentro?

– Pronto estará toda la información disponible para quienes quieran asistir y conocer más sobre la ópera, vincularse con otras organizaciones de artes escénicas o ver ópera de primerísimo nivel con grandes cantantes nacionales, además de actividades abiertas al público de diversa índole. Quisiéramos aprovechar de agradecer la tremenda disposición de la Fundación Cultural de Santiago, a la Alcaldía Constituyente, a la alcaldesa Irací Hassler y a todo su equipo porque han estado siempre dispuestas a apoyar las iniciativas culturales para que puedan llegar a las comunidades. En este caso también han apoyado el Primer Encuentro Nacional de Ópera Independiente para que el alcance de este hito sea mucho más grande.