Al revés de la reacción que podría generar en el alma de un ser humano la idea de belleza al contemplar pinturas y esculturas, esta propuesta digital parece querer mostrar el impacto que provocan en dichas piezas artísticas los comentarios del heterogéneo público que visita el museo donde se exhiben.

Por Leopoldo Pulgar Ibarra

“Exhibición temporal”, que formó parte del programa Resistencia en Línea de Sidarte, tiene como referencia los diarios de viaje de Stendhal -seudónimo del autor francés Henri-Marie Beyle (1783-1842)- por museos, catedrales y ciudades europeas del siglo XIX, y el denominado Síndrome de Stendhal.

Este concepto clínico alude a las enfermedades psicosomáticas -pánico, desvanecimiento, ritmo cardíaco elevado, vértigo, confusión, temblor- que afectan a ciertas personas durante el ejercicio sublimado de observación de una obra de arte considerada excelsa.

Esto explica que no sean tradicionales los componentes (historia, personajes, etc.) del primer montaje del colectivo interdisciplinario teatral y audiovisual Tiananmén & Co., que dirige Simón Román, sino voces personales y corales invertebradas y anónimas, imágenes de fragmentos de esculturas y pinturas, y una sonoridad que se incrusta también en un perfil general performático.

Un universo múltiple e inasible que busca recrear y revitalizar la siempre elusiva conexión público-obra de arte en una experiencia en que los “habitantes” del Museo Nacional de Bellas Artes están también destinados al confinamiento, en este caso, para siempre.

Exhibición temporal, foto de Alejandro Rivera (c)

Danza de imágenes

Los protagonistas de esta propuesta son las conversaciones parciales y/o entrecruzadas de los visitantes que, con toda su carga emotiva, distanciada, rutinaria o plenamente interesada, adquieren presencia y valor cuando van chocando con los cuerpos esculturales hieráticos, los colores, las formas, las miradas-no-miradas y otras múltiples sugerencias que provee esta danza de imágenes, durante el recorrido por el museo.

En realidad, la propuesta digital no provoca un estado hipnótico en el espectador, incluso, en momentos el paseo podría considerarse formal y rutinario, además de no conectar al público con la pieza completa durante el tiempo que cada uno considere suficiente para que se produzca la experiencia stendhaleana completa y profunda.

Pero, seguro, ese no es el objetivo principal de los creadores de “Exhibición Temporal”: su valor radica en que da al público la ocasión de inferir, deducir, razonar, sentir o interpretar el sentido y la atmósfera de las imágenes e, incluso, intuir el siguiente cuadro que tomará la cámara durante el proceso de filmación.

En este sentido, algunas obras artísticas saltan de golpe al primer plano sensorial y espiritual, otras asaltan las defensas racionales del visitante que nunca terminan de ponerse en un lugar secundario.

Ver el paso de las personas, a través del hueco que deja un brazo en ángulo de una escultura, equivale a asomarse a enfoques que aportan sensaciones desconocidas que ayudan a variar el sentido de la experiencia.

Incluso, al poner frente a frente presencias sin y con vida, surge una duda respecto de cuál es el lugar del ser humano, justo cuando la pregunta es qué se conecta al estar frente a una pintura o escultura.

Y aunque el museo ofrece la posibilidad de ver muchas obras, integrando al visitante a un cuerpo social y cultural, para percibir los detalles y su expresividad se requerirá más tiempo y detenerse para percibir, por ejemplo, la vida-sin vida en las cuencas de ojos sin pupilas o el sentido de enmascarar rostros.

Por el realismo y el rompimiento de la figura pasa la cámara en este audiovisual dibujando el confinamiento esencial de esculturas y pinturas en el museo, una especie de tutorial para enfrentar el confinamiento humano sin perderse en el laberinto de la pandemia.

Exhibición temporal, foto de Alejandro Rivera (c)

En fragmentos

Frontal o lateralmente, a través de distintas visiones y ángulos expresivos, cabezas y cuerpos erguidos, inclinados, planos, formas suaves y rupturas, figuras coloridas, ensambladas o en collage, las obras del Museo Nacional de Bellas Artes en esta ocasión dialogan con las voces humanas, cuya forma y sentido también pueden ser captadas en fragmentos.

¿Es una mujer? No la conozco. El mármol (comentarios-discusión); se está muriendo no será capaz de levantarse del suelo. Son conclusiones, pezón, soldado, desharrapado, hambre.

Voces en off, fragmentos. Humillación, el mundo era otra cosa entonces. Manos de mármol en primer plano. Recuerdos de infancia y escuela. Mostrar una teta. ¿Don Jorge te miró la promesa de teta?

Primero la pena, después la muerte (Imagen de rostro-mujer junto al mármol), un beso entre mujeres, en la mejilla. Sensación de alivio. Personas caminando, cruzan. Lo artificial y lo ficcional.

Diálogo de hombres, inserción de mujeres, voz de la madre superiora. Voy a bailar con el ritmo del mundo. Voz hombre-mujer. Creo en la libertad de mi pobreza, mamá. Soy lacra, mamá.

Mi nombre es hambre. Una bandera que lo diga, tranquilo hijo, una bandera que nos quiera. Si vas a morir tienes que sufrir por eso. Lo cotidiano, la familia, hijos, muebles, necesidad. Rostro de mármol con mascarilla. Cuadro de curas, santurrones, animales, perros. Panorama del Bellas Artes. 
 

Exhibición temporal

Dramaturgia y Dirección: Simón Román
Realización Audiovisual: Alejandro Chaparro
Diseño Sonoro: Magdalena Llanos
Producción y Prensa: Melissa Brandt
Fotografía: Alejandro Rivera
Elenco: Rodolfo Pulgar, Melissa Brandt, Felipe Zambrano, Valentina Parada, Xabier Usabiaga.