Se trata de uno de los fenómenos más naturales del ser humano – y también de los más divertidos, si tienes menos de 8 años. Todos sabemos que cuando tomamos un baño durante varios minutos, la piel de nuestros dedos se contrae, en lo que los niños suelen llamar como tener los “dedos de viejito”.

Hasta ahora todos asumían que era el simple efecto de un exceso de absorción de agua por parte de la piel, sin embargo Mark Changizi, un neurobiólogo evolutivo del laboratorio 2AI en Estados Unidos, ha atraído la atención científica al postular que en realidad se trata de ingenioso mecanismo corporal de defensa.

Según dijo Changizi a revista Nature, los surcos en la piel de los dedos funcionan como las huellas en la goma de los neumáticos: hendiduras que, al oponer una superficie irregular de contacto, tienen un mejor agarre en ambientes húmedos, permitiendo movimientos más ágiles y seguros.

El investigador llegó a esta conclusión revisando estudios que datan de la década de 1930, cuando algunos científicos se percataron de que -curiosamente- si los nervios de los dedos han sido cortados, como en los casos de personas con daño al sistema nervioso, los surcos de la piel no se forman.

Posteriormente, en un estudio titulado Cerebro, Comportamiento y Evolución, Changizi publicó los resultados de se análisis de 28 tipos de dedos que habían pasado largo tiempo en un ambiente húmedo, encontrando en todos ellos el mismo patrón: surcos largos y sin conexión, que se extienden desde la punta a la base de la falange.

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La teoría ha causado controversía en otros estudiosos. El ingeniero biomecánico de la Universidad de Columbia, Xi Chen, calificó la explicación como “injustificada”, añadiendo que el fenómeno ocurre simplemente por la contracción de los vasos sanguíneos al ser sumergidos en agua caliente, así como el encogimiento de la epidermis respecto de los tejidos interiores.

Una perspectiva que el neurocirujano del Chang Gung Memorial Hospital de Kaohsiung en Taiwan, Ching-Hua Hsieh, no comparte. El médico explica que la piel de los dedos se recoge aún en agua fría, y que los surcos no se forman cuando el flujo de sangre ha sido suspendido, todos efectos acorde a la teoría de Changizi.

Ahora, el equipo se propone comprobar si otros primates poseen la misma condición, y sobre todo, verificar si los surcos de los dedos efectivamente ayudan a obtener un mejor agarre en condiciones húmedas.

“Ya comenzamos algunos experimentos piloto y los datos que hemos recabado nos sugieren que, efectivamente, son de ayuda”, sentenció Changizi.