Durante décadas expertos han analizado la forma de crianza de los padres, y en la época actual se ha vuelto un tema más que interesante. Y es que según algunos profesionales, existe una realidad innegable que pocos han notado: el hiperparentismo.

Este concepto postula que los niños no están experimentando la vida por su cuenta hasta que ya son demasiado grandes para aprender a hacerlo correctamente.

Francesco Tonucci, pedagogo italiano, asegura que parte de culpa de las adolescencias explosivas es por esas infancias excesivamente vigiladas. Y da un ejemplo concreto, la obligación que sienten los padres por tener a los niños ocupados el 100 % de la semana y que así nunca pasen tiempo solos ni aburridos.

Lo cierto es que dejar que “que se aburran” resulta beneficioso para su crecimiento, pues les permite desarrollar su creatividad, afrontar problemas y ser independientes.

Otra visión que ha generado resquemor entre los padres modernos es la de Tim Elmore, popular escritor norteamericano, formador y especialista en educación, quien asegura que “arriesgamos muy poco, ayudamos muy rápido, elogiamos con mucha facilidad y premiamos lo mínimo”.

¿Cómo se ve esto desde el hiperparentismo?

Emore explica que esta es una generación en la que la seguridad es tan prioritaria que no se quiere que los niños asuman ningún riesgo.

“A veces me da la impresión de que su edad biológica es normal, pero la emocional es menor, porque nunca se les ha permitido fracasar, que es cuando se aprende”, asegura.

Y agrega: “Muy relacionado con lo anterior es que los padres siempre están rescatando a sus hijos. Van a negociar notas, hablan con el profesor, a veces incluso cuando ya están en la universidad. Tenemos que dejar de rescatar tanto y dejar que crezcan y negocien por sí mismos”.

El profesor señala que, en la búsqueda de construir autoestima en los pequeños, los padres pierden el norte y los felicitan por todo lo que hacen, en vez de ayudarles a entender que mucho de lo que realizan es su labor y no más que eso. Esto se acompaña de un exceso de premios, lo que los hace creer que sólo por estar ahí, serán destacados por otros. Y, cuando eso no sucede, comienza la frustración y la confusión.

En contrapunto está la experiencia de quienes trabajan en la formación de niños a través de plataformas digitales virtuales, donde la interacción entre éstos y la tecnología no requiere del apoyo de los padres, por el contrario, es clave que ellos hagan todo solos, aunque les cueste.

Es el caso de Smartick.com, que enseña matemáticas, lógica y programación, cuya metodología se basa en que los escolares trabajen por su cuenta.

“Los niños así lo entienden y se lo exigen a sus papás. No se asustan ni tratan de darle la vuelta al proceso. Sabemos que, dada la oportunidad, los chicos saben lo que tienen que hacer y lo resuelven. Nuestros alumnos, en más de 100 países del mundo, pertenecen a la generación Z y sabemos que aprenden experimentando, desde la metacognición, que es el uso del pensamiento para analizar sus propios procesos”, detalla Javier Arroyo, creador de Smartick.com