Elegir una crema para el rostro puede llegar a ser abrumador. La verdad es que en el mercado existe una gama tan amplia de estos productos que muchas veces los clientes simplemente no saben cuál elegir.

La textura, los ingredientes y especialmente el precio son elementos que pueden confundir a cualquiera, y es ahí donde la orientación y la investigacióm cobra un rol relevante.

Actualmente en tiendas, farmacias y supermercados podemos encontrar cremas que van desde los 2 mil pesos hasta algunas que bordean el millón de pesos o más. ¿Pero el precio realmente garantiza un mejor efecto?

“El valor de un producto no necesariamente tiene que ver con efectividad”, explicó Robinson Guerrero, dermatólogo y académico Escuela de Medicina Finis Terrae. “El precio elevado se relaciona más bien con el gasto de la publicidad asociada y con el tipo de base de crema y los perfumes asociados, sin embargo los principios activos eficientes (el real medicamento de las cremas) pueden ser similares en las cremas de menor valor”, añadió.

El especialista pone como ejemplo, las cremas cosméticas antiacné tradicionales que usualmente son caras, “pero también se pueden lograr los efectos terapéuticos al adquirir cremas magistrales o prepararlas en farmacias por receta de un dermatólogo”.

De hecho, es común que los usuarios asuman que al invertir una cantidad considerable en un producto, este cuente con ingredientes de mejor calidad o tecnología más sofisticada en su elaboración, sin embargo, esto no siempre es el caso.

Así lo confirmó al portal Byrdie, Joyce de Lemos, química cosmética de una importante marca de belleza. “No tenemos ningún problema en tomar una fórmula asombrosa y sacar las partes más caras, como los ingredientes patentados o el aroma característico, y luego volver a empaquetarla para obtener un producto más barato”, aseguró.

Vehículo versus principio activo

La dermatóloga de la clínica Las Condes Patricia Apt, añade otro elemento importante de destacar entre esta batalla de cremas. “En términos dermatológicos tenemos que saber que todas las cremas tienen dos componentes: uno que es el vehículo y el otro el compuesto activo”, explicó a BioBioChile.

“Con el compuesto activo me refiero a si tendrá retinol, vitamina C, ácido hialurónico, etc. Obviamente la calidad y la concentración de estos puede tener un rol importante en el precio”, explicó.

“Si nos vamos al vehículo, que es donde van estos principios y que pueden ser cremas, serums, una crema más grasosa, etc, esto va a tener una calidad que hará variar el valor”, dijo.

Eso sí, la especialista especula que probablemente el vehículo que utiliza una empresa para dos marcas diferentes, deben ser muy similares pues de partida ambas deben ser aprobadas por el Instituto de Salud Pública y “no creo que arriesguen a la población a tener alergia”.

No obstante, Apt también advirtió que las líneas dermatológicas conocidas, creadas principalmente para pieles atópicas y personas con alergias, pieles sensibles u otras, gastan e invierten más en investigación y testeos precisamente para que este tipo de pacientes las toleren.

“Yo creo que si una persona que no es alérgica quiere comprarse una crema, puede ir a la farmacia y comprar lo que mejor estime, pero si un paciente es alérgico, tiene acné, rosácea o tiene una enfermedad a la piel, yo creo que de todas maneras debería ir al demartólogo porque tiene un riesgo mucho mayor de irritarse y que al final la crema le haga mucho peor”, aconsejó.

Serum, ¿sí o no?

En el último tiempo los sueros o serum se han puedo de moda y la mayoría de las marcas los han incluido en sus líneas. Pero ¿valen la pena?

“Son solo una variable cosmética que se aplica más fácil y se absorbe mejor, pero no necesariamente tienen un mayor efecto”, explicó Guerrero.

Por su parte, Apt añadió que “son sólo un vehículo, no tiene nada que ver con el principio activo”. “El serum es un vehículo ligero acuoso que permite absorberse más y permite que los principios activos tengan una mayor concentración en una menor cantidad”, sentenció.

¿Cómo elegir?

Como dijimos el mercado ofrece una gran cantidad de productos, y si una persona con piel sana desea comprar una crema, lo primero que debe hacer es identificar qué tipo de piel tiene para así elegir el “vehículo” que más le convenga.

“Por ejemplo, si una persona tiene una piel seca, debería ser un vehículo grasoso; si es una piel grasosa, un vehículo fluido o serum, un producto bien ligero; y sobre el compuesto activo, si confían en la marca, pueden buscar vitamina C, ácido hialurónico, ácido glicolico, antioxidante, según lo que quieran lograr”, aconsejó la dermatóloga de clínica Las Condes.

“(También es bueno elegir) cremas de día con protección solar y crema de noche más hidratante, y ojalá puedan invertir en algo de limpieza”, agregó.

Por su parte, Lemos pone su propia experiencia para elegir. “Para mí, como consumidora, busco evidencia de que un producto funciona. Si miro una marca como Murad, Perricone MD o SkinMedica que realmente se esfuerza por crear pruebas clínicas y me muestra evidencia de que su producto realmente funciona, entonces al menos sé que estoy comprando algo que la compañía puso dinero para probar”, dijo.

La recomendación de todos los expertos es que antes de invertir, lo mejor es tomarse el tiempo de investigar el producto y la marca, y ver si ha realizado algún estudio o puede proporcionar estadísticas que respalden sus promesas.

Claramente marcas de bajo costo no cuentan con fondos para realizar estudios y es ahí cuando es importante que cada consumidor tenga conocimientos de lo que su piel requiere y aprender a leer una lista de ingredientes.

Por ejemplo, la lista de ingredientes siempre se muestra en el orden de la cantidad presente en el producto hasta el 1%. “Busque ingredientes probados y verdaderos que funcionen”, aconsejó Lemos.

“La conclusión es que las personas deben simplemente anotar los ingredientes principales del producto que están comprando, investigar y buscar pruebas de que funciona”, cerró.