La mirada de las mil yardas tiene un origen triste, en base a la ilustración de un dibujante que reflejó a través de una mirada los horrores de la guerra.

Las consecuencias de experiencias traumáticas se pueden reconocer en diversos síntomas, pero uno de los más latentes es la “mirada de las mil yardas”.

Hay historia detrás de este nombre, que se le denomina a una forma específica de mirar, una forma que refleja un cruel y triste momento.

Forma parte de un trastorno, el de estrés post traumático, que sufren personas que pasan por situaciones complejas.

Un ilustrador fue quien por primera vez acuñó este término, luego de su paso como corresponsal de guerra, donde descubrió lo que realmente generan estos conflictos a través de esta particular mirada.

La mirada de las mil yardas

Thomas Lea fue un ilustrador que trabajó como dibujante y corresponsal de guerra, para llevar a la revista Life lo que vivían los soldados americanos que estaban en distintos conflictos armados.

Así fue como el corresponsal pasó por distintos lugares desde 1941, cuando se le encomendó por primera vez la tarea de retratar qué ocurría con los soldados mientras estaban en guerra.

Visitó lugares como China, Gran Bretaña, Italia, India, África del Norte, Atlántico norte, Medio Oriente y el Pacífico, consignó el diario argentino El Clarín.

Estuvo en situaciones tan complejas como el hundimiento del barco americano USS Wasp, aunque fue una situación en especial la que lo llevó a ser conocido a nivel mundial.

Mientras participaba de la cobertura al combate de la Armada de los Estados Unidos, en la invasión a la isla de Peleliu, realizó su ilustración más famosa.

Se trata de “That 2000 Yard Stare” o “La mirada de las 2000 yardas”, una obra que mostraría al mundo los horrores de la guerra a través de los ojos de sus protagonistas.

Una mirada perturbada

La obra más famosa de Lea refleja la sensación de quienes pasaron por la dura experiencia de la guerra, como ver morir a tus compañeros o los del otro bando.

Según menciona Guioteca, el ilustrador señaló: “Mi trabajo allí consistió en tratar de evitar que me mataran y de memorizar lo que vi y sentí”.

El cambio en la mirada de Eugen Stepanovich Kobytev  tras 4 años de guerra.
El cambio en la mirada de Eugen Stepanovich Kobytev tras 4 años de guerra.

Así fue como interpretó la “mirada de las mil yardas” con los ojos de un soldado norteamericano, un “marine”, que reflejaba abatimiento, angustia, vacío y estaba completamente desencajada.

Los ojos abiertos al máximo se interpretan como una consecuencia del estrés postraumático que viven los soldados luego de vivir la crueldad de la guerra, donde la muerte del resto es sólo una de las atrocidades que deben experimentar.

El autor usó la descripción de la pintura para poner en palabras la sensación en plena guerra, indicando: “Dejó los Estados Unidos hace 31 meses. Fue herido en su primera campaña. Sufre enfermedades tropicales. Por la noche apenas duerme y por la mañana saca a japoneses de agujeros”.

Añadió en el relato: “Dos tercios de su compañía ha muerto o están heridos. Volverán a atacar por la mañana. ¿Hasta qué punto puede aguantar un ser humano?”.

De un cuadro a una frase

Desde la ilustración que realizó Thomas Lea se acuñó la frase “Thousand-yard stare” o la mirada de las 1000 yardas, para reflejar esa mirada inerte que mantienen los soldados una vez que pasan por conflictos bélicos.

Una frase que se originó en la Primera Guerra Mundial, pero que se popularizó para la Segunda Guerra Mundial, retratando los ojos que parecieran que se enfocan en algo cercano, pero es como si miraran algo muy lejano.

Especialistas la definen como un síntoma típico de víctimas que sucumbieron a una experiencia traumática, “debido a la disociación o distanciamiento de la realidad provocada por la misma”, apuntó Guioteca.

El medio añade: “Un síntoma de angustia psicológica grave que, no obstante, puede ocurrir en cualquier circunstancia y lugar, pues no solo es aplicable a los soldados o el contexto militar”.

Por eso que también existen imágenes de niños con esta mirada perdida, después de haber vivido eventos traumáticos en los que perdieron esa inocencia ante la atrocidad del mundo.