Una rara carta escrita por el cirujano irlandés Barry Edward O’Meara, que trataba a Napoleón Bonaparte, revela en detalle las dolencias agonizantes del gobernante antes de su muerte en 1821 en Longwood, en la Isla Santa Elena.

En la carta de 1818, O’Meara describe la “mala salud” de Napoleón, en donde describe los “graves sufrimientos corporales” del estadista francés, que incluían dolor de cabeza, dolor en el costado derecho, fiebre “considerable”, pulso acelerado y “ansiedad y opresión general” durante su exilio en Santa Elena, informó CNN.

Dolor de muelas insoportable

La carta, que recientemente se vendió en una subasta por 2.000 dólares, revela, entre otras, que O’Meara se vio obligado a extraer uno de los dientes superiores izquierdos de Bonaparte después de un dolor de muelas insoportable.

Según historiadores, el emperador y el doctor eran amigos. O’Meara era un cirujano principal del HMS Bellerophon de la Marina Real Británica cuando Napoleón se rindió en 1815 después de ser derrotado en la batalla de Waterloo.

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“Crisis de naturaleza seria”

“Encontré a [Napoleón] trabajando bajo un considerable grado de fiebre, su rostro mostraba ansiedad y era evidentemente el de un hombre que estaba experimentando severos sufrimientos corporales”, observó O’Meara.

Añadió que sus síntomas incluían “un gran aumento del dolor en el lado derecho, un dolor de cabeza desgarrador, ansiedad y opresión general, piel caliente y seca, pulso acelerado”, todo lo cual señalaba una “crisis de naturaleza seria”.

¿Muerte por envenenamiento con arsénico?

Según reporta The Smithsonian Magazine, O’Meara desató el rumor inicial de que el emperador había muerto por envenenamiento con arsénico, una teoría que persiste pero que muchos consideran infundada. En 1818, según recoge la revista británica History Extra, O’Meara afirmó que el gobernador británico de Santa Elena, Sir Hudson Lowe, le había ordenado “acortar la vida de Napoleón”.

Según la revista especializada, Lowe despidió al médico y lo reemplazó por otro después de que O’Meara lanzara las acusaciones. Pero O’Meara continuó defendiendo su teoría y, en 1822, incluso publicó un libro detallando la supuesta conspiración.

Hoy en día, la explicación más aceptada sostiene que Napoleón tuvo una muerte lenta y dolorosa debido a un cáncer de estómago, un veredicto acordado por los siete médicos que asistieron a su autopsia de 1921. En 2007, un equipo de investigadores informó que el emperador probablemente murió de una hemorragia gastrointestinal causada por un cáncer de estómago no tratado.