Las mujeres afganas eran pocas este martes en las calles de Kabul y los hombres habían cambiado sus ropas occidentales por el holgado atuendo tradicional afgano. El recelo y el miedo se respiran en un Afganistán bajo un nuevo régimen talibán.

Dos días después del regreso de los talibanes al poder, la vida cotidiana se reactivaba en la capital afgana y algunos se aventuraron a salir de sus casas, pero con mucha cautela.

Al parecer, por precaución, la gente empezó a cambiar sus hábitos, anticipando una vuelta al mismo tipo de régimen fundamentalista que conocieron en el gobierno talibán de 1996 a 2001. “El miedo está ahí”, dijo el encargado de una tienda de comestibles, bajo anonimato.

Los juegos, la música, las fotografías y la televisión estaban entonces prohibidos. A los ladrones se les cortaban las manos, los asesinos eran ejecutados en público y se mataba a los homosexuales.

Las mujeres afganas tenían prohibido trabajar y salir sin un acompañante masculino. Aquellas acusadas de adulterio eran azotadas y apedreadas hasta la muerte. Las niñas no podían ir a la escuela.

Los hombres debían llevar una larga barba, asistir a la oración bajo pena de ser azotados y tenían que vestir el atuendo tradicional, el shalwar kameez. El Ministerio para la Promoción de la Virtud y la Supresión del Vicio hacía reinar el terror.

No había señales este martes de que los talibanes impondrán la misma versión ultra rigurosa de la ley islámica que hace 20 años, pero nadie parecía dispuesto a correr el riesgo.

Patrullando las calles

“Los talibanes patrullan la ciudad en pequeños convoyes. No molestan a nadie, pero por supuesto la gente tiene miedo”, declaró el martes a la AFP un comerciante en Kabul.

La televisión estatal emite ahora principalmente programas islámicos pregrabados.

Tolo TV, el primer canal privado del país, que ha tenido mucho éxito en las dos últimas décadas con sus programas de juegos, telenovelas y concursos de talentos, dejó de emitir sus programas habituales para dar paso a una serie turca sobre el Imperio Otomano.

Sin embargo, emitió un telediario en el cual una presentadora entrevista a un responsable talibán.

Este martes, los talibanes anunciaron una amnistía general para todos los funcionarios estatales y les pidieron volver a sus trabajos con confianza.

Patrullas talibanas en Afganistán
AFP

Los policías encargados del tráfico en la capital reaparecieron en las calles, pero el movimiento no era tan intenso como el normal.

Un portavoz de los insurgentes, Suhail Shaheen, dijo el lunes por la noche que las mujeres afganas no deben temer: “Su derecho a la educación también está protegido”.

Sin embargo, los talibanes siguen siendo imprecisos sobre cómo pretenden gobernar Afganistán.

Su comportamiento en las calles este martes variaba. “Algunos son amables y no dan ningún problema. Pero otros son duros (…), te empujan y te gritan sin razón”, dijo un hombre que intentaba llegar a su oficina, pasando un puesto de control talibán.

Mujeres afganas no creen en los “nuevos talibanes”

Pese a que los talibanes han multiplicado los “gestos tranquilizadores” y prometen que no violarán los derechos humanos, pocos creen que esto sea cierto.

En general los habitantes de Kabul tienen miedo, pero sobre todo las mujeres, que en su mayoría no se arriesgan a salir a las calles. Diversos testimonios son prueba de ese terror. Varias activistas afganas ya denuncian que los talibanes han empezado a ir casa por casa buscándolas y que en ciudades como Herat, previamente conquistadas, ya no permiten la educación de las niñas.

Los talibanes han intentado mostrar a la comunidad internacional una actitud más reposada, asegurando que no dañarán a nadie, que no se vengarán y que los han perdonado a todos.

Entrevistado por RFI, José Miguel Calvillo, doctor en Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid, afirma que se trata de una estrategia muy poco creíble.

“Los talibanes están siguiendo una clara estrategia de cara al exterior para poder vender una imagen más diplomática de lo que va a ser el movimiento talibán a partir de ahora. Yo desconfío mucho de esta estrategia que claramente va dirigida a la comunidad internacional para poder seguir manteniendo la canalización de fondos económicos hacia Afganistán”, indicó el académico.

mujer recorre calle de Kabul
Sajjad Hussain | AFP

Pocos creen que los talibanes vayan a respetar los derechos adquiridos por las mujeres en las dos últimas décadas. El grupo fundamentalista gobernó el país durante cinco años, hasta la invasión liderada por Estados Unidos en 2001.

Durante ese tiempo, prohibió la educación de las niñas y el derecho al trabajo de las mujeres, y se negó incluso a que viajaran fuera de sus casas sin que un familiar masculino las acompañara. Los talibanes también llevaban a cabo ejecuciones públicas y apedreaban a las mujeres acusadas de adulterio.

En localidades tomadas por los talibanes en las jornadas previas, las restricciones a las mujeres ya comenzaron y una muestra de ello son algunos testimonios aparecidos en redes sociales.

“Quiero volverme invisible y esconderme del mundo”, escribió en Twitter Rada Akbar, pintora y fotógrafa. Mientras que Aisha Khurram, quien representa a la juventud afgana ante la ONU, ve cómo sus sueños se derrumban.