La pequeña Habana en Miami se ha vuelto el sueño de los que se aventuraron en un viaje de pesadilla y sobrevivieron para vivir en ese mini paraje cubano, lejos del comunismo y los problemas económicos.

“Casi lo mejor de la vida”, respondió en una frase apurada el encargado de limpiar los baños del restaurante, uno de los cuales que se ha convertido en refugio simbólico y patriótico.

Se va pronto porque debe seguir la jornada mientras turistas estadounidenses y extranjeros se deleitan con la atracción principal y con la guapachosa intervención de una buenamoza cantante, también cubana exiliada.

La atracción principal: un confort con la cara de Fidel

BioBioChile tuvo acceso antes de que el coronavirus paralizara el 2020, a uno de los pub-restaurantes más reconocidos en Miami. Justo donde todo cubano que usó al Atlántico estadounidense para escapar, contempla ahora mar afuera una parte de su cultura e idiosincrasia.

Se trata de un papel confort con la cara de Fidel Castro. Resulta que desde la muerte del dictador cubano, la idea se vendió con la misma rapidez que los rollos de papel higiénico en las crisis o pandemias, incluso pese a su precio equivalente a 10 mil pesos chilenos. Y 3 años después sigue resultando cautivante, ya que la primera impresión de los visitantes al pub-restaurante es detenerse a contemplar la gigantesca vitrina en la que se exhibe, muy bien custodiada, el ejemplar que, además de sacar sonrisa, saca decenas de fotografías por visita.

¿Qué opinas?, preguntó BioBioChile a un estadounidense que visitaba Miami, desde Colorado.
Hilarious! (para la risa), respondió. Viendo de reojo a quien buscaba su reacción, porque estaba más que concentrado fotografiando el momento para registrar su visita.

Es todo un gancho motivacional para propios y extraños a un régimen mundialmente conocido.

El staff de garzones concuerda con eso. Varios son cubanos de nacimiento y consideran que se trata de un elemento importante del restaurante. Un momento de entretención visual a partir de un rostro que, irónicamente, es reconocido por razones adversamente históricas.

“La gente se gasta un buen tiempo en tomar fotos. Cuidado, porque la comida se te enfría, les recordamos a algunos”, cuenta entre risas uno de ellos.

Paola Alemán / BioBioChile
Paola Alemán / BioBioChile

Son muy amables pese a lo que les ha tocado vivir en el trayecto al sueño americano.

“Tengo 3 meses de estar acá”, aseguró la cantante del grupo que ponía ritmo a la noche con música guapachosa, como la que solo el Caribe sabe aportar. Se había acercado a la mesa de periodistas provenientes desde varias partes de Latinoamérica, que aplaudían su show.

Al preguntarle si procedía de Cuba, asintió. Luego se disculpó para seguir saludando, mesa por mesa, a los asistentes. Ahora, se debía a su público, dejando atrás, como otros de sus connacionales, una profesión, una familia, en fin, una vida.

No solo el papel confort de Fidel es lo peculiar en los restaurantes de la pequeña Habana. Se encargan también de recordar el talento que la isla parió con una especie de museo o exposición fotográfica. Celia Cruz, la exiliada cubana por excelencia, es de las más lucidas, dada la leyenda musical que dejó tras su muerte.

Paola Alemán / BioBioChile
Paola Alemán / BioBioChile

De la pobreza y la balsa, al Miami de las limusinas

Recorrer de noche la pequeña Habana es escuchar una serie de acentos latinos, en mayor cuantía que el estadounidense.

El de los cubanos está entre los que más suenan al oído del visitante. Su peculiar forma y su calidez los lleva a ser hospitalarios desde sus trabajos.

Dejar atrás Cuba, los ha dejado ver el esplendor de Miami Beach, el puerto elegido por la fuerza al que se llega de forma ilegal, ya sea en barco o balsa en al menos 10 horas y 45 minutos. La distancia es de unos 374 kilómetros, algo menor a la que separa a Santiago de Chillán, pero a través de un mar no pocas veces embravecido e incierto.

Sin embargo tras sortear el enorme océano, quienes han conseguido tocar tierra y refugiarse en las similitudes culturales ofrecidas por la pequeña Habana, se han encontrado con escenas muy diferentes a las de su natal isla.

Rumba todos los días de la semana. Restaurantes abiertos de lunes a domingo (hasta antes de la pandemia) y turistas o locales aprovechando los recursos que el comunismo no se da el lujo de permitir a los no políticos. Las limusinas son una estampa constante de los que acompañan su noche de parranda o carrete. Es otro mundo para quienes han salido por obligadas razones de su país. Parte de eso que llaman “El sueño americano”.

Según el periódico local TheNewHerald, en el condado de MiamiDade, uno de los 67 ubicados en Florida, viven al menos 700 mil cubanos.

Nuevo Herald / Miami
Nuevo Herald / Miami

Concepción, en Chile y no Miami

Victor Varela vive desde hace varios años en Concepción, Chile. Constantemente, para quienes lo siguen de cerca, sus redes sociales son el pequeño tributo a su isla querida.

Se dedica al arte y como educador a orientar a las nuevas generaciones.

A 6.995 kilómetros que separan a Miami del gran Concepción, reacciona a lo que viven sus connancionales en la pequeña Habana. Sabe que muchos de ellos no tuvieron otra opción. La economía del cubano es el talón de Aquiles de un país que tiene un ejército de profesionales, reconocidos en casi todo el mundo.

Cuando le comentamos desde la redacción de BioBioChile lo del papel confort de Fidel, no tardó en reaccionar a esa descarga gráfica emocional.

“Sí se sabe que Fidel fue un utópico, pero a todos se le olvida que, a pesar de los problemas económicos que vivimos en Cuba, nos creó un carácter de supervivencia, de lucha, de no bajar los brazos. Aunque el socialismo cubano fue crítico, nos ayudó, nos dio una estirpe que nos hace sobresalir por encima de algunos. Sin contar que muchas de estas personas que emigran, el 75% son profesionales y viven de eso”, asegura Varela, quien trata de buscar el lado productivo a la situación que han vivido en Cuba, algo que recuerda al positivismo venezolano, no solo en Chile sino en otras sociedades de acogida.

Granma / Cuba
Granma / Cuba

Cubanos como Varela ven en la necesidad de emigrar por problemas económicos el fracaso de lo que llama utopía socialista de Fidel. Esa, a su juicio, es la base que motiva a sus connacionales a fomentarle el miedo a una dictadura.

“Pero la educación y la salud que tiene el cubano es envidiable. Claro, en Cuba no se ve, porque todos somos iguales. Pero cuando vienes a Chile y ves que un directivo de una empresa no sabe hablar inglés y su conocimiento tecnológico es básico, te das cuenta entonces que hay cosas buenas en la utopía socialista”, concluye.

Se trata de prismas. De puntos de vista de los que han vivido en carne propia el socialismo cubano o el venezolano.

Al otro lado del mundo, convertido en taxista que cubre la ruta del aeropuerto de Miami y la zona más turística de Miami Beach, José dejó atrás la difícil situación que vivió en Caracas, para olvidar la pesadilla e instalarse en el sueño americano.

“No es fácil”, reconoce, mientras pregunta cómo son tratados los venezolanos en Chile.

Una tarjeta de presentación de su emprendimiento con el que instala pantries (alacenas) y otros muebles de madera es la prueba de otro venezolano, que como los cubanos, empezó de cero en Miami o donde sea que hayan escapado de un régimen opresivo.

“A nosotros nos obligan a huir, a dejar nuestra profesión. A resurgir. Parece que nos preparan para un día ponernos a prueba. Yo he escuchado que en Chile tratan bien a mis compatriotas. En Perú, un amigo dice que no tanto. Pero yo creo que a donde uno llegue, debe ser agradecido y trabajador”.

Cubanos, venezolanos o de la nacionalidad que sea, refugiándose en Miami o en Chile, esos migrantes tienen un común denominador: la esperanza de resurgir en un país de acogida, teniendo presente los símbolos o figuras que los llevaron hasta ahí, con o sin profesión de por medio.

Cuballama / balseros a Miami
Cuballama / balseros a Miami