Para poder entender la gravedad de las variantes del coronavirus, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), han categorizado estas mutaciones en tres.

Se trata de las variantes de “preocupación”, de “interés” y de “alta consecuencia”, las cuales se definen de acuerdo a su nivel de transmisibilidad y resistencia a tratamientos o vacunas.

Según explica el sitio del CDC, “una variante tiene una o más mutaciones que la diferencian de otras variantes en circulación. Como era de esperar, se han documentado múltiples variantes de SARS-CoV-2 en todo el mundo a lo largo de esta pandemia”.

No obstante, los especialistas sugieren que esta categorización es funcional para las variantes, pero están sujetos a cambios dependiendo de los niveles de virulencia de cada cepa, pudiendo subir o bajar de nivel dependiendo de los casos.

Actualmente, las variantes consideradas de “preocupación” se encuentran la Alfa, Beta, Gamma y Deltas, mientras que en las de “interés” encontramos las Epsilon, Zeta, Eta, Theta, Iota, Kappa y Lambda.

Por el momento no se han registrado variantes dentro de la categoría de “alta consecuencia” entre las diferentes mutaciones del coronavirus.

Variante de “interés” (VOI)

Este tipo de variante contiene marcadores específicos asociados a la genética del virus, “con cambios en la unión del receptor, neutralización reducida por anticuerpos generados contra infecciones o vacunas previas, eficacia reducida de los tratamientos, impacto diagnóstico potencial o aumento previsto de la transmisibilidad o la gravedad de la enfermedad”.

Entre sus características principales, las variantes de interés suelen tener:

1. Marcadores genéticos específicos que dirán sí afectarán la transmisión, el diagnóstico, las terapias o el escape inmunológico.

2. Evidencia de que es la causa de una mayor proporción de casos o grupos de brotes únicos.

3. Prevalencia o expansión limitada en ciertos países.

A su vez, se relaciona con otros impactos epidemiológicos que pueden sugerir un riesgo emergente para la salud pública mundial. No obstante, según la OMS, se puede reclasificar una variante de interés que “haya demostrado de manera concluyente que ya no representa un riesgo agregado importante para la salud pública mundial en comparación con otras variantes circulantes del SARS-CoV-2”.

Variantes de Interés actuales | OMS

Variante de “preocupación” (VOC)

Se considera de “preocupación” una variante de la cual existe evidencia de un aumento de la transmisibilidad, enfermedad más grave como registro de mayor hospitalizaciones o muerte, reducción significativa de la neutralización por anticuerpos generados durante una infección o vacunación previa, eficacia reducida de tratamientos o vacunas o fallas en la detección del diagnóstico.

Entre sus características principales, las variantes de preocupación suelen tener:

1. Evidencia de impacto en diagnósticos, tratamientos o vacunas (Evidencia de una disminución significativa de la neutralización por anticuerpos generados durante una infección o vacunación previa y de una protección reducida inducida por la vacuna contra la enfermedad grave).

2. Evidencia de una mayor transmisibilidad (afectando a mayor parte de la población).

3. Evidencia de una mayor gravedad de la enfermedad (aumento en casos de muerte).

Al igual que con las variantes de interés, las de preocupación pueden ser reclasificadas, sujeto a los cambios en niveles de contagio, transmisibilidad y causa de hospitalizaciones y muertes en diferentes regiones del mundo.

Variantes de Preocupación actuales | OMS

Variante de “alta consecuencia”

Por el momento, no se ha registrado ninguna variante de “alta consecuencia” en ninguna parte del mundo, pero en su definición significa que tiene una clara evidencia de que las medidas de prevención o las contramedidas médicas (MCM) han reducido significativamente la eficacia en relación con las variantes que circulaban anteriormente.

Entre sus características principales, las variantes de alta consecuencia suelen tener:

1. Evidencia que sugiere una reducción significativa en la efectividad de la vacuna, un número desproporcionadamente alto de casos de avance de la vacuna o una protección muy baja inducida por la vacuna contra la enfermedad grave.

2. Fallo de diagnóstico demostrado.

3. Enfermedad clínica más grave y aumento de las hospitalizaciones.

Frente a una variante que represente este riesgo, se deberán evaluar todas las medidas sanitarias existentes para poder combatirla, según explica el CDC.