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Chile aún no entiende a los niños con altas capacidades

11 marzo 2025 | 10:12

Estimado director:

Tengo un hijo que lee desde los dos años y medio, que juega con números y raíces cuadradas desde los tres años y que toca piano desde que tengo memoria. Me habla de astronomía, de teoría de cuerdas, de química, del círculo de quintas y tiene oído absoluto: cada sonido de la calle lo traduce en alguna altura y nota de manera eficiente.

Mi hijo tiene 7 años y es parte de ese 15 a 20% de niños/as identificados – o no – con alta capacidad o AC.

El martes 4 de marzo se dialogó en la Cámara de Diputados sobre el proyecto de alta capacidad, sobre las posibilidades de legislar y de aprovechar la actualización de decretos (83 y 170) para que las familias y profesores tengamos alguna herramienta para atender inclusivamente a nuestros hijos/as y estudiantes.

¿Por qué es importante insistir en esta discusión? Porque desde que Chile se sumó a la Declaración de Salamanca de 1994, obviando – o mal traduciendo – el fragmento que alude a la supertodación, tenemos una deuda con la Alta Capacidad.

Aplaudo que se ha dado un gran paso para quienes pueden sobresalir en diferentes áreas, pero que aun así requieren de apoyo, de comprensión, contención, identificación y reconocimiento.

Queremos garantizar el derecho a la educación de nuestros niños y niñas y, por sobre todo, queremos que sean felices. Que no se angustien porque van al colegio y no aprenden, porque van a “calentar el asiento”, porque los profesores los ponen de ayudantes, porque solo son felices en el recreo. Que Chile les dé una oportunidad para hacer lo que más les gusta: aprender, saciar su curiosidad, desafiarse, avanzar.

Con nuestros niños, proyectamos el futuro, pero por sobre todo, construimos el presente del país.

Carla Calisto
Doctora en didáctica
Colectivo Filopóiesis
Fundación Altas Capacidades Chile