Pese a los esfuerzos que se han hecho en los últimos años para educar al público general sobre temáticas de identidad de género y orientación sexual, sigue existiendo un incremento en los crímenes de odio contra la comunidad LGBTIAQ+. No obstante, el daño no es causado sólo por medio de estos ataques, dado que día a día hay personas que sufren discriminación en distintos espacios de convivencia, siendo el más notorio precisamente el que debería ser un lugar seguro: la escuela.

De manera regular escuchamos sobre escándalos relacionados al abuso sexual, discriminación y violencia de género en los colegios. A una edad tan susceptible, las consecuencias pueden ser irreversibles. Por ejemplo, en el aumento de la tasa de suicidios, alcoholismo, abuso sexual, drogadicción y deserción escolar en adolescentes pertenecientes a esta comunidad, debido a que el bullying, se considera un importante factor de riesgo. Modificar esta situación es clave y por eso creo importante implementar enfoques educativos modernos en la formación escolar como lo son la educación no sexista, pedagogía queer y educación sexual integral (ESI).

Desde mi actual experiencia laboral, he comprendido que algo tan impensado a primera vista como la educación científica, puede ser clave para democratizar el acceso al conocimiento y promover la inclusión. Esta área ofrece numerosas posibilidades para demostrar que los roles y estereotipos de género no son como los humanos los concebimos y que en la naturaleza existe una gran diversidad de comportamientos sexuales y reproductivos.

A través de la ciencia podemos hablar sobre temas que hoy no se abordan y que terminan por invisibilizar a quienes no entran en el canon tradicional, quitándoles un status de existencia que constituye a la vez un grave acto de violencia. Tampoco es correcto argumentar la antinaturalidad de la comunidad LGBTIAQ+, y por eso creo que democratizar la educación en ciencia y tecnología tiene que ver fundamentalmente con enseñar sobre inclusión.

Aceptar la identidad de cada niñe y adolescente internalizando nuevos conceptos y definiciones deconstruyendo, por ejemplo, lo que entendemos como binario, es esencial para que nuestres estudiantes puedan vivir, crecer y aprender en libertad. Por esta razón es importante que les profesores vean y traten a cada estudiante como un ser individual, único y digno de respeto, en el cual aquelles que ‘salen de la norma’ sean realmente acogides en una sala de clases, sin molestas etiquetas ni clasificaciones.

De ahí que cuando hablamos de educación, debemos hacerlo evitando caer en estereotipos y moldes preconcebidos que categorizan y dividen a nuestres estudiantes. En cambio, es mejor comenzar a ofrecerles espacios donde puedan expresar su identidad libremente, lo que permitirá generar una comunidad más diversa, en igualdad de oportunidades y, por sobre todo, respetuosa consigo misme y con el resto.

Hoy como adulte tengo la suerte de ser parte de una startup que promueve la educación científica para que estudiantes de cualquier origen, credo, edad, identidad de género y orientación sexual alcancen su máximo potencial y capacidad, fomentando la curiosidad, la experimentación y el conocimiento, siempre en un entorno de igualdad. Para que en el futuro esto sea algo común y masificado, la transformación debe partir en los colegios desde la infancia. Como compañía somos conscientes de esto y desde nuestra esfera, seguiremos trabajando para promover la equidad, el respeto y la inclusión a través de la educación científica.

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