Siempre es importante hacer buenas evaluaciones y establecer los alcances del ejercicio efectuado. Es indudable que como resultado, hacer una evacuación masiva, en diferentes lugares, al mismo tiempo y no tener pérdidas es un éxito. Pero la evaluación de detalles o de casos aislados como los reconoce el gobierno, es interesante para superar las brechas, aún cuando la medición debe ser más específica.

El escenario vivido recientemente producto de la erupción en aguas del Pacífico no es el 27F, por mucho que lo comparemos estamos hablando de una erupción en la isla Tonga en Oceanía, donde su actividad volcánica submarina provocó movimientos de masas de agua que repercutieron en el Pacífico como tsunamis.

De tal modo, que el sistema más robusto que tiene Chile hoy, con comunicaciones a centros especializados, un sistema de alerta a través de los celulares y una red de comunicaciones redundantes, municipios mejor preparados, y obviamente una Onemi e instituciones que la integran cohesionadas, muestran un escenario sin lugar a dudas más fuerte que lo que fue el 27F.

Sin embargo, estamos hablando de un evento de día, con un espacio de reacción más amplio desde la erupción en Tonga y la posibilidad de Tsunamis en Chile.

No obstante, cuando se afirma que la gente de los sectores alertados ha ensayado, habrá que aclarar que estamos en verano y mucha de la gente que vivió esta emergencia no es de la localidad ni ha ensayado, simplemente siguió las instrucciones, y el movimiento normal de un aviso como este. Adicionalmente nuestro país al ser tan angosto permite que gran cantidad de veraneantes asista y visite el borde costero por el día, lo que no deja de ser un tema (pues su casa está alejada varios kilómetros del borde costero). Esto no fue de noche mientras la gente dormía, o en día de semana donde los niños estaban en los colegios y la gente trabajaba mayoritariamente.

Mucha gente al escuchar las sirenas no sabía que pasaba, se produjeron estampidas, se veía mucha gente cargando bolsos, sillas huyendo de la playa hacia el sector alto, si algunos protegieron sus toallas, otros lo hicieron con sus automóviles, lo que produjo atochamientos y en condiciones más extremas esto produce situaciones más graves y pérdidas. Hubo escenarios donde se evacuó residencias sanitarias que están ubicadas en zonas de inundación, así como lo están aún instalaciones críticas, de salud, de orden, municipalidades, de bomberos, etc., en la línea de inundación porque la ciudad, porque el centro cívico está ubicado a esa altura.

Mucha gente grabando los eventos desde el borde playa o de las casas y edificios en el borde, lo que indica que la lección está aprendida a medias, por cuanto la evacuación es para aquellas que están en la playa y los que están próximos a la playa, y cuando se señala cota 30 es que todos deben subir a la parte alta.

En un país en que la televisión le informa al extremo norte, o al extremo sur de un choque que está sucediendo en Las Condes, comete el error de informar indiscriminadamente diferentes niveles de alarma y precaución de diferentes lugares, que para una persona que huye de un lugar específico y está alterada solo sirve para confundirla.

Aún falta un canal oficial, una radio oficial para informar correctamente que está pasando y medios locales con comunicaciones claras y concisas en la misma dirección.

El resultado es exitoso, pero necesitamos trabajar estos detalles y otros para escenarios más agudos como el 27F, y trabajar la inclusión de estos temas en la educación chilena, educación básica, media y superior, por cuanto es la única forma que estos temas sean parte de nuestra cultura y educación.

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