La discusión sobre la Ley de Generación Distribuida (electricidad), popularmente conocida como “Net Billing”, determinará directamente dos futuros posibles:

Uno, el mismo que actualmente vivimos, donde grandes generadoras abastecen el consumo de electricidad de la población, del comercio y de la industria.

Estos dos últimos segmentos tienen capacidad de negociar mejores precios en el mercado libre, mientras que los primeros, nosotros, sólo podemos aspirar a que se nos proteja y provea del mejor precio posible; en el caso de Chile, uno de los más caros del continente.

El otro futuro posible, aunque improbable, es uno donde todos somos Productores y Consumidores de energía, es decir, Prosumidores: no hay diferencias cualitativas ni cuantitativas que otorguen privilegios ni prebendas a unos -las grandes generadoras, el comercio o la industria-, respecto de nosotros, la población del país.

Resulta que este segundo futuro es improbable porque, entre Estado y algunos Privados, hay un consenso tácito en que no llegue a suceder.

Somos prosumidores

Para comenzar, en la naturaleza todos somos “Prosumidores”: desde el pasto a los alerces, de las bacterias a las ballenas, de las cucarachas hasta nosotros mismos. Todo ser vivo es a la vez un consumidor y un productor de energía, ya sea por reintegrarla al sistema durante su vida, o como resultado de su muerte.

Lo somos porque, contrario a la falacia argumental que hemos venido escuchando desde que nacimos, en la Tierra sobra energía y nunca ha faltado.

Como sabemos, la radiación que recibimos del Sol en un día alcanzaría para abastecer la demanda de electricidad de todo un año en todo el planeta, si tuviésemos los paneles solares necesarios para hacerlo.

De igual modo, bastaría que un 5% de la superficie del Desierto de Atacama tuviese paneles para generar más electricidad de la que actualmente consumimos en Chile, y para exportar los excedentes al resto del continente.

Este hecho fue lo que permitió y obligó a la vida a almacenar los excedentes energéticos de sistema en el carbón -herencia de los bosques del período precisamente llamado carbonífero-, en el petróleo y en el gas: los llamados “combustibles fósiles”, que efectivamente fueron la respuesta de la evolución al exceso de energía solar disponible; al inicio de la vida en el planeta era al menos un 30% mayor que en la actualidad.

Otro modo de verificar el exceso de energía presente en la Tierra es el hecho que una sola tormenta eléctrica produce más electricidad que todas las generadoras del país.

Un relámpago puede producir una potencia instantánea de 1 giga watt. En un día caen unos 8 millones de relámpagos, y en un año promedio hay 16 millones de tormentas eléctricas en el planeta. Con esos datos, usted puede calcular cuánta energía eléctrica produce la propia Tierra en un año.

Así, tanto los combustibles fósiles, las nubes y la nieve, las tormentas eléctricas, la hidroelectricidad, el viento, las olas, como la propia electricidad fotovoltaica, son todos derivados de la principal fuente de energía del planeta: el Sol.

El futuro de Chile

Pues bien, tomando eso en consideración, lo que se está discutiendo respecto de la Ley de Generación Distribuida es simplemente si usted o yo -que ya tenemos derecho a utilizar una mínima parte del exceso de energía disponible en la Tierra para cubrir nuestro consumo-, podemos o no vender nuestros excedentes para que sean utilizados por un tercero.

En suma, lo que se discute es si usted o yo podremos ser prosumidores, o bien, seguiremos siendo sólo consumidores, aunque generemos parte o todo lo que consumimos nosotros mismos.

¿Por qué el Estado o los privados pueden arrogarse el derecho de decidir quienes pueden -las grandes generadoras-, vender la energía que producen, y otros -la ciudadanía-, no?

¿Quién le dio derecho al Estado para decidir quienes pueden aprovechar, y legítimamente lucrar, del exceso de energía solar del planeta, y quienes no pueden?

¿Usted votó alguna vez para que unos pocos fueran los únicos que pueden generar y vender el exceso de energía qué hay en nuestro país?

Chile tiene dos futuros posibles:

Uno, el mismo que hoy, donde en el mejor de los casos al 2050 habrá unos 400 mil hogares con paneles solares en sus techos, generando la energía que consumen y no pudiendo vender sus excedentes al sistema.

Otro, el que algunos no quieren que exista, es en el que 6 millones de hogares podrán realmente optar a generar su propia Energía, y donde todos, grandes y pequeños, podremos aprovechar y obtener ganancias del exceso de energía que posee nuestro país y el mundo.

¿Qué futuro prefiere usted?

Alexis López Tapia
Director
Energía Alterna

Nuestra sección de OPINIÓN es un espacio abierto, por lo que el contenido vertido en esta columna es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial de BioBioChile