Agencia UNO

El cheque en blanco y el "negro de Harvard"

01 octubre 2025 | 15:54

La ansiedad de mantener pequeñas cuotas de poder y seguir figurando, llevó a Huenchumilla, Aedo y otros, a renunciar a la posibilidad de generar algo distinto de las opciones polares que hoy se ofrecen, solo para satisfacer sus intereses y ambiciones.

Después de inscrita la candidatura de Jara, Francisco Huenchumilla declaró su inquietud porque aún no está listo el programa de gobierno de la candidata Jara, que él ha apoyado con gran entusiasmo tanto personalmente como por su calidad de presidente interino de la Democracia Cristiana. Dijo que no estaba dispuesto a firmar un “cheque en blanco”.

Candidata sin programa

Es probable que muchos jóvenes de este tiempo no sepan lo que es un “cheque en blanco”. El cheque es una forma de pago cada vez menos usada: se emite un papel con una orden para que el banco pague a determinada persona o al portador del documento una cierta cifra de dinero. Si en los espacios destinados a escribir la cifra no se dice nada, el que tiene el documento lo puede llenar por cualquier cifra.

Es parecido a firmar un contrato con espacios en blanco, confiando en que el último que firmará llenará correctamente lo pendiente. Los documentos en blanco son una prueba de confianza: “yo le doy lo que me pide sin más garantía que su palabra”, en la seguridad total de que el receptor hará lo que es correcto.

Jara aún no tiene programa concreto, salvo unas “líneas programáticas”. Sin embargo, él, junto a otros incumbentes, se la jugó porque la Democracia Cristiana apoyara a Jeanette Jara en un momento en que solo se conocía lo que ella había planteado en las primarias de la alianza gobiernista, que era el programa de su partido político.

Luego de ganar, ella dijo que ese programa sería rehecho con las ideas de los otros partidos y, sorprendentemente, para una militante comunista, se declaró “centro izquierdista” y la persona a quien ella encargó la redacción del programa le asignó el carácter de “socialdemócrata”.

Esas declaraciones – olvidando lo escrito y otras afirmaciones de la ganadora de esas primarias – bastó para que una mayoría de los delegados a la Junta demócrata cristiana la proclamara como su candidata, desechando la posibilidad de designar a una persona de sus filas.

Más que un cheque en blanco, el PDC le dio un apoyo irrestricto con la sola palabra de la candidata en cuanto a que se redactaría un programa considerando las ideas de los demás partidos.

La alternativa

¿Qué proponíamos los que estábamos por designar a un candidato de la DC?

Primero, formular un programa de gobierno basado en la visión doctrinaria, ideológica y política que la Democracia Cristiana tiene frente a los problemas del país, que fueran más allá de la urgencia, sin dejarla de lado, pero significara sembrar ideas para la construcción de una manera distinta de vivir en la sociedad chilena. Esa persona que tomara las ideas del partido, tendría por misión encabezar una propuesta que captara el interés de los votantes, aspirando entrar al balotaje.

Segundo, en el caso de no entrar a esa segunda vuelta electoral, tener capacidad de negociación con quienes sí lo hubiesen conseguido para, en ese momento y antes de dar el apoyo, generar un programa de gobierno con compromisos claros, ayudando a crear gobernabilidad para el país.

Había personas que podrían haber encabezado esa propuesta, alguien propuso al propio Huenchumilla. Como quienes querían seguir en el Congreso desecharon esa opción, un importante sector de militantes levantó mi nombre, a lo que accedí, convencido de la necesidad de fortalecer la propuesta de ideas que las malas directivas, los errores constantes y la acción de terceros habían dejado en el trastero. La Democracia Cristiana tiene muchos militantes y simpatizantes, hombres y mujeres, jóvenes y mayores, capaces de estructurar programas y equipos para ponerlos al servicio de Chile.

Sin embargo, la ansiedad de mantener pequeñas cuotas de poder y seguir figurando, los hizo cambiar la posibilidad de generar algo distinto de las opciones polares que hoy se ofrecen, por sus intereses y ambiciones.

La oferta de Jara

Jara hizo muchas gestiones, personalmente y por intermediarios, para conseguir el apoyo de la Democracia Cristiana. Para lograrlo está dispuesta a declarar lo que le pidan, según el auditorio. ¿Por qué este interés tan grande en capturar a un partido con ideas diferentes y que nunca estuvo en la alianza gobernante?

Justamente por eso, porque la estrategia era generar una coalición que no se limitara a captar la adhesión de los partidarios del actual gobierno que, estando agrupados en ocho partidos más algunos independientes, necesitaban uno más para que se pudiera decir que su gobierno no sería continuista ni izquierdista en términos tradicionales.

Cuando a la Universidad de Harvard, al promediar el siglo XX, la criticaron por no tener en su cuerpo docente a personas de raza negra, designaron a un profesor para decir: “En Harvard hay negros”. La DC sería en este caso el equivalente a esa persona.

Pese a eso, la candidata Jara en las encuestas no llega siquiera al porcentaje de apoyo que ha tenido en promedio el gobierno de Boric y el entusiasmo de Huenchumilla, Aedo y otros, no ha modificado los porcentajes de adherentes.

La fe del carbonero

Con una confianza digna de mejor causa, la Junta Nacional de la Democracia Cristiana firmó ese cheque en blanco cuando descartó a su eventual candidato y apoyó a Jara. Ahora, cuando ya no es posible modificar la situación, se pone nervioso el senador DC, y pide programa cuanto antes.

La pregunta que me hago es: ¿Es creíble Jeannette Jara? Ella no conocía el programa con el que la presentó su partido y negó ser partidaria de proposiciones o juicios que estaban por escrito. Niega hoy el carácter democrático de Cuba que hasta hace un par de meses era parte de su credo.

No tiene claro lo que propone, pues se mueve entre opiniones personales, lo que aprendió en su militancia prolongada, lo que percibe que otros quieren escuchar, lo que le dicen sus consejeros.

Pese a todo ello, el cheque en blanco está allí sobre la mesa, firmado por todos quienes la han levantado como candidata, sin saber qué quiere hacer, qué es lo que de verdad piensa, cuáles son sus límites y propuestas. Con una fe digna de mejores causas, se le dio un apoyo del que tal vez podrían arrepentirse.

Hoy parecen dudar, cuando ya es tarde para volver las cosas al estado anterior en que se encontraban.

¿Será que los incumbentes temen no ganar los cargos para los que quieren ser reelegidos? Porque el 5% o 6% obtenido por la DC en elecciones previas, tal vez no se consiga con facilidad si se considera lo poco que este apoyo ha reportado a la beneficiaria de este.