El Buzkashi es considerado el deporte típico de Afganistán, un rudo y cruel "juego" en el que los jinetes dejan la vida por anotar aunque no con una pelota precisamente, sino que con un animal muerto.

Los deportes nacionales son aquellos que por tradición se han convertido en parte intrínseca de la cultura local, siendo practicado de generación en generación.

Mientras en Brasil vibran con el capoeira, en Canadá hacen lo propio con el hockey sobre hielo​ y lacrosse. Los mexicanos son sumamente orgullosos de su lucha libre y en Sri Lanka gozan con el vóleibol.

Hay otros países, como Argentina, que basan su deporte típico en los caballos. Lo mismo ocurre con Chile y el rodeo, práctica que ha estado en la mira de animalistas.

Sin embargo, uno de los casos más curiosos es el de Afganistán, país en el que el Buzkashi es un verdadero fenómeno. Y aunque su legislación no lo establece, de manera informal es conocido como el deporte típico del país del Medio Oriente.

Se trata de un deporte tradicional de Asia Central que además de Afganistán, cuenta con gran popularidad en Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán. Posee pequeñas variaciones según la zona en la que se realice.

Básicamente se practica a caballo y consiste en llevar el cuerpo de una cabra, sin cabeza y sin extremidades, hacia una meta, mientras los demás jugadores, llamados chapandazan, intentan arrebatarlo. En ocasiones se emplea también un ternero.

Eso sí, para marcar un punto los jinetes deberán hacer frente a los golpes y embates de los contrincantes, lo que suele tener serias consecuencias. Los competidores no cuentan con ningún tipo de protección ni tampoco vestimenta que los distinga de los rivales. Pero no sólo eso ya que además el buzkashi, cuyo nombre en persa significa “arrastrar la cabra”, no tiene reglas definidas.

La ausencia de un árbitro no hace más que crear un caldo de cultivo para sangrientos enfrentamientos y graves lesiones, tanto para los jinetes como para los caballos.

El buzkachi es sumamente popular entre los afganos, al punto que se juega en festivales y eventos importantes.

En provincias afganas como Samangan, ubicada al norte de las montañas Hindú Kush en la parte central del país, los chapandazan son verdaderas celebridades en un deporte restringido sólo para los hombres. Es más, hasta los caballos deben ser machos.

Uno de ellos es Haji Mohammad, quien en 2021 señaló orgulloso tras ganar un partido: “Me llevo toda la gloria”. Tal como detalló France 24, para el jinete, quien entonces tenía 29 años, imponerse en estos brutales encuentros supone una “cuestión de honor”.

En noviembre de ese año, ganó 500 dólares al vencer en uno de los juegos, siendo aclamado por casi 3.000 espectadores, todos ellos hombres. De acuerdo a National Geographic, pese a que formalmente no se les prohíbe a las mujeres asistir a los partidos, es considerado inapropiado que una mujer sea parte “de un evento tan grosero y exclusivamente masculino”.

“La gente adora a un campeón dispuesto a ir a cualquier lugar y jugar, independientemente del riesgo»”, señaló Khaibar Akbarzada, un jinete que viajó 10 horas en vehículo desde Kunduz hasta Mazar-e Sharif desde Kunduz para participar en un torneo. El viaje demoró tres veces lo normal debido a los tiroteos por el camino.

“Quiero ir a todas las provincias y jugar contra los mejores. Es mi sueño y está haciéndose realidad”, sostuvo.

Prohibido bajo el régimen talibán de 1996 a 2001 por ser considerado “inmoral”, Al Jazeera consigna que en Afganistán se temía que el Buzkashi se prohibiera nuevamente tras la llegada del grupo al poder en agosto de 2021.

Para fortuna de los seguidores de esta práctica, no sólo los combatientes talibanes comenzaron a aparecer entre el público que asiste a ver los enfrentamientos, sino que incluso han participado algunos de sus comandantes en el juego.

El citado medio añade que mientras avanza el torneo de principios de temporada en Qara Shabagh, en las afueras de Aybak, la multitud crece al punto de verse un gigantesco campo con hasta 60 caballos y jinetes. Los ganadores de las primeras fases se llevan 1.000 afganis, equivalente a unos 11 dólares.

En un día los jinetes se pueden hacer alrededor de 800 dólares entre ganancias y bonificaciones, es decir, más de cinco veces el salario mensual promedio del país.

“Durante el régimen talibán estábamos en las montañas con nuestros caballos. Luchábamos contra los talibanes”, señaló en 2016 Abdulá Ouraishi, antiguo chapandaz, a la agencia AFP.

“Ver a toda esta gente… son todos muyahidín (guerrillero fundamentalista), pero tenemos un ambiente pacífico ahora en la provincia de Balkh”, agregó.

Los jinetes usarán todos sus recursos para anotar en un salvaje encuentro en el que los contrarios, a su vez, harán casi cualquier cosa para impedir que los rivales marquen.