Bajo la consigna de desarmar al país de sus armas de destrucción masiva, George W. Bush desplegó un impresionante contingente militar en el país petrolero en 2003. No obstante, "el gran error americano fue pensar que se trataba de un tema superficial, siendo que era algo de mucho mayor alcance y mucho más profundo", plantea el analista internacional, y exembajador, Samuel Fernández

Esta semana se cumplieron 20 años desde que Estados Unidos diera inicio a la invasión de Irak con el apoyo de Gran Bretaña y España.

Bajo la consigna de desarmar al país de sus armas de destrucción masiva, así como la liberación del pueblo iraquí del férreo gobierno de Saddam Hussein, el entonces presidente norteamericano George W. Bush desplegó un impresionante contingente que el 19 de marzo de 2003 comenzó con las operaciones militares.

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Para la historia quedaron las impactantes imágenes de las bombas cayendo sobre la capital Bagdad en plena noche, las que fueron transmitidas por la mayoría de los noticieros alrededor de todo el mundo.

“Ocurrió alrededor de las 5:30 de la mañana del 20 de marzo de 2003 de Bagdad. El enorme B-52 que escuchamos y no vimos lanzó la bomba que daría comienzo a la Guerra de Irak, hace 20 años”, así recordó el corresponsal de guerra Gustavo Sierra en Infobae lo ocurrido esa noche.

“Un momento después se oyeron otras explosiones más lejanas. Los misiles lanzados desde las naves estacionadas en el Golfo Pérsico estaban haciendo estallar instalaciones militares y oficinas del gobierno. También edificios habitados por inocentes, de todo”, agregó.

Luego de unos pocos días, el régimen sangriento de Hussein finalmente cayó. Pero si alguien pensó que esto significaría el fin de la incursión norteamericana, estaba muy equivocado.

La salida del poder del dictador trajo consigo el surgimiento de diversos grupos armados que comenzaron a protagonizar fieros enfrentamientos, los que se extendieron por ocho años.

La intervención estadounidense, que se extendió hasta el 18 de diciembre de 2011, fue mucho más larga de lo que Bush pensaba. Su declaración de victoria, hecha luego que derribaran una imponente estatua de Hussein, envejeció mal, ya que ni siquiera con el pasar de los años quedaría establecido si efectivamente Estados Unidos ganó tras el conflicto.

Dos guerras

Según explica a BioBioChile el analista internacional de la Universidad Central, Samuel Fernández, se debe distinguir dos guerras en Irak. “La primera originada en la respuesta internacional con funcionamiento del Consejo de Seguridad, y autorizado por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, a raíz de la invasión de Kuwait por parte de Irak”, sostiene.

“Se creó una coalición y se aprobó, dentro del sistema del Consejo de Seguridad, la acción del Consejo y de tropas de Naciones Unidas que actuaron dentro de la legalidad y en la que participaron 28 países en la coalición, entre ellos Chile. No con fuerzas ni con nada bélico, sino con ayuda humanitaria, hospitales de campaña, medicina, un par de helicópteros, etc”, agrega.

Fue ahí cuando entró en acción la operación Tormenta del Desierto. “Se logró poco a poco ir liberando a Kuwait, se dejó todo arrasado, se hizo un desastre ecológico gigantesco (…) Termina esa guerra que fue bastante rápida dentro de los cánones porque las tropas iraquíes ofrecieron la llamada madre de todas las batallas”, puntualiza.

Pero, agrega, todo terminó con Saddam aún en el poder. “Quedó un desastre en Irak muy grande, con un Saddam muy resentido, teniendo un gobierno horrorosamente despótico y terriblemente sangriento”, expresa.

Fernández señala que debido a que Saddam no fue derrocado, y que teóricamente siguió “amenazando al resto del mundo con declaraciones horribles de todo tipo”, Estados Unidos planteó que “esto continúa, que la amenaza sigue. Y ahora está peor porque Saddam Hussein tiene armas de destrucción masiva”.

Supuestas armas de destrucción masiva

“Se muestran alguna evidencia no totalmente comprobada, y tanto Chile como España tratan de impedir que esto sea igual y que se mantenga porque quisieron más tiempo para darle oportunidad a algunas negociaciones y prorrogar el plazo del ataque que iba a hacer Estados Unidos, utilizando de mala manera la resolución que se había adoptado en la primera guerra en la que era todo legal. Esta vez, de otra manera, se estaba usando una interpretación”, esgrime.

Sin embargo, pese a las razones planteadas por Bush al inicio de la invasión, las supuestas armas de destrucción masiva nunca aparecieron. Finalmente, tras una larga búsqueda, Hussein fue encontrado por los efectivos militares estadounidenses.

Quien fuera gobernante del país petrolero termina siendo juzgado por los propios iraquíes y condenado a muerte, siendo ahorcado el 30 de diciembre de 2006.

“Ahí se produce una intervención americana, ya no solo militar, sino que también política, cambiando el gobierno, poniendo gente de una sección distinta a la de las facciones religiosas que habían antes y allí se crea un problema interno de casi descontrol”, menciona Fernández, quien fuera embajador de Chile en Egipto bajo el gobierno de Ricardo Lagos.

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Así se instala un gobierno “que empieza a controlar con el apoyo americano pero que verdaderamente no controla nada, que es absolutamente corrupto y que se convierte en un desastre”, lo que desata levantamientos, confrontaciones internas, la radicalización de las posturas políticas y da origen a algo muy serio. “Aquí es donde se expande de manera tremenda el Estado Islámico”, dice.

Es en ese contexto, explica Fernández, que Estados Unidos toma todas las medidas necesarias para enfrentar las agrupaciones terroristas, lo que llevó adelante con apoyo internacional. “Se van eliminando los cabecillas (…) pero luego proliferan los atentados en el mundo”, explica.

En efecto, ataques suicidas como los del 11 de marzo de 2004 en España (193 personas) y los del 7 de julio de 2005 en Londres (56 muertos) fueron actos en represalia al apoyo que ambos países hicieron a Estados Unidos.

“En este momento en Irak hay un gobierno muy débil y cuesta mucho que tenga un control. Los americanos ya partieron de allí pero dejaron un reguero de problemas muy serios en un país muy difícil de controlar, que sigue estando muy mal administrado a pesar de las riquezas petroleras”, plantea el experto.

Sacando lecciones

El analista internacional sostiene que la invasión, y posterior guerra en Irak, significó para Estados Unidos un tremendo desgaste.

“Yo creo que la lección es que se puede actuar para el mantenimiento de la paz y seguridad internacional por medio de las acciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, pero se debe actuar de una manera muy estudiada, muy prudente, teniendo en cuenta todas las posibles consecuencias que puede traer”, menciona.

“Porque aquí se saca el régimen y se le derrota militarmente, pero inmediatamente surgen otros problemas que resultan incluso más difíciles de controlar”, precisa.

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En ese sentido, Fernández explica que una vez que es derrocado Hussein, “un criminal sangriento terrible”, Estados Unidos no supo bien cómo actuar. “Finalmente, se produjo como reacción, la creación de un movimiento feroz que fue el Estado Islámico.

“Saddam mantuvo durante toda su época un control absoluto no solo de él, sino que del clan al cual pertenecía y que impuso a los demás. Entonces, ante cualquier desequilibrio, iban a saltar los antiguos diferendos y luchas ancestrales que han tenido, manifestándose de una manera radical”.

El exembajador sostiene que el gran error norteamericano fue pensar que se trataba de un tema “superficial, siendo una cosa de mucho mayor alcance y mucho más profundo, tratando de imponer un régimen democrático con elecciones y al estilo de las democracias occidentales en un mundo que no lo conoce, que no lo ha practicado jamás y que tiene divisiones muy profundas”.