Tras la salida de los estadounidenses de Afganistán, muchos afganos temen al régimen talibán y dicen sentirse amenazados. Todavía esperan ser evacuados.

Tras casi dos décadas de intervención militar en el país, los estadounidenses completaron su salida de Afganistán el martes 30 de agosto.

El Pentágono confirmó la partida del último avión estadounidense el lunes por la noche y los talibanes festejaron la toma del aeropuerto internacional con disparos de celebración.

Muchos afganos, que dicen estar amenazados, siguen esperando ser evacuados.

“Este era el plazo… pero si la comunidad internacional, especialmente Estados Unidos, no apoya a los afganos que han colaborado con organizaciones internacionales, que han trabajado para el gobierno anterior o han defendido los derechos de las mujeres”, dijo esta mujer afgana, miembro de un partido político, que prefiere permanecer en el anonimato.

“Si no los evacuan, es como entregarlos a los talibanes. Los talibanes los matarán”, agregó.

“Vivo escondida y no salgo”

Vive escondida en Kabul con familiares y cambia regularmente de domicilio con la esperanza de ser evacuada por Estados Unidos, país para el que dice haber obtenido un visado.

Para ella, los estadounidenses y la comunidad internacional deben terminar de poner a salvo a muchos afganos porque el peligro está ahí.

“No hay garantía de que los talibanes hagan lo que dicen. No han cambiado. Si han cambiado, ¿por qué golpean a las mujeres por su forma de vestir? ¿Por qué destruyen los instrumentos musicales? ¿Por qué pegan a las chicas y a los chicos por llevar vaqueros? ¿Por qué no dejan trabajar a las mujeres en el gobierno? En todos los ministerios, ¡sólo hay hombres! No hay mujeres”, añade.

Desde que los talibanes llegaron al poder y tomaron Kabul, “la situación empeora día a día”, afirma.

“Los talibanes han empezado a registrar las casas por la noche para encontrar a quienes trabajaban con el gobierno anterior o con organizaciones internacionales. Detienen a sus familiares para encontrarlos”, dice esta antigua residente de Kandahar.

Se trasladó a Kabul con sus dos sobrinos debido a la situación de seguridad.

“Ya no decimos dónde vivimos, a veces me quedo con parientes, luego cambio de lugar. Vivo escondida y no salgo”, dice la ex candidata de un partido político.

“Había carteles electorales con mi cara por todas las calles, así que me escondo y no puedo salir de mi casa”, concluye.