Los africanos producen alimentos, pero no para ellos mismos: a pesar de contar con cultivos autóctonos nutritivos y un sector agrícola en auge, África sigue importando la mayor parte de sus cereales.

El bloqueo de los puertos ucranianos del Mar Negro por parte del Ejército ruso y el efecto dominó de las sanciones occidentales contra Moscú han elevado los precios internacionales de los alimentos y el combustible, dejando a millones enfrentados en África a una “emergencia alimentaria sin precedentes” este año, advierte el Programa Mundial de Alimentos (PMA).

Kenia, Somalia y amplias zonas de Etiopía corren el riesgo de sufrir una grave inseguridad alimentaria, según declaró la FAO, la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, la semana pasada.

En el Sahel y África Occidental, más de 40 millones de personas podrían pasar hambre en 2022, casi cuatro veces más que en 2019, cuando la cifra llegó a los 10,8 millones, calcula la FAO.

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Incluso antes de la invasión rusa a Ucrania a finales de febrero, la pandemia de coronavirus y un largo periodo de sequía ya habían golpeado duramente a las economías africanas.

En la última década, la factura de las importaciones de alimentos de África casi se ha triplicado, pero su sector agrícola también ha crecido de forma constante.

El continente tiene un inmenso potencial para alimentarse, con grandes cantidades de tierras cultivables. Sin embargo, sigue dependiendo de los cereales importados.

En África producen alimentos, pero no para ellos mismos

Una gran parte de las tierras agrícolas africanas se utiliza para cultivar productos como el café, el cacao y el aceite de algodón para la exportación.

Esto, mientras que los cultivos básicos de la dieta africana, el trigo y el arroz, proceden principalmente de fuera del continente.

Gran parte de estos alimentos importados podrían producirse localmente, evalúa el Banco Mundial.

Además, la autosuficiencia de los países africanos podría impulsarse sustituyendo los cereales extranjeros por cultivos regionales como el fonio, el tef, el sorgo, el amaranto y el mijo.

Los países africanos podrían comerciar con estos cultivos entre ellos, creando los tan necesarios puestos de trabajo para sus jóvenes e ingresos para sus agricultores. Los cultivos también servirían de base para una dieta saludable.

Un continente con tierras fértiles pero que pasa hambre África y la importación de grano
DW

“Los cultivos autóctonos podrían ofrecer alternativas mucho más saludables a los cereales que se utilizan actualmente”, explica a DW Pauline Chivenge, investigadora del Instituto Africano de Nutrición Vegetal (APNI), en Marruecos.

“Tienen beneficios que van más allá de mantener la seguridad alimentaria. Son más nutritivos, pues, además de las calorías necesarias, contienen mayores cantidades de proteínas y vitaminas”, agrega.

Sin embargo, los cultivos autóctonos se han descuidado durante décadas, en gran parte debido a que los Estados y las empresas internacionales han impulsado la producción masiva de maíz y trigo, y los han promovido como alimentos básicos.

“Dependen en gran medida de la regularidad de las lluvias, lo que se está convirtiendo en un verdadero reto, a raíz del cambio climático”, dijo.

¿Pueden los pequeños agricultores alimentar a África con cultivos autóctonos?

Wolfgang Bokelmann, economista especializado en agricultura y alimentación de la Universidad Humboldt de Berlín, coincide en que los cultivos locales africanos están infrautilizados.

Entre 2015 y 2018, Bokelmann supervisó un estudio sobre la producción y el consumo local de un grupo de verduras autóctonas en Kenia.

“Las verduras que estudiamos habían pasado de moda anteriormente y solían ser conocidas como la comida de los pobres, debido al dominio de los productos extranjeros que la colonización trajo a Kenia”, explica a DW.

Esa opinión cambió cuando las ONG y el Gobierno empezaron a apoyar la producción local de verduras.

“Primero, llegaron a los mercados locales, y poco después se introdujeron en las cadenas de supermercados a nivel nacional”, cuenta.

Además de sus beneficios para la salud y sus ventajas ecológicas, “los cultivos autóctonos pueden empoderar a las comunidades subalternas, especialmente a las mujeres agricultoras”, sostiene Bokelmann.

“Hay muchos tipos de cultivos que pueden crecer en los huertos domésticos de los márgenes de las ciudades en poco tiempo”, agrega.

Con la continua tendencia a la migración de las aldeas a las ciudades en África, las constelaciones de pequeñas parcelas de cultivos autóctonos en torno a las ciudades pueden contar con fuentes de alimentos vitales para la población en constante expansión de los barrios marginales y las comunidades de los suburbios, señala el economista de la Universidad Humboldt de Berlín.

Dilemas y desafíos

Chivenge, la investigadora del APNI marroquí, es consciente de que impulsar la producción de cultivos autóctonos es una misión que enfrenta muchos obstáculos.

Los pequeños agricultores que los cultivan tienen un acceso limitado a los fertilizantes, lo que hace que su productividad sea baja.

Además, carecen de medios para procesar y comercializar sus cosechas, y los alimentos frescos y sin procesar necesitan un envío rápido, lo que no es una opción en la mayoría de los mercados intraafricanos.

Así que los países africanos no pueden limitarse a cambiar hacia la producción de cultivos autóctonos. Lo anterior, cuando la exportación de cultivos comerciales a los países más ricos es más rentable.

“La mayoría de estas naciones se enfrentan a un dilema”, reconoce Bokelmann.

“Se ven obligadas a elegir entre la producción masiva de cultivos para la exportación. Esto les reporta más valor de precio, o alimentar a la mayoría de su población, apoyando la agricultura en pequeña escala de cultivos autóctonos”.

“Hay quien dice que las explotaciones más grandes y de monocultivo son más fáciles de gestionar y mecanizar y, por tanto, más productivas”, señala Chivenge.

“Otro argumento es que esa cosecha en masa es más fácil de comercializar y transportar”, enumera.

DW

La producción masiva de cultivos exportables, argumentan sus defensores, ayuda a la agricultura africana a desarrollarse y modernizarse. Además, da influencia económica en el mercado mundial a las naciones africanas.

Pero con la guerra en Ucrania amenazando el suministro mundial de alimentos, la producción y la distribución tendrán que adaptarse.