La película muestra parte de la historia de Tatlock, sin embargo, su influencia sobre el físico fue mucho mayor, al igual que su aporte a la presencia femenina en el mundo de la psiquiatría.

Después del estreno de Oppenheimer, muchos recordarán a Jean Tatlock, como la amante del “padre de la bomba atómica”, interpretada por Florence Pugh. Sin embargo, en la vida real fue mucho más que eso.

Jean Frances Tatlock fue una psiquiatra norteamericana y una de las primeras mujeres en abrirse paso dentro de este campo en ese país.

No obstante, el conocimiento de la joven iba mucho más allá de su área de estudio. Después de todo, era hija de JSP Tatlock, un aclamado profesor de literatura con un doctorado en Harvard.

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Miércoles 31 Diciembre, 1969 | 21:00

A los 16 años viajó por Europa, donde conoció el trabajo del psiquiatra, psicólogo y ensayista suizo Carl Jung, uno de los nombres claves en el inicio del psicoanálisis y posteriormente fundador de la psicología de los complejos y psicología profunda.​

Su pensamiento e investigación, la influenció para aprender sobre la mente humana.

Jane estudió medicina en la Universidad de Stanford, donde se enfocó en la psiquiatría. Sin embargo, cursos de prerrequisito la obligaron a pasar un tiempo en Berkley, donde conoció al hombre que cambiaría su vida: Robert Oppenheimer.

Jane y Robert Oppenheimer, una compleja historia de amor

Por esos días Jean tenía 22 años y una gran personalidad con la que se hacía notar y lograba voltear cabezas hacia ella.

No obstante, Oppenheimer la impresionó con su conocimiento sobre la literatura inglesa, mientras que ella le presentó el trabajo del poeta John Donne.

Pese a que Oppie, como lo llamaban en la universidad, era 10 años mayor que ella y amigo de su padre, fueron sus ideas políticas lo que los unió más.

Muchos siguen pensando que fue ella una de las responsables de las afiliaciones politícas del físico, e incluso de la idea de llevar la teoría a la acción.

En sus años en la universidad, Jean se unió al Partido Comunista y transformó en una de las escritoras de su periódico Western Worker. Sus convicciones la llevaron a luchar contra la discriminación racial, la defensa de los derechos laborales e incluso oponerse a la participación de su país en la Segunda Guerra Mundial.

Tatlock vivió y luchó en un periodo de la historia de EEUU, donde el pensamiento disidente era perseguido y castigado.

Fue esa naturaleza fiera la que llevó a Oppenheimer a enamorarse de ella y ser vistos en sus círculos como de poderosa pareja intelectual. De hecho, hay quienes aseguran que ella fue el “amor más verdadero” del científico.

Más allá del amor de Jean Tatlock y Oppenheimer

Pese a que él estaba profundamente enamorado de ella, su relación no fue sana y estuvo marcada por la depresión clínica que Jean Tatlock sufría y que repercutía en Oppenheimer, quien se transformó en la persona que la sacaba de sus periodos más profundos de la enfermedad.

Según contó Robert Serber, amigo de Oppenheimer y físico nuclear en Berkeley, que además fue testigo de la relación, en tres años la pareja se comprometió en matrimonio dos veces, terminaron y volvieron a estar juntos en varias oportunidades.

Ella desaparecía y aparecía de la vida del físico durante semanas y meses. “Él a veces se deprimia por los problemas que tenía con Jean”, aseguró en la biografía de Oppenheimer.

“Ella se burlaba de él sobre por con quién había estado y qué habían estado haciendo. Parecía decidida a lastimarlo, tal vez porque sabía que Robert la amaba mucho”, añadió.

Para algunos, las complejidades del amor de Tatlock con el físico teoríco, se debía a los cuestionamientos de su propia sexualidad, ya que en cartas confesó a amigos sentirse atraída por las mujeres.

No obstante, en aquella época no sólo era algo mal visto, sino que ella misma, como estudiante de psiquiatría y seguidora de Sigmund Freud, era atormentada por su postura sobre que la homosexualidad era un defecto mental.

Con el paso del tiempo, Jean reconoció que se arrepentía de no haberse casado con él, pero todo se debió a sus confusiones.

Un adiós que costó caro

La relación terminó oficialmente en 1939, cuando Oppenheimer conoció a Katherine Puening, una bióloga casada con quien tuvo un affaire, quedando embarazada.

La mujer se divorció y contrajo matrimonio con el físico en 1940, antes que el hijo de ambos naciera. Kitty fue compañera el resto de su vida.

Pese a su nuevo estado civil, la puerta de su relación con Tatlock nunca se cerró y él siguió siendo su único y permanente apoyo durante sus crisis, aunque ella calificaba su relación como “amigos cercanos y amantes ocasionales”.

1943 fue el año donde todo cambió para Jean Tatlock. Comenzó una promisoria carrera como psiquiatra pediátrica en el Hospital Mount Zion, en San Francisco. Un paso histórico para dicho campo, dominado hasta ese momento por hombres.

También comenzó un tratamiento para su depresión, que no fue gran ayuda, especialmente luego de la partida de Robert a Los Alamos para comenzar el secreto proyecto Manhattan.

En su último encuentro, ella confesó que seguía enamorada de él y que quería que estuvieran juntos, pero ya era tarde.

La ausencia de Oppenheimer, quien ni siquiera le dijo adiós antes de partir, además de la constante vigilancia del FBI por sus vínculos con el partido comunista y con el físico, llevaron al colapso a la mujer, de entonces 29 años.

“Por razones de amor y compasión, se había convertido en un miembro clave de la estructura de apoyo psicológico de Jean, y luego desapareció misteriosamente”, escribieron Kai Bird y Martin Sherwin en su libro American Prometheus.

A los ojos de Jean, puede haber parecido como si la ambición hubiera triunfado sobre el amor”, añadieron.

Meses después de la partida de Robert, ella le escribió para pedirle que fuera a verlo. Ese iba a ser su último encuentro, pero jamás sospecharon que Oppenheimer estaba siendo seguido de cerca por el FBI y que dicha cita se convertiría en una evidencia contra él más tarde.

La información del encuentro fue entregada al mismo John Edgar Hoover, el primer director de la Oficina Federal de Investigación de los Estados Unidos, quien estaba convencido que Jean, al ser comunista, estaba filtrando secretos nucleares obtenidos a través de Robert, a los soviéticos.

“Traté de entender y no pude”

Mientras Robert Oppenheimer trabajaba de lleno en la primera bomba atómica, Jean Tatlock se quitó la vida en enero de 1944, siendo encontrada por su padre cuando fue a visitarla luego que no respondiera el telefóno.

Jean tenía 29 años y habría sumergido su cabeza en una tina semi llena, muriendo por ahogamiento.

“Estoy disgustada con todo. A los que me amaron y me ayudaron, sólo amor y coraje. Quería vivir y dar y me quedé paralizada de alguna manera. Traté de entender y no pude”, decía una nota que dejó para sus cercanos en la mesa del comedor de su hogar.

Dada sus afiliaciones políticas, hubo quienes pensaron que se trató de un suicidio, si no que de un homicidio, lo que jamás se comprobó.

Su padre, en tanto, creó uno de los mayores misterios en torno a su muerte, ya que lejos de llamar a la policía, lo primero que hizo tras encotnrar a su hija, fue quemar papeles y fotos de la psiquiatra.

Hasta el día de hoy no se sabe con certeza que contenían dichos documentos, pero se cree que podrían ser pistas de que ella en realidad era bisexual.

Oppenheimer se enteró de la muerte de Jean al día siguiente, tras recibir un mensaje de una conocida. “Jean fue el amor más verdadero de Robert… Era a quien más amaba. Era devoto a ella”, afirmó Serber.

La historia dice que el nombre de la primera detonación nuclear de una bomba atómica en la historia, Trinity Test, fue elegida por Oppenheimer en honor a un poema de John Donne e inspirado en Jean Tatlock.