Fue en abril pasado cuando un grupo de científicos de China y Estados Unidos logró inyectar con éxito células madre humanas en blastocitos de mono. El blastocito es un embrión en una fase temprana del desarrollo embrionario de los mamíferos.

El equipo, liderado por el investigador Juan Carlos Izpisua Belmonte, consiguió mantener vivos algunos de estos embriones formados por dos materiales genéticos diferentes hasta 20 días. Un organismo “mixto” como este también se conoce como quimera interespecífica.

Pese a este importante logro, un par de meses antes los científicos franceses Pierre Savatier e Irène Aksoy ya habían anunciado la creación de un embrión con mezcla de mono y humano.

Tal como recoge el medio español El País, aunque suena similar a la trama de una película de ciencia ficción, se trata de 10 células humanas en un embrión de macaco con un total de 250 células. Son estructuras que tienen el tamaño de un grano de arena.

“En Francia estamos es una situación parecida a la de España, porque tenemos la misma tradición católica. El embrión humano se considera una entidad sagrada y trabajar con ellos es muy difícil. Yo veo la creación de quimeras humano-animales como una alternativa a los embriones humanos en investigación”, explicó al citado medio Savatier, cuyo laboratorio en el Instituto Nacional de la Salud y de la Investigación Médica, en Lyon, es el único en Europa que se dedica a la creación de quimeras de mono y humano.

Por su parte, Aksoy enfatiza que no utilizan células de embriones humanos, sino que más bien reprograman células adultas, por ejemplo de la piel, para que sean capaces de generar cualquier órgano. Estas células humanas reprogramadas son las que inyectan en embriones de macaco para estudiar el desarrollo embrionario.

“Nosotros cultivamos embriones muy inmaduros y el objetivo es estudiar cómo se forman los órganos en las fases más tempranas. Es ciencia muy básica, no estamos hablando de recién nacidos quiméricos”, indicó Savatier.

“Pero, por supuesto, en algún momento, algunas personas podrían querer implantar estos embriones en una madre y permitir que se desarrollen, quizá a término, y esto, definitivamente, plantea importantes cuestiones éticas y se puede ver como abrir una caja de Pandora. Estos son los asuntos que están discutiendo los comités éticos en Francia y en otros lugares”, añadió.

En ese sentido, el investigador sostuvo que “si queremos evitar hasta el más mínimo riesgo de crear una mente humana en el animal, tenemos que prevenir a toda costa el quimerismo en la corteza cerebral”.

Los científicos Irène Aksoy y Pierre Savatier posan junto a un embrión de conejo con células humanas | INSERM

“También queremos impedir el quimerismo en la línea germinal (óvulos y espermatozoides), para evitar cualquier riesgo de cruce entre animales quiméricos y otros animales de la misma especie, que podría resultar en la formación de embriones humano-animales”, puntualizó.

A su vez, el científico aclaró que su idea es que estas quimeras humano-animales tengan apariencia de animales. “No queremos que estos embriones o fetos humano-animales se parezcan a un ser humano”, ahondó.

“Estas criaturas, estos nuevos objetos biológicos, tienen que ser fetos animales, quizá recién nacidos, con algunas células humanas que colonicen algunos órganos específicos. Y punto”, aseveró.

Savatier sostiene que permitir que las quimeras humano-animales se desarrollen a término podría ser útil para algunas aplicaciones, “pero entonces la cuestión de la mente humana y la conciencia humana en los recién nacidos se vuelve crucial”.

“En Francia no estamos listos para hacer esto. Lo que estamos pidiendo es la posibilidad de transferir los embriones a madres subrogadas —monas, cerdas o conejas— para estudiar las fases más tempranas del desarrollo. Esta nueva tecnología nos ofrece la posibilidad de estudiar las primeras fases del desarrollo embrionario humano sin utilizar embriones humanos”, remarcó.

“La necesidad de que estos animales lleguen a término es principalmente para producir órganos humanos trasplantables, pero en mi laboratorio no nos estamos centrando en esto. Nadie en Francia. Si se nos permitiera transferir estos embriones a una madre subrogada, no intentaríamos que se desarrollasen a término. No está en nuestros objetivos”, enfatizó.

Sin embargo, agrega que investigadores de países como Estados Unodos y Japón sí se han mostrado interesados en desarrollar estas tecnologías de órganos humanos en animales. “Y para ello necesitan permiso para llevar a término los embriones, o al menos casi a término. Es aquí donde las cuestiones éticas son muy complejas”, planteó.

Finalmente, sobre la posibilidad de que en un futuro exista una criatura mitad humano y mitad mono, Savatier fue enfático.

“Mitad y mitad no creo que exista nunca, por una sencilla razón: no hay ninguna necesidad de un experimento así desde un punto de vista científico. No necesitamos hacer una criatura que tenga un 50% de células humanas y otro 50% de células de mono. No sé quién podría hacer un experimento así”, mencionó.

“Pero crear monos recién nacidos en los que haya una importante colonización de células humanas en el páncreas, en el hígado o en otros órganos de interés médico, sí, ¿por qué no? No sé si ocurrirá, pero es posible, sí”, planteó.