James Harrison se retiró de la donación el pasado 11 de mayo en el Centro de Donadores de Sangre del Ayuntamiento de Sidney (Australia), luego de realizar la donación número 1.173. A sus 81 años, los funcionarios del recinto le recomendaron descansar y dejar esta noble tarea a personas más jóvenes.

Según relata el diario estadounidense The New York Times, el hombre logró esta cifra tras haber dado su sangre por 60 años a diversas instituciones de salud en Australia.

En su relato al mencionado medio, Harrison contó que a los 14 años debió someterse a una compleja operación, situación en la que recibió varias tranfusiones para mantenerse con vida. Cuando se convirtió en adulto, y estuvo recuperado, se propuso como objetivo devolver este “favor” y donar de su sangre al menos dos veces al mes.

A este motivo se suma el hecho que su organismo contiene un anticuerpo inusual, que es necesario para hacer un medicamento elemental para salvar bebés en riesgo mortal por tener grupo sanguíneo distinto al de su madre, el cual se denomina Anti-D.

Según consigna el citado medio, La Cruz Roja calcula que el 17% de las madres australianas embarazadas necesitan Anti-D para mantener fuera de riesgo vital a sus bebés.

El artículo subraya que este anticuerpo sólo puede fabricarse a través de plasma donado, el cual proviene de un grupo muy reducido de personas que lo tienen en su sangre. Este conjunto de potenciales donantes no supera los 160.

En el caso de Harrison, que se jubiló de administrador ferroviario, él produce naturalmente el Anti-D, aunque explica que no sabe por qué razón lo contiene. No obstante, cree que lo heredó en una transfusión cuando era adolescente.

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En una nota de la cadena estadounidense ABC, se explica que el hombre donó sangre durante 6 décadas, estimando que salvó la vida de 2,4 millones de bebés antes de que nacieran.

“He salvado muchas vidas y he traído muchos niños nuevos en el mundo, así que sí, te hace sentir bien en ese sentido”, explicó el hombre en entrevista al citado medio.

Cabe señalar que el australiano entró en el Libro Guinness de los Récords como el mayor donante de sangre de la historia.

“Todo lo que podemos hacer es esperar que haya personas lo suficientemente generosas como para hacerlo, y desinteresadamente en la forma en que él lo hizo”, indicó la enfermera del Servicio de Sangre de la Cruz Roja Australiana, Jemma Falkenmire, a la cadena CNN.