Si parafraseamos la canción “Llegó volando” (Patricio Manns, 1983), la denuncia del segundo verso cambia radicalmente (“para sembrar las ruinas y el desconsuelo”) por esparcir “50 años de mito y realidad”.

Justamente, el título del libro-arte que Editorial Ocho Libros lanzó en 2019 que sintetiza medio siglo de trabajo escénico de Óscar Castro Ramírez (1947-2021), el actor y director del Teatro Aleph, recién fallecido en París.

Será el mapa perfecto para rehacer en fragmentos, el viaje artístico de un hombre y una compañía que supieron (y saben) vivir la vida que les tocó.

Las cinco décadas del Teatro Aleph tienen algo de “mito y proeza” y “mucho de porfía y un inmenso amor por el teatro”, parte diciendo la primera página del libro.

Sin embargo, agrega que pese a ser “uno de los grupos chilenos con más larga y trayectoria” y “la troupe latinoamericana más longeva y reconocida en Francia”, el grupo es “desconocido para casi todos los chilenos”, incluyendo “la mayoría de la gente de teatro”.

Pero no. El trabajo del Aleph “se remonta a los años 60 y principios de los 70, uno de los períodos más movidos y tumultuosos de la historia de Chile”, cuando “todo estaba cambiando y el Aleph no podía permanecer al margen”.

El Aleph afirma que “es un movimiento político y utópico que hace del teatro una herramienta de acción fundamental para cambiar el mundo”; y que -cambiando lo que hay que cambiar en nuestro tiempo- “toda persona puede ser actor si es capaz de identificarse con su personaje, su situación y sus textos”, incluso “un mudo puede ser elocuente y un ciego puede ver lo que los demás no ven”.

Aleph
Aleph

Un nombre abarcador

El Aleph se autobautizó porque quiso aprisionar para su teatro dos ideas sugeridas por esta eufónica palabra: ser la primera letra del alfabeto hebreo; y el “punto en el universo desde el cual se podían ver todos los puntos desde todos los ángulos y en todos los instantes”, según afirma el cuento homónimo el escritor argentino Jorge Luis Borges.

Espectadores activos

Así contaba el dramaturgo Sergio Vodanovic (1926-2001) su experiencia como espectador en una casona de la UC, en Lastarria 90, donde el Aleph (Integrado por estudiantes de distintas facultades y universidades) hacía sus primeros espectáculos.

“Dos intérpretes inician un recital de canciones comprometidas”, como “El rock del Vietnam”, luego vino “un conjunto de pequeños sketchs que se van desarrollando con fluidez en los que se ironiza la propaganda comercial, los enajenadores programas de TV y a la universidad por su incapacidad de entregar profesionales integrados a la sociedad. Y junto a la ironía, la nota dramática sobre la soledad, la injusticia social, la explotación del hombre por el hombre, el imperialismo”.

Aquí, agrega el escritor chileno “nadie interpreta a nadie, no existen textos propiamente tales, la gente que está en el escenario glosa sus vivencias, mostrando su realidad íntima”. Al final, se mezclan con el público. “Todo principia y termina como si fuera una reunión de amigos”.

Creación colectiva

“¡Cuidado… ahí va un melón! -gritó el Loco Marinello”- tirándolo “al centro del pequeño escenario. Como un resorte, la decena de jóvenes que conversábamos a viva voz nos lanzamos desde todos los puntos intentando evitar que cayera al suelo. Lo logramos. Estaba intacto. Un melón imaginario, claro está”.

1969 • “Se sirve usted cocktail molotov”

1969 • “Viva in mundo de Fanta Cia”

1971 • “Cuantas ruedas tiene un trineo”

1972 • “Erase una vez un rey”

1972 • “Aaah, Oooh, Aaah”

Aleph | .La democracia del miedo

Canciones Alephianas

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“Sin ser un grupo de teatro musical, la música siempre ha sido un sello de la producción alephiana, música mayoritariamente en vivo y creaciones propias”, festivas y populares.

“Ennoblécete” (Bolero egocéntrico en tiempos de la UP), “Puta que es feo el folklore” (Ritmo de cachimbo estilo neofolklore), “Perjudícame” (Bolero masoquista).

Jerzy Grotowski

“En el Festival de Teatro de Córdoba (1971), la estrella indiscutible fue Jerzy Grotowski. Dio una conferencia en un teatro repleto en medio de una parafernalia, flanqueado por dos tremendas minas y un séquito de mamones, y acosado por periodistas, fotógrafos y fans. Era como ver a un rock star. Su actitud era como indiferente… pero dio una conferencia brillante”.

Después, antes del encuentro oficial programado con él, los Aleph le hicieron dos peticiones: “¿Nos permitiría llamarlo Don Groto”, porque costaba pronunciar su apellido. Aceptó.

Segunda petición: “Don Groto… Ud. debe estar agotado ¿Por qué no vamos a un restorán a orillas del lago a servirnos alguna cosita y conversar”. Soltó una carcajada y aceptó. Reconoció que era su deseo desde que había llegado.

1974 • Y al principio existía la vida

1973 • Cuento navideño

1972 • Grufftufss

1972 • Vida, Pasión y Muerte de Casimiro Peñafleta, preso político

Integrantes del Aleph

Oscar Castro / Alfredo Cifuentes / Marietta Castro / Juan Mc Leod / María Elena Parra / Ana María Vallejo / Ana María Saravia / Fernando Cordero / Marcia Savaget / José Luis Triviño / Miguel Luis García / Elina Iribarren

1973: “Un cuento de Navidad”

En agosto de 1973 el Aleph regresó a Chile luego de una gira por festivales de Francia, Suiza y Cuba.

“Tras el golpe el grupo creó esta obra para llevar un mensaje de paz y de esperanza a los niños en un país destrozado por la barbarie.

“Nadie podía imaginar la dimensión de la tragedia que recién comenzaba y menos que el Aleph iba a ser víctima de la persecusión, el cautiverio y la muerte”.

Antes de…

“Al principio existía la vida” es la última obra del grupo antes que los hermanos Oscar y Marietta Castro fueran detenidos y Julieta Ramírez (madre de ellos) y el actor del grupo, John MacLeod, ingresaran a la lista de detenidos-desaparecidos luego de visitarlos en el campo de concentración Tres Álamos.

“En 2017, los autores del crimen de Julieta Ramírez fueron condenados y el Estado de Chile indemnizó a Oscar Castro, recursos invertidos en la Sala Julieta, el nuevo hogar del Teatro Aleph en Chile (La Cisterna)”.

“A fines de 1974 el Aleph desapareció del circuito teatral y cultural de Chile” iniciando “una nueva etapa -tan dolorosa como hermosa-”.

Cautiverio del “Cuervo”

“A los quince días que llegué al campo de concentración me lancé con mi primer espectáculo, ´Vida, pasión y muerte de Casimiro Peñafleta`.

“Era un monólogo, pero colaboraba todo el mundo. Después fueron `El proceso de Lúculo´, de Brecht, y `Antígona´. En el campo de concentración de Chacabuco se hicieron más cosas, pero el hacinamiento afectaba hacer bien el teatro”.

“En Ritoque se podía ver todos los días a un tren de carga transportando cobre. Le pusimos nombre a las calles, inventamos una sociedad. Era La Alcaldía que inauguraba un banco, un campeonato deportivo… era muy respetada. Participaba todo el campamento.

“Cuando se hacía la presentación del Alcalde, sale el pueblo, la banda de guerra con guitarras, cucharas… con paso de parada, todo muy serio y hermoso. El Alcalde tanbién recibía o despedía a los compañeros cuando llegaban o salían en libertad. Fui el segundo alcalde… y vitalicio”.

“El 24 de noviembre de 1976, tras dos años de detención sin juicio, sin cargos y sin sentido, Óscar Castro fue dejado en libertad. En diciembre viajó al exilio en París”.

1989 • La Tralalaviata (pièce – représentations: France)

1987 • La casa acepta el fracaso

1986 • El Kabaret de la última esperanza

1984 • Talca, París y Broadway

1982 • La noche suspendida

1980 • El exiliado Mateluna

1976 • La guerra

1975 • Sálvese quien pueda, el amor latino llega!

1974 • La Trinchera del Supertricio

Aleph

Trabajos en el Camino

“Entre exilios y desexilios, entre ciclos que se cumplen y etapas que comienzan y terminan, el Aleph ha pavimentado su camino con obras de las más diversas temáticas, formas y contenidos”.

Hasta llegar a la casa propia.

Bajo el cielo de Ivry-Sur-Seine

“En París buscamos un lugar para instalarnos. Encontramos una fábrica de cartones en 30 rue Cristóbal Colón. Yo que siempre he reivindicado mis orígenes indígenas, caer en esa calle me parecía una burla del destino.

“Como el alcalde era amigo mío le sugerí que la renombrara como Neruda o García Lorca… Con el quinto pastis (licor de anís con agua y hielo) mi amigo encontraba a Colón ya no tan perverso, al siguiente decidí retirarme… antes le dije: Me voy, porque si seguimos tomando me vas a salir con que Colón era un revolucionario y yo podría quemarte la alcaldía.

“El alcalde de Ivry, un apasionado por el teatro, hizo todo para que me sintiera como en mi casa.

Allí puse un pedacito de Chile. Allí funciona mi teatro y la Escuela Latin Actor. Es nuestra casa”.

Casa propia en Chile

El Aleph define el teatro “como un derecho humano inalienable y ninguna persona puede ser privada del derecho no sólo a ver teatro, sino a hacer teatro en cualquiera de sus formas”.

La actividad escénica bajo el concepto Teatro de la Gente y de los Oficios es “uno de los aportes más significativos del Aleph para la creación de un teatro popular que contribuya a mejorar la vida de las personas”.

Un teatro que “incorpora experiencias vividas por gente común y corriente de las más diversas procedencias, unidas por una actividad, nexo o situación laboral o social común, como protagonistas de su propia creación y de su propia vida”.

Es lo que también se vive y practica en la comuna de La Cisterna, en Santiago, en la sala Julieta, el lugar donde está asentado el nuevo Aleph Chile, a cargo de la actriz y directora Gabriela Olguín.