El 18 de marzo de 1990, 13 pinturas valoradas en 500 millones de dólares (más de 354.355 millones de pesos) desaparecieron del Museo Isabella Stewart Gardner de Boston, Estados Unidos, sembrando así la leyenda del “robo de arte más grande del mundo”.

Ocurrió horas después del Día de San Patricio, celebración cultural (y casi etílica) que tenía a miles de ciudadanos concentrados en otros menesteres al momento del delito, el cual tuvo como protagonistas a dos hombres que se hicieron pasar por policías para entrar -tranquila y arbitrariamente- en las galerías de una de las instituciones pictóricas más importantes del circuito internacional.

La dupla se presentó ante el vigilante del museo (un joven sin entrenamiento policiaco) y le pidieron abandonar el mesón con la escusa de efectuar una orden de arresto. Lo esposaron, lo amarraron y fueron por el segundo guardia. “Esto es un atraco”, les dijeron ya inmovilizados, frase que hoy da título a una mini serie documental de Netflix que revive la historia.

Bajo la dirección de Colin Barnicle, la producción intenta recrear la escena del crimen y los días que lo sucedieron, con especial énfasis en las investigaciones y suspicacias que rodearon al caso. El rodaje y el proyecto, en total, demoraron cinco años.

La historia, 31 años después, continúa causando curiosidad, asombro y no poca indignación: se estima que una vez adentro, los “policías” concretaron el robo de 13 obras de arte (de autores como Rembrandt, Vermeer, Degas y Manet, entre otros) en 81 minutos, tiempo suficiente para hurtar otras antigüedades del museo.

Así encontraron a uno de los vigilantes al momento del robo.

Las pinturas están avaluadas en 500 millones de dólares, y por lo mismo -y por su acervo histórico y cultural- fue anunciada una recompensa que hoy ya va en 10 millones de dólares (y con posibilidades de crecer).

Una de las piezas que más dolor causó entre los curadores, fue “La tormenta en el mar de Galilea”, el único paisaje marítimo que pintó Rembrandt. De este último descolgaron una de sus piezas más icónicas -la más importante del museo-, aunque sin llevársela: un “Autorretrato” que dibujó a los 23 años y que inexplicablemente fue dejado en el piso.

 "La tormenta en el mar de Galilea"
“La tormenta en el mar de Galilea”

Otra obra preciada y perdida fue “El concierto” de Vermeer, artista del que se cree que existen apenas 36 pinturas. Sin embargo, y sin razón aparente, los delincuentes no tocaron los cuadros de Rafael, Tintoreto y Tiziano, algunos de los más “caros” de su colección.

“Chez Tortoni” de Édouard Manet, robada.

La historia de la legendaria construcción del Isabella Stewart Gardner en Boston (que podría ameritar un documental aparte) y las siempre llamativas y sofisticadas características que envuelven a los delitos de arte, son algunos de los catalizadores de “Esto es un atraco”, cuyo fin es repasar plano a plano, detalle a detalle, el robo que 31 años después continúa siendo una incógnita.

Al parecer, aquella noche, los ladrones no tuvieron tiempo para recorrer el inmueble completo, o por lo menos no fue ese su objetivo. Su extraña ruta por estos días también es una especie de obra de arte que el propio museo exhibe a sus visitantes, y que detallan con pormenores en su sitio web.

Paradójicamente, el carácter estético del atraco puede apreciarse simbólica y artísticamente gracias al testamento de la gestora y fundadora del museo, Isabella Stewart Gardner, quien dejó establecido que la colección debe mantenerse “sin cambios de ningún tipo”, sin pretextos.

Gracias a aquel mandato, hoy se exhiben íntegros los 13 marcos vacíos desde donde las pinturas fueron recortadas: 13 rectángulos de madera que testifican empíricamente que el robo de arte más grande de la historia sigue impune.

www.gardnermuseum.org