El ejercicio de pensar un Museo de la Democracia ideado, pensado y realizado por feministas puede dar cuenta de las dificultades que podría conllevar realizar la idea del Presidente Sebastián Piñera.

Si se aceptara esa idea, habría un primer punto: definir qué feministas se harían cargo de liderar el proceso. Después debieran definir el proceso, porque no sólo debiera ser democrático (para ser consecuentes con el tema) sino que además, más que nos ser machista, ser feminista. Y en esto, tenemos poca experiencia.

Salvados todos esos desafíos, lo más probable es que lleguemos a un Museo que plantee que no se puede hablar de Democracia en Chile antes de 1949 (cuando se aprueba el voto femenino), y que esta siguió y -probablemente para muchos- sigue discriminando a muchas mujeres y a minorías. Por lo tanto, que el Museo de la Democracia contendría la historia de sistemas políticos que nunca han sido Democracias, así, con mayúscula.

El resultado de un ejercicio como éste podría ser un Museo de la Democracia que podría tener gran cantidad de personas en contra. Contraproducente.

Museo de la Democracia o cómo perder el control

Las ideas deben ser buenas y, además, ser bien formuladas, ser viables y, en lo posible, ser planteadas en un buen momento. La idea del Presidente Sebastián Piñera es mala o, al menos, muy compleja (como espero haya quedado ejemplificado arriba), fue mal formulada, no parece viable de realizar en su gobierno y, claramente, lo hizo en un muy mal momento.

Muy mal momento

Partamos por lo último. Cuando todavía se sigue discutiendo y las aguas están revueltas por la salida del ex–ministro de las Culturas Mauricio Rojas debido a sus opiniones sobre el Museo de la Memoria, es muy poco adecuado el momento para proponer un Museo de la Democracia, ya que resulta muy difícil no relacionarlo con esa contingencia. Muchos hablan de “empatar” y de no reconocer en los hechos -y no sólo en las palabras- el valor del Museo de la Memoria.

El Museo de la Memoria busca un “nunca más”, reparar en algo a los familiares y a los entornos de las víctimas. No es tan distinto a los Memoriales y Museos del Holocausto (y no he escuchado voces pidiendo incluir en ellos la mirada de los nazis). No es un Museo Histórico, que es el destinado a mostrar, revisar y discutir sobre la Historia, las distintas posturas y enfoques (No olvidemos que a su ex–director lo despidieron –renuncia no voluntaria- precisamente por hacer lo que algunos le piden al Museo de la Memoria).

En este contexto, parece sano –y estratégico- esperar que se aquiete la discusión sobre el Museo de la Memoria para luego empezar a hacer propuestas “nuevas”, fuera de programa.

No es viable, hay otras urgencias

El Gobierno tiene dos o tres grandes tareas por delante en la cartera de las Culturas. La primera, como ratificara el Presidente en su Cuenta Pública, es la implementación del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, desafío mayor que implica contratar cientos de personas, instalarse en todas las regiones (incluyendo Ñuble) y hacerlo de la manera más armónica posible con sus trabajadores, que se encuentran fragmentados en diversas asociaciones (ANFUDIBAM, ANFUCAP, ANATRAP…). Sólo trabajar y avanzar

Otro gran desafío es modificar el marco legal e institucional que rige al Patrimonio Cultural del país, tema muy sentido y demandado hace años pero en el que no hay consensos, sino más bien se vislumbran grandes discusiones y posturas antagónicas. Chile está muy atrasado en esta área, incluso en relación a varios países de la región, y debiera ser una prioridad avanzar en ella. Este tema, urgente, demandará mucha energía y capacidad de negociación o de alinear suficiente fuerza como para poder sacar ésto adelante.

Como bien lo dijo la nueva Ministra de las Culturas Consuelo Valdés, hay varios Museos -y tres Museos Nacionales en particular- que deben mejorar su gestión, accesibilidad, recursos. Y esto, en un gobierno que está reduciendo su presupuesto y que no tienen la cultura como prioridad, se ve difícil.

Frente a todas las prioridades mencionadas, ¿cuál es el sentido de ponerse más trabajo arriesgando la posibilidad de cumplir con lo ya comprometido?

Una idea mal formulada

¿Basta que la Democracia sea importante para hacer un Museo dedicada a ella? La argumentación ha sido básica, con un “aire” de responder a presiones del momento más que a una reflexión que sopese los costos que una iniciativa de ese carácter tendría (aunque sospecho que sí consideró que su nombre quedaría ligado a ese Museo, aunque no se termine en su gobierno).

No ha habido un desarrollo de la idea, sus fundamentos más profundos, salvo que resalte el “pluralismo, tolerancia y el respeto”, valores que ponen en cuestión varios períodos considerdos por muchos “democráticos”.

Además, el Presidente planteó que se ubicaría en la Región Metropolitana (¡otro más!, ¿y la descentralización?), en el Museo Histórico Nacional (no hay posibilidades razonables de ampliación, a menos que quiera usar el edificio de Correos de Chile, a menos que cambien el MHN a otro lugar, que es un cambio mayor), lo que implica mezclas de temas complejos.

Una mala idea

Un Museo de la Democracia puede traer más dudas que certezas, más discusiones y desacuerdos que acuerdos, puede poner en evidencia la fragilidad de ésta y que, a la hora de definiciones, puede generar más disputas que unidad.

Entonces se podrían plantear discursos paralelos, unos de derecha, otros de centro y otros de izquierda. Pero sucede que hay varias derechas, varios centros y varias izquierdas. Y además están las feministas, las miradas de los pueblos originarios (que no han tenido democracia, si ni siquiera se han hecho ajustes de ésta a sus culturas) y podemos poner un largo etcétera.

Tal vez se podría pensar en un Centro Cultural destinado a dialogar y pensar en la democracia, algo dinámico y cambiante, vivo (ahora que muchos plantean una democracia limitada a lo local, restringida o simplemente vaticinan su muerte –y ahí, claro, podemos hacer un Museo o un Mausoleo).

Creo que lo mejor es que la idea decante, para ver si madura o se pasma.