Abuelas de Plaza de Mayo anunció este lunes la restitución de la identidad de la nieta 117, en su campaña de recuperación de los hijos de los desaparecidos por la represión en la última dictadura argentina (1976-83).

Una mujer de 37 años, cuyo nombre no fue difundido para proteger su intimidad, resultó ser la hija robada al matrimonio de Walter Domínguez y Gladys Castro, apresados por militares en diciembre de 1977 y desaparecidos desde entonces, informó en rueda de prensa la presidenta de la entidad, Estela de Carlotto.

La mayoría de los 117 nietos recuperados nació cuando su madre estaba en cautiverio en uno de los más de 500 centros clandestinos de tortura y exterminio instalados en todo el territorio. La entidad humanitaria Abuelas calcula que fueron unos 500 los bebés robados de los brazos de sus madres.

Domínguez tenía 22 años y Castro 24 cuando fueron secuestrados en su casa de la ciudad de Mendoza (oeste del país). Castro estaba en su sexto mes de embarazo. El hombre era conductor de autobuses y la mujer empleada de una panadería.

La mujer se realizó el estudio de ADN en julio de este año y supo que era la hija del matrimonio Domínguez-Castro. En la rueda de prensa estaban presentes dos de sus abuelas y un tío paterno.

Carlotto dijo que en 1994 “el Movimiento Ecuménico de los Derechos Humanos (MEDH) envió a Abuelas una denuncia anónima sobre una niña que apareció en 1978 en un hogar de una pareja mayor de un día para otro e inscripta como hija propia”.

“La dificultad para reconstruir las huellas que el terrorismo de Estado borró impiadosamente, hicieron que el hallazgo de la hija de Gladys y Walter se demorara 21 años más”, dijo la dirigente.

Un fuerte impacto político y emocional se registró en agosto del año pasado, cuando la presidenta de Abuelas encontró a su nieto, Ignacio Guido Montoya Carlotto.

Durante la dictadura cívico-militar decenas de miles de activistas políticos, sindicalistas, profesionales, estudiantes y hasta empresarios, fueron secuestrados, torturados, desaparecidos o amenazados de muerte empujados al exilio forzoso.

Maternidades clandestinas funcionaron en institutos militares y cuarteles. La mayoría de los hijos de desaparecidos secuestrados era entregada a familias vinculadas al régimen.