El presidente palestino Mahmud Abad fue calificado como un “ángel de paz” por el papa Francisco durante un encuentro entre ambos líderes en el Vaticano, un día antes de la canonización de dos religiosas palestinas.

La audiencia privada, en la que Abas y el pontífice intercambiaron regalos en un ambiente cálido, duró unos veinte minutos.

El presidente Abas debe asistir el domingo por la mañana a la canonización de Maryam de Belén Baouardy (1846-1878), fundadora en Belén del primer convento carmelita de Palestina, y de Marie Alphonsine Ghattas (1843-1927), cofundadora de la congregación de las hermanas del Rosario de Jerusalén.

Otras dos religiosas, una francesa, Jeanne Emilie de Villeneuve (1811-1854), y una italiana, Maria Cristina dell’Immacolata (1856-1906), deberán ser canonizadas por Francisco el domingo por la mañana, durante una celebración en la plaza de San Pedro del Vaticano.

Un acuerdo sobre los derechos de la Iglesia católica en los territorios palestinos, en proceso de negociación desde hace quince años, debe firmarse próximamente entre el Vaticano y el “Estado de Palestina”, anunció el miércoles la Santa Sede.

Según la agencia especializada I.Media, la firma podría tener lugar a partir de este fin de semana.

Desde hace más de dos años, el Vaticano está en conformidad con la formulación decidida por la ONU, que admitió en noviembre de 2012 a Palestina como Estado observador, lamentando que el Estado en cuestión no exista aún realmente.

Le Santa Sede, que mantiene relaciones con Israel desde 1993, negocia también desde 1999 un acuerdo sobre los derechos jurídicos y patrimoniales de las congregaciones católicas en el Estado hebreo, en particular sus exoneraciones fiscales. Sin embargo, cada encuentro semestral se salda con un fracaso.

Desde hace años, el Vaticano realiza un ejercicio diplomático delicado entre Israel y los palestinos, al haber comunidades católicas implantadas de ambos lados de esta cuna del cristianismo que sigue siendo un importante lugar de peregrinación.

Por un lado, la Santa Sede quiere evitar ofender a Israel y despertar los reproches ligados al rol de la Iglesia en la historia del antisemitismo en Europa. Pero por otro milita también por una solución con dos Estados, un estatuto especial reconocido a Jerusalén, ciudad de los tres monoteísmos, y los derechos de los palestinos en Cisjordania y en la Franja de Gaza.