En una jugada de último momento, legisladores estadounidenses lograron evitar en la noche de este viernes el cierre del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), pero financiando su funcionamiento sólo hasta el 6 de marzo, lo que obligará al Congreso a revisar el tema la próxima semana.

Si los diputados no hubieran llegado a un entendimiento antes de la medianoche local de este viernes, unos 30.000 empleados hubieran debido pasar a un régimen de licencia sin goce de sueldo mientras unos 200.000 agentes, entre ellos los responsables de la seguridad del territorio, deberían haber permanecido trabajando sin cobrar.

Miembros de la Cámara y el Senado se vieron obligados a entenderse para evitar que la agencia se quedara sin fondos a la medianoche de este viernes, luego que fallaran los anteriores intentos para financiarla por un período más largo.

El Congreso de mayoría republicana fue capaz finalmente de reunirse y aprobar, con el voto de 357 legisladores contra 60, la financiación de la agencia por una semana, luego de un voto más amplio del Senado. 

La medida deberá ser aprobada por la Casa Blanca, que pretendía una aprobación del presupuesto de la agencia hasta el fin del año fiscal, el 30 de septiembre. Los analistas piensan, no obstante, que el presidente Barack Obama aceptará esta transacción de último momento.

El financiamiento del DHS se había convertido en terreno de una intensa disputa entre los dos principales partidos del país. 

Los republicanos, mayoritarios en ambas cámaras, estaban dispuestos a votar los fondos para esta agencia si el presidente Obama abandonaba su proyecto de reforma de las leyes migratorias y de legalización de cinco millones de inmigrantes indocumentados.

El Senado había aprobado en la tarde de este miércoles un proyecto que aseguraba el financiamiento del departamento por un año sin contrapartida alguna en materia de inmigración.

Pero los dirigentes republicanos decidieron votar una medida que preveía una financiación por tres semanas de los servicios de protección de fronteras, el Secret Service (que protege al presidente, entre otras altas figuras) y los controles de pasajeros en los aeropuertos, dejando a los diputados la posibilidad de oponerse a la reforma del presidente.

De manera sorpresiva, los diputados del Congreso votaron mayoritariamente en contra de esa propuesta.