Al contrario de lo que ocurre en Pakistán, Irak y Afganistán, los organismos de inteligencia estadounidenses se han mostrado impotentes estos últimos años en Siria y hoy enfrentan el gran desafío de localizar a los yihadistas del Estado Islámico (EI).

La CIA y los servicios de inteligencia militar no pudieron desarrollar las preciosas redes de informantes capaces de suministrarles datos sobre las posiciones de los líderes del EI para que eventualmente el presidente Barack Obama decida atacarlas.

En Pakistán, explica Michael Rubin, del American Enterprise Institute, un centro de reflexión en Washington, los espías estadounidenses se basan en sus informantes, que les transmiten la posición de altos dirigentes de Al Qaeda para atacarlos.

Pero en Siria “no disponemos de ese tipo de redes”, destaca.

Además de contar con informantes, los estadounidenses han recurrido a sus drones (aviones no tripulados) para localizar a sus objetivos en Irak, Afganistán, Pakistán y Yemen. Esos artefactos se mantienen horas en el aire, a la espera de poder identificar a los talibanes o a los dirigentes de Al Qaeda.

Pero en Siria “tampoco tenemos los mismos recursos que tenemos en Irak”, lamenta Adam Schiff, Representante demócrata por California.

“En Siria no hay un gobierno con el que podamos trabajar”, explicó a la cadena CNN. Ciertamente rebeldes sirios han sido reclutados por la CIA, aunque en proporción mucho menor que en Pakistán.

Y aliados de Estados Unidos como Turquía y Catar, recuerda Michael Rubin, no necesariamente están dispuestos a compartir la información de inteligencia de la que disponen.

Aunque niegan tener relaciones con el EI, Doha y Ankara “mantienen un doble juego” y apoyan a elementos extremistas de la oposición a Bashar al Asad, argumenta.

¿Tropas en tierra?

El presidente Barack Obama autorizó las misiones de reconocimiento sobre territorio sirio, pero es difícil predecir la reacción del régimen sirio cuando los drones y otros aviones espías sobrevuelen las regiones orientales de Siria que Damasco no controla.

Según Gary Samore, exasesor del presidente Obama en cuestiones de desarme, la ecuación es simple: hay pocos riesgos de que el régimen de Asad derribe a los aviones estadounidenses si éstos bombardean posiciones del EI, que con el paso del tiempo se ha convertido en enemigo común de Damasco y Washington.

“Creo que el gobierno sirio vería con buenos ojos los ataques aéreos” contra los yihadistas, pronostica.

“No existe motivo alguno para que se metan”, afirma Samore, actualmente docente en Harvard.

Queda un problema: qué tropas enviar a los territorios arrebatados al EI tras los ataques aéreos.

“La pregunta es si se está en condiciones de desplegar (tropas) tras los ataques aéreos y controlar esos territorios del este de Siria. Muy probablemente la respuesta es ‘No’”, advierte Samore.

En lo que concierne a los yihadistas, los drones estadounidenses Reaper y Predator pueden volar a gran altura y eludir el riesgo de quedar al alcance de los insurgentes, que disponen de armas anti-aéreas de corto alcance, subraya Huw Williams, analista de la consultora IHS Jane’s, especializada en cuestiones de defensa.

“Si la defensa anti-aérea siria no ataca a los drones estadounidenses, éstos no deberían tener demasiados problemas para bombardear al Estado Islámico y emplear las mismas tecnologías de vigilancia y las mismas armas que emplean en otros teatros de operaciones”, explica.