La ministra del Trabajo, Javiera Blanco, junto con saludar y agradecer a los nueve integrantes extranjeros que conforman la Comisión Asesora Presidencial que analiza el sistema de pensiones, los llamó a pensar con libertad e independencia mejoras al sistema, “que asegure una vida digna en la vejez y en la invalidez”.

La secretaria de Estado asistió al inicio de la segunda jornada en que se reúnen los expertos internacionales del grupo que preside David Bravo, oportunidad en que destacó que su trabajo “constituye un paso clave para lograr uno de nuestros objetivos estratégicos en materia de protección social, esto es: asegurar pensiones dignas para todos los chilenos y chilenas”.

En ese sentido, recordó que cuando se privatizó el sistema de pensiones, se prometió que el nuevo modelo aseguraría una protección efectiva a toda la población en edad de jubilar, “con tasas de reemplazo que bordearían el 70%. Los hechos han mostrado con toda claridad que esa promesa no se cumplió”.

“La OCDE ha calculado la tasa de reemplazo promedio para Chile en torno a un 40%, que expresa además una fuerte inequidad de género, ya que para los hombres es de 45.5% y para las mujeres de apenas 36.6%. Esas cifras, ciertamente, nos hablan de altos grados de vulnerabilidad en la vejez, realidad que aspiramos a modificar de manera sustantiva”, agregó.

Sin embargo, destacó que en 2008, durante el primer gobierno de la presidenta Michelle Bachelet, se realizó una importante reforma previsional, que incorporó cambios muy positivos, particularmente en lo referido a la responsabilidad social del Estado en materia de previsión social.

La implementación de la reforma ha tenido aspectos positivos en materia de protección de los sectores más vulnerables, a través del pilar solidario, “pero el sistema mantiene desafíos pendientes en materia de cobertura, competencia y, especialmente, en calidad de las pensiones.El tiempo es propicio, entonces, para que abordemos una reforma de segunda generación”, indicó.

La ministra sostuvo que “tenemos una industria altamente concentrada, con una gran brecha entre las utilidades del patrimonio propio y el rendimiento de los fondos; y además, con una fuerte crisis de legitimidad a los ojos de una ciudadanía cada vez más empoderada”.

Por lo mismo, la secretaria de Estado resaltó que “Chile vive un tiempo de cambios y esperanzas, cuyo norte es constituirnos en una sociedad auténticamente desarrollada, que no se mida por el PIB per cápita sino por la mezcla de crecimiento con mayor equidad y cohesión social. Una sociedad que fomente el ejercicio de las responsabilidades personales de sus ciudadanos pero que también les dé acceso a derechos sociales y a una solidaridad institucionalizada, por el simple hecho de formar parte de una comunidad de iguales”.