Este domingo, una nave rusa con 45 ratones y 15 lagartos a bordo, junto a otros pequeños animales, regresó de una misión de un mes en órbita con información que los científicos esperan abra camino a un vuelo habitado a Marte

El centro de control ruso indicó que la nave espacial Bion-M aterrizó suavemente con la ayuda de un sistema de paracaídas especial en la región de Oremburgo, a unos 1.200 km al sureste de Moscú.

A bordo se encontraban 45 ratones, ocho jerbos (pequeños roedores de los desiertos) de Mongolia, 15 lagartos, 20 caracoles y otros organismos vivientes que estaban colocados en compartimentos separados y bajo vigilancia video permanente.

“Es la primera vez que han sido enviados animales solos al espacio durante un periodo tan largo”, declaró a la televisión pública Rossia Vladimir Sytchov, del Instituto de Problemas Biomédicos, encargado del programa.

Sytchov estimó que el experimento había sido globalmente un éxito. No obstante informó, en declaraciones a la agencia Interfax, que no todos los animales habían sobrevivido.

“Todos los lagartos están vivos. Hemos recuperado (vivos) la mitad de los ratones. Desgraciadamente perdimos a todos los jerbos a causa de un problema técnico”, explicó.

La nave también transportaba huevos de peces, microorganismos, semillas y plantas, para estudiar igualmente los efectos de la ingravidez sobre su evolución.

Valery Abrashkin, director del programa del centro de investigación espacial TsSKB, indicó cuando despegó la misión en abril que el estudio tenía como objetivo determinar cómo se adaptan los cuerpos a la ingravidez “para que nuestros organismos sobrevivan en vuelos muy largos”.

“No sabemos cómo puede influir la ingravidez en el comportamiento de los ratones, tal vez van a enfrentarse por la comida”, había declarado por su parte otro responsable del programa en el Instituto de Problemas Biomédicos, Evgueni Iline.

El Centro de Estudios Espaciales Francés (CNES), asociado al programa ruso, estimó el domingo que “este proyecto permitirá franquear una etapa adicional y decisiva en la adaptación del hombre a la ingravidez”.

Los ratones estaban identificados con un dispositivo electrónico implantado bajo la piel. Otros ratones del mismo grupo, que se quedaron en tierra, permitirán comparaciones sobre la evolución de los tejidos, del sistema nervioso y del esqueleto.

Un laboratorio de investigación móvil fue desplegado cerca del lugar en el que aterrizó la cápsula para hacer un rápido análisis de la respuesta de los animales a su viaje y a su regreso a la Tierra.

Los científicos apuntaron a la necesidad de utilizar animales porque eran sometidos a unos experimentos imposibles de realizar en los humanos que se encuentran actualmente operando en la Estación Espacial Internacional (ISS) .

Los rusos habían utilizado ya animales para preparar vuelos espaciales humanos. Varios simios habían pasado tiempo en el espacio para preparar las misiones humanas a bordo de la estación soviética “Mir” y luego de la ISS.

El primer experimento soviético de ese tipo fue el vuelo de la perra Laika en 1957, que precedió al primer vuelo espacial de un hombre, Yuri Gagarin, en 1961, sin embargo murió al cabo de pocas horas en el espacio.

Hace tiempo que Rusia apunta a Marte y ahora se fija el año 2030 como fecha para empezar a crear una base en la Luna para volar al planeta rojo.

Pero problemas recientes de su programa espacial -incluido el fracaso del satélite de investigación que Moscú trató de enviar a una de las lunas de Marte el año pasado- han puesto en duda el futuro de las exploraciones rusas.