La Casa Blanca dijo el viernes que fueron los civiles sirios, los israelíes y sus propias fuerzas de seguridad los que motivaron al presidente Barack Obama a vetar un plan gubernamental de armar a los rebeldes sirios contra el régimen de Bashar Al Asad.
El secretario de Defensa, Leon Panetta, había reconocido el jueves durante una audiencia en el Congreso, que en el pasado respaldó la propuesta de armar a la oposición siria, plan que finalmente no se adoptó.
Pero el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, argumentó el viernes que el problema en Siria no se trataba de falta de armas, sugiriendo que los rebeldes ya recibían provisiones suficientes por parte de otras potencias regionales, y que Asad recibía ayuda externa, como de Irán.
“No queremos que ningún arma caiga en las manos equivocadas y se vuelva potencialmente peligrosa para el pueblo sirio, nuestros aliados israelíes o Estados Unidos”, dijo Carney a los periodistas.
Carney agregó que la prioridad era asegurarse de que cualquier apoyo que Estados Unidos provea en Siria sea efectivamente una presión contra Asad.
El reconocimiento de Panetta hizo enojar a muchos legisladores que tienen una posición favorable a brindar apoyo a los rebeldes sirios, incluyendo al republicano John McCain.
También desató especulaciones sobre una división dentro del gabinete de Obama y la idea de que el presidente es débil en su apoyo al pueblo sirio.
Carney se negó a hacer declaraciones sobre las deliberaciones internas del gobierno en torno a su política en Siria, la cual según afirmó, está en permanente revisión y no se reduce a una simple decisión.
Hasta el momento, Estados Unidos ha limitado su apoyo a la ayuda humanitaria y asistencia no armamentista a los rebeldes sirios, incluyendo equipamiento de comunicación.
Al gobierno le preocupa que tras una eventual caída de Asad en Siria, algunos grupos rebeldes cambien de posición y se transformen en militantes islamistas armados.