Guillermo Vilas cumplió 60 años este 17 de agosto. El 2 de setiembre próximo, James Scott Connors, Jimmy Connors, festejará también 60 primaveras. Rivales en una de las mejores épocas del tenis profesional entre los 70′ y 80′ fueron, junto a Björn Borg y John McEnroe los fundadores del tenis superprofesionalizado que hoy pueden disfrutar cientos de jugadores.

Connors, nacido aquel 2 de setiembre en Belleville, Illinois, EEUU, representante de un país potencia en ese deporte, tuvo en su madre una asesora que rápidamente se dio cuenta lo mucho que movía el tenis y lo poco que quedaba en manos de los competidores.

No necesitó el poseedor de 109 títulos profesionales (hasta ahora, el más ganador de la historia) hacer grande su actividad en una nación que ya dominaba los rectángulos de casi todo el mundo.

Pero sí fue necesaria su lucha por engrandecer al tenis, hacerlo más profesional, presionar para que los certámenes rodearan a los jugadores de todo lo necesario, acercar a los primeros auspiciadores grandes, hacer de los torneos en su país un feudo para tenistas locales.

Y además sumó glamour: rápidamente se enamoró de una incipiente campeona como Chris Evert, convirtiéndose ambos en “la” pareja del ambiente, obligando a los medios a seguirlos permentemente.

Guillermo Vilas, ganador de 62 torneos, entre ellos dos veces el Abierto de Australia, una vez Roland Garrós y el Us Open (precisamente le ganó a Connors en la final de 1977) y un Master de caballeros no contó con una madre visionaria, pero si con un padre, el escribano (notario en Chile) Roque Vilas quien lo impulsó a aprender, a practicar tenis cuando el porteño (Vilas nació en la capital federal, no en Mar del Plata como se ha señalado erróneamente) tenía 6 años.

Ya en el incipiente profesionalismo, un jugador europeo de nivel medio pero muy despierto, partner del gran Ilie Nastase observó al talentoso sudamericano y se ofreció para asesorarlo, para darle indicaciones en los partidos.

El rumano Ion Tiriac, de él se trata, colgó la raqueta para siempre y le abría las puertas a una nueva especialidad: los coaches en el tenis. Vilas fue el primero de esa gran camada de jugadores que asumiría que sin un equipo rodeándolo, sería imposible sostener una carrera trascendente…Vilas, además, convritió al trabajo en un culto.

Cinco, seis horas diarias de entrenamiento durante sus años de esplendor. Un verdadero atleta que, además, le hizo ver a gran parte de sus conciudadanos que se podía jugar, que el tenis no era para una clase social elevada sino que estaba al alcance de la mano de todos aquellos que quisieran practicarlo disfrutarlo.

Transformó la geografía de Buenos Aires. Llegando en avión a la capital trasandina era fácil divisar pequeños rectángulos naranjas en todos los barrios. Eran canchas de tenis, las que crecieron por doquier y definitivamente colocaron a la clase media ad portas de practicar una nueva disciplina.

Al argentino no le faltó tampoco un acercamiento con el jet set: durante un tiempo mantuvo una relación amorosa con la princesa Carolina de Mónaco y otras beldades europeas y latinoamericanas. Hoy está casado con una ciudadana tailandesa de muy bajo perfil que le ha dado tres niñas.

Vilas y Connors, dos grandes del pasado que a los 60 años mantienen estatura de ídolos homenajeados permanentemente por lo que dieron desde un deporte al que hicieron crecer a partir de su juego y de sus hazañas. Este también es un homenaje para dos campeones ejemplares.