En plena isla Rey Jorge el joven científico nacional Héctor Mansilla encontró huellas dejadas en la orilla de un lago por aves similares a zorzales, caranchos y patos, hace 48 millones de años, cuando la Antártica todavía estaba unida a la Patagonia.

Según un artículo de la revista Antarctic Science uno de estos registros, el de la icnoespecie Avipeda, es el primero que se realiza en la Antártica.

Esta investigación permite redescubrir para la ciencia un lugar que hace millones de años se parecía mucho a los pantanos costeros de Magallanes o a los bosques de la Región de Los Lagos, con especies afines al mañío, la araucaria, el coigüe, el ciprés o el ulmo. Igualmente, se ha corregido la datación de piezas anteriores y se obtuvo un conocimiento más acabado de las aves que habitaron esta lejana isla polar.

“El año 2009 viajé a la isla Rey Jorge gracias al doctor Marcelo Leppe, paleobiólogo del Instituto Antártico Chileno, quien me invitó a participar en su proyecto sobre las conexiones entre la Patagonia y la Antártica. Dentro de los lugares que teníamos que explorar estaba el cerro Fósil y ahí se produjo este hallazgo con más de 60 piezas encontradas ese año”, comentó Mansilla, actual encargado del Laboratorio de Paleobiología del Inach.

La icnología es una rama de la Paleontología que estudia las marcas fósiles dejadas por la actividad de los organismos; dichas marcas son conocidas técnicamente como icnitas o icnofósiles. Ya que un mismo tipo de huellas puede ser dejado por especies distintas, la icnología ocupa una sistemática diferente, refiriéndose exclusivamente a la huella y no al productor de ésta, por lo que en estos casos se habla de icnoespecies.

Existían reportes de huellas de aves desde los años setenta, hechos por el geólogo Vladimir Covacevich. Gracias a estas 60 piezas recuperadas por Mansilla, Leppe y Natalia Varela se pudo redescribir una de las huellas encontradas por Covacevich (Antarctinus fuenzalidae) como Gruipeda fuenzalidae, un ave similar al zorzal con garras pequeñas. También se encontraron huellas de un Fororracoide, ave carnívora de gran tamaño e incapaz de volar.

En el artículo publicado por Antarctic Science se describen también huellas de Avipeda, similar al carancho, con hálux elevado (dedo hacia atrás) y garras. En este caso, es el primer registro en la Antártica de Avipeda. Finalmente, logró definir tres huellas de Uhangrichnus (un pato con membrana interdigital hasta la mitad del dedo).

“Las huellas fueron depositadas en la orilla de un lago: tenemos restos de tallos de Equisetites, que son plantas que viven en este tipo de ambientes, y tenemos también ondulaciones dejadas por el agua en el sedimento (ripplemarks) y gotas de lluvia o paleogotas (raindrops)”, explicó el investigador del Inach.

La característica más importante son los ripplemarks, ya que se trata de ondulaciones muy juntas unas de otras, indicando que la energía era muy baja en el lugar, probablemente un lago. Este escenario lacustre tenía mucha vegetación, con Nothofagus, Lauraceae y las ya nombradas equisetales. “Es muy similar a lo que podemos ver en pantanos costeros de Magallanes o en la Región de Los Lagos, por las afinidades de la flora”, afirmó el licenciado en Ciencias Biológicas.

Ilustración | INACH

Ilustración | INACH