El gobierno de Paraguay del flamante presidente Federico Franco se encontraba más aislado aún este domingo tras la decisión del Mercosur de suspender al país de la cumbre de esta semana y el anuncio de Venezuela de suspender sus envíos de petróleo.

El bloque sudamericano decidió suspender “de forma inmediata” a Paraguay “del derecho a participar en la XLIII Reunión del Consejo del Mercado Común y Cumbre de Presidentes del Mercosur, así como de las reuniones preparatorias”, según una nota emitida por la cancillería argentina, organizadora de la cumbre en Mendoza.

Horas antes, el canciller del nuevo gobierno paraguayo, José Félix Fernández Estigarribia, había confirmado a la prensa que iría a la cumbre, prevista el jueves y viernes, y poco después el ex mandatario Fernando Lugo, destituido el viernes, también anunció su participación.

El comunicado de la cancillería argentina expresa además su “más enérgica condena a la ruptura del orden democrático acaecido en la República del Paraguay, por no haberse respetado el debido proceso”.

La “Declaración de los estados partes del Mercosur y estados asociados sobre la ruptura del orden democrático en Paraguay” está suscripta por Argentina, Brasil, Uruguay, Venezuela, Chile, Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú.
Poco antes y desde Caracas fue el presidente venezolano Hugo Chávez quien ajustó todavía más la faja de la presión internacional al anunciar que su país suspendía los envíos de petróleo a Paraguay.

“He ordenado retirar nuestro embajador de Asunción (…). Y también vamos a retirar el envío de petróleo. Lo sentimos mucho, pero nosotros no vamos a apoyar para nada ese golpe de Estado”, dijo Chávez en un acto oficial en Caracas.
“A partir de este instante”, dijo al ministro de Energía, Rafael Ramírez, “que cese el envío de petróleo producto del Acuerdo energético de Caracas”.

Además, se está negociando la convocatoria de una reunión extraordinaria de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) en Lima en los próximos días a la que también podría ir Lugo.

El ex mandatario dijo en una rueda de prensa ante su vivienda que planeaba entregar la presidencia pro témpore de la Unasur -en poder de Paraguay- a Perú, el próximo país designado a ejercerla.

“Como ustedes saben, Paraguay ejerce la presidencia pro témpore de Unasur, el próximo que asume es Perú, nos hemos comunicado con el presidente Ollanta (Humala), vamos a adelantar esa transferencia (…) también para la próxima semana”.

Interrogado sobre si escuchará el pedido del actual gobernante Federico Franco para que ayude a Paraguay a mejorar su imagen internacional, Lugo dijo que se trata de un “gobierno trucho (falso), la ciudadanía no acepta a un gobierno que ha roto la institucionalidad de la República, no se puede colaborar con un gobierno que no tiene la legitimidad de la ciudadanía”.

En las calles de Asunción, la situación era de normalidad aparente en el primer fin de semana tras el cambio de gobierno. El centro estaba desierto y los comercios cerrados, como cualquier otro domingo. La excepción era la calle Alberdi ante la sede del canal de televisión TV Pública, donde unos 1.000 opositores al nuevo gobierno -mayormente universitarios que reclaman la restitución de Lugo- mantienen una protesta que es televisada en vivo.

En el suburbio de Lambaré, donde tiene su residencia Fernando Lugo, la paz la alteraba sólo el enjambre de periodistas que esperaban sus declaraciones.

Las complicaciones más graves para el gobierno de Franco se presentan por ahora en el frente externo.
Sus socios del Mercado Común del Sur (Mercosur), Argentina, Brasil y Uruguay, decidieron el sábado retirar o llamar en consulta a sus embajadores, después de que los países de la ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América -Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua) anunciaran que “no reconocerán” al nuevo gobierno.

Brasil, principal socio comercial de Paraguay (60% del total) con grandes intereses en el país, calificó la destitución de Lugo de “ruptura del orden democrático”.

“El gobierno brasileño condena el rito sumario de destitución del mandatario de Paraguay decidido el 22 de junio pasado, en que no fue adecuadamente asegurado el amplio derecho de defensa” y “considera que el procedimiento adoptado compromete el pilar fundamental de la democracia, condición esencial para la integración regional”, según un comunicado de la cancillería.

Sin embargo, el asesor en política exterior del gobierno brasileño, Marco Aurelio García, descartó “la posibilidad de que Brasil o los demás países del Mercosur intervengan en las cuestiones internas de Paraguay”, según una nota de la oficial Agencia Brasil.

“Según García, es ‘imposible’ cualquier reversión de lo que fue decidido por el Congreso paraguayo”, añade la nota.
El nuncio apostólico local Eliseo Ariotti fue el primer diplomático en visitar a Franco en la sede de gobierno el sábado, seguido luego por el embajador de Estados Unidos y el de Alemania.

La Iglesia Católica ofició después una misa en la Catedral a la que asistió el nuevo presidente. La jerarquía católica paraguaya había instado públicamente a Lugo a renunciar después de que la Cámara de Diputados decidiera iniciarle juicio político.

En ese marco, las tensiones sociales que provocaron la crisis política que costó el cargo a Lugo continúan latentes.
José Rodríguez, líder de la Liga Nacional de Carperos, el movimiento de campesinos sin tierra que protagonizó el violento enfrentamiento de ocho días atrás en Curuguaty con un saldo de 11 campesinos y 6 policías muertos, que desató la crisis política, llamó a sus seguidores a la “desobediencia”.

“Esto se viene grande. Nosotros no reconocemos el gobierno ilegítimo de Federico Franco. Vamos a implementar a partir de ahora un plan de desobediencia como forma de protesta. Saldremos en forma permanente en las rutas para exigir el retorno de Lugo a la presidencia”, dijo en entrevista con AFP.

Lugo fue destituido el viernes luego que el Senado lo halló culpable de la acusación de “mal desempeño de sus funciones” por una mayoría de 39 votos a favor y 4 en contra.

Franco, que como vicepresidente asumió la presidencia, debe terminar el mandato de Lugo hasta agosto de 2013, y en abril organizar las elecciones presidenciales.