Los presidentes de Estados Unidos y Brasil, Barack Obama y Dilma Rousseff, sentaron este sábado las bases para estrechar la relación bilateral y la anfitriona reclamó una rápida reforma del Consejo de Seguridad de la ONU, que su país aspira a integrar de forma permanente.

La visita de Obama a la capital brasileña estuvo marcada por su anuncio del inicio de una “acción militar limitada” de fuerzas estadounidenses en Libia, aunque reiteró que no desplegará fuerzas terrestres.

Francia, Estados Unidos y Gran Bretaña lanzaron ataques desde el aire y el mar este sábado contra objetivos en Libia para intentar contener una ofensiva del régimen de Muamar Gadafi contra los rebeldes que ocupan varias ciudades.

Junto a Rousseff, Obama destacó que Brasil como miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU “se unió a Estados Unidos en la condena a los abusos de los derechos humanos en Libia”.

Sin embargo, Brasil, que es miembro temporario del Consejo de Seguridad y actualmente preside sus sesiones, se abstuvo el jueves en la votación de la resolución 1973 impulsada por Washington, París y Londres, que autorizó el uso de la fuerza en Libia.

Rousseff aprovechó la visita de Obama a su país para reiterar la principal reivindicación brasileña en el plano internacional: integrar de forma permanente un Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ampliado.

“Defendemos una reforma fundamental en el diseño de la gobernanza global, y la ampliación del Consejo de Seguridad de la ONU”, con la “seguridad de que un mundo multilateral producirá beneficios a la paz de los pueblos”, le dijo Rousseff a Obama.

El presidente estadounidense evitó expresar un apoyo explícito a Brasil, como lo hizo con India, pero en un comunicado conjunto expresó su “aprecio” por la aspiración de Brasil.

Junto a Rousseff, Obama se limitó a afirmar que “Estados Unidos seguirá trabajando con Brasil y otras naciones en reformas que hagan del Consejo de Seguridad (un organismo) más efectivo, más eficiente, y más representativo”.

El mandatario estadounidense saludó “el extraordinario ascenso de Brasil” que “ha llamado la atención del mundo”.

Recordó que Brasil es “una de las economías de más rápido crecimiento” y que ha “sacado a decenas de millones de la pobreza”.

Reiteró su voluntad de profundizar los lazos bilaterales “en base en el interés mutuo y el respeto”.

Rousseff expresó su voluntad de “construir una relación de mayor profundidad” con Estados Unidos. Pero para ello “es preciso también, con la misma franqueza, tratar de nuestras contradicciones”, advirtió.

La mandatario brasileña reclamó a Obama sobre la depreciación del dólar y otras medidas proteccionistas que afectan en particular a las exportaciones brasileñas hacia Estados Unidos de alcohol, jugo de naranja y acero.

Obama de su lado, manifestó que Estados Unidos debe tratar su relación económica con Brasil “con la misma seriedad” que lo hace con China e India.

El mandatario también dijo este sábado que Estados Unidos pretende ser uno de los “mejores clientes” del petróleo brasileño, cuando Brasil comience a exportar el crudo de sus grandes yacimientos en aguas profundas, que según la Casa Blanca sitúan las reservas brasileñas en el doble de las estadounidenses.

Obama quiere también promover la inversión de las empresas de su país en las obras para los Juegos Olímpicos de 2016 y el Mundial 2014.

Al iniciar su intervención junto a Obama, Rousseff destacó que los dos países elevaron “a los más altos puestos a un afrodescendiente y a una mujer, para crear sociedades más armónicas y generosas”.

Obama llegó a Brasil para una visita de dos días, primera etapa de una gira que lo llevará también a Chile y El Salvador. En la mañana y la tarde estuvo en Brasilia y en la noche arribó a Rio de Janeiro, donde visitará el domingo la estatua del Cristo Redentor y una favela, y pronunciará un discurso al pueblo brasileño.

Se trata de la primera gira latinoamericana de Obama desde que se reunió por primera vez con los presidentes de la región hace dos años en Trinidad y Tobago, durante la Cumbre de las Américas.

Allí prometió una nueva relación con la región, después de que hubiera quedado relegada durante el gobierno de su predecesor, George W. Bush.