Dell OptiPlex

Dell OptiPlex

Dell, una de las empresas modelo del desarrollo tecnológico, está pasando por una de sus peores crisis luego de que saliera a la luz que prácticamente el 97% de los computadores de su línea de escritorio OptiPlex -que alcanzó gran fama a nivel mundial- fallaban antes de los 3 años de uso, causando innumerables problemas en sus consumidores como pérdidas de archivos y monetarias, e incluso la posibilidad de que los computadores se incendiaran. El golpe más bajo, no obstante, fue saber que la empresa lo hacía con conocimiento de causa.

De acuerdo a un completo informe, The New York Times destapó el lunes la polémica que comenzó en 2007 cuando AIT (Advances Internet Technologies) instaló una demanda en Estados Unidos luego del colapso de cerca de 2 mil computadores de la empresa -quien se hizo la desentendida-, causándoles irreparables daños en sus arcas. Sin embargo, recién se conocieron los papeles secretos de la demanda que dejan a la manufacturera en mal pie.

¿Cómo parte la debacle de Dell? Los desarrolladores, entre los años 2003 y 2005, vendieron casi 12 millones de computadores a personas y empresas -incluyendo Wal-Mart y la Clínica Mayo- teniendo conciencia de que estaban hechos de componentes eléctricos defectuosos, los cuales podían provocar malfuncionamientos y fugas de químicos capaces de producir incendios.

Lo anterior, se debía principalmente a la compra de millones de condensadores -una pieza fundamental de la placa madre para que la corriente fluya a través del hardware- a una organización asiática llamada Nichicon, que desde su fabricación presentaban fallas -goteaban fluidos y a veces explotaban- lo que, además de Dell, afectó a empresas de la talla de Apple y Hewlet-Packard, entre otras.

Pese a esto, desde Dell hicieron un pacto de silencio del que incluso formaban parte sus trabajadores, quienes debían atender a los consumidores y hacer otras tareas sabiendo que hacían algo malo para los clientes.

Luego, Dell quiso “enmendar en parte su error” a los ojos de los usuarios, pero no hizo más que reemplazar las partes defectuosas con otras partes defectuosas, teniendo en consideración que millones de sus productos circularían sin posibilidades de arreglo y bajo la constante amenaza de dañarse en cualquier momento.

Incluso, en estos años que pretendieron tapar el sol con un dedo, fueron protagonistas de las situaciones más insólitas, como aquella que nació en el Departamento de Matemáticas de la Universidad de Texas, donde decenas de computadores Dell prestaban servicios. Una vez que los dispositivos comenzaron a fallar y se informó a los desarrolladores, ellos aseguraron que los inconvenientes se produjeron por una sobrecarga de difíciles cálculos matemáticos que la máquina debía resolver. Como para no creerlo.

Todo este enredo en el que se ve envuelto Dell ha causado sentimientos encontrados en Estados Unidos, pues la organización es una de las más influyentes, no sólo en su rubro, sino en el mundo empresarial. El conocido “Dell Model” fue sinónimo de eficiencia, manejo de recursos e inventarios, cuyo modelo de negocios fue enseñado en la Universidad de Harvard y admirado durante la última década del siglo XX.