Son 37.000 en todo el país, su actividad es exclusivamente voluntaria, sus directivos no reciben sueldos y no hacen declaraciones grandilocuentes sobre el servicio a los demás. Así es el trabajo de Bomberos, una institución donde cada integrante Caporta de su propio bolsillo para solucionar una serie de problemas propios de sus funciones.

Cuando ocurrió el terremoto y tsunami del 27 de febrero, cerca de 15.000 de sus miembros salieron a los pocos minutos a cumplir con su deber de socorrer a la población afectada. Ellos no se relajaron, sabían claramente lo que tenían que hacer y pasaron largas jornadas sin descanso, sin esperar retribución alguna, más que la íntima satisfacción del deber cumplido. Fueron miles de horas de trabajo, miles de siniestros enfrentados, miles los damnificados que recibieron su ayuda. Esto, a pesar de haber perdido 70 cuarteles y tener daños importantes en 200 de ellos.

Tres encuestas sobre el rol de las instituciones frente a la catástrofe, señalan que Bomberos de Chile es la institución que ocupa el primer lugar en el reconocimiento de la población por la labor realizada para enfrentarla.

Si hay algo que como país podemos vanagloriarnos ante el resto del mundo, es contar con una institución de voluntarios como los Bomberos de Chile, que no sólo cumplen la labor de apagar incendios, sino que realizan un conjunto de acciones de apoyo, rescate y socorro, ante distintos tipos de siniestro, inestimable en sus alcances.

Por ello, hoy piden ayuda para su institución, porque los recursos que requieren para operar son de alto costo. Necesitan cuarteles, centrales telefónicas, carros bombas funcionando, sistemas de radio, trajes anti-ignición, cascos especiales, zapatos dieléctricos, máquinas diversas de uso manual, entre otros. Además, gran parte de ese equipamiento es de procedencia extranjera y de un costo elevado por su especialización.

Según informó Tribuna del Bío-Bío, para recuperar o reparar sus cuarteles requieren de 22 mil millones de pesos. Una cifra que no es posible de conseguir sin los aportes de las grandes empresas, las personas y el Estado.