Durante siglos, las parejas a lo largo del mundo han vivido las relaciones amorosas y el compromiso que éstas representan de diversas formas.

Una de ellas es la monogamia, modelo de relaciones basado en un ideal de exclusividad afectivo-sexual entre dos personas. Otro es la poligamia, aquel régimen familiar en el que se permite -generalmente al hombre- tener más de una cónyuge.

Pero, sin importar el tipo de relación en el que te encuentres, hay una falta que afecta muchas veces de forma irremediable el curso de los vínculos afectivos: la infidelidad.

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De qué hablamos cuando nos referimos a infidelidad

De acuerdo al centro especializado Somos Psicólogos Madrid, una infidelidad “consiste en una relación afectuosa o sentimental con una persona distinta de la pareja habitual”.

“En estos casos, se produce una ruptura de la confianza entre ambas partes. Sin esta confianza mutua, que es uno de los pilares básicos de cualquier relación sentimental, la pareja queda severamente dañada“, agregaron.

Por su parte, el centro mexicano R&A Psicólogos enfatiza que una infidelidad “es un abuso o mal uso de la confianza que se ha depositado el uno en el otro en una relación”.

“Una infidelidad puede destruir una relación y a los individuos involucrados. Desolación, traición, confusión, tormento por celos, inseguridad y baja autoestima son los sentimientos que puede experimentar una pareja que ha sufrido de una deslealtad sexual o sentimental”, indicaron.

A ello, agregaron que varias parejas terminan por causa de una infidelidad, mientras que otras logran trabajar en el problema e incluso fortalecerse. “En cualquiera de los dos casos, es importante que cada uno, por bienestar individual, trabaje para asimilar lo sucedido y reparar los daños ocasionados”, concluyeron.

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¿Por qué las personas son infieles?

Respecto de las causas que llevan a una persona a ser infiel, existen diversas razones como la monotonía, la falta de deseo sexual o la necesidad de sentirse deseado, siendo éstas algunas de las más comunes según explicaron los especialistas de Somos Psicólogos.

Pero también existen otras como la creencia de que ya no hay amor en la relación, insatisfacción con la pareja, necesidad de encontrar una alternativa a la actual pareja, sensación de inseguridad personal, venganza, inestabilidad emocional o, incluso, no tener intención de ser fiel, entre otras.

Sin embargo, una de las causas que suele ser transversal a todas ellas es la falta de comunicación en la pareja, la cual provoca que las necesidades de sus integrantes no sean del todo satisfechas.

“La infidelidad es una realidad muy frecuente en Terapia de Pareja. Existen diferentes tipos de infidelidad según la frecuencia, duración y los motivos que la provoca, pero lo que sí es unánime, es que cuando esto ocurre, la comunicación dentro de la pareja no es la adecuada, haciendo protagonistas de la relación a las disputas, los malentendidos, la soledad o el silencio”, explicó la psicóloga clínica española María Jesús González.

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“Darse permiso” para ser infiel

Si bien pueden existir muchos motivos de la infidelidad, muchas veces las personas “se dan permiso” para engañar a sus parejas y, así, disminuir sus sentimientos de culpa.

Así lo dio a entender la psicóloga y colaboradora de la web especializada Psychology Today, Susan Krauss Whitbourne, quien señaló que “en un nivel básico, tener un comportamiento que creas que es inconsistente con tus valores de ser fiel y leal podría desencadenar una forma de disonancia cognitiva entre tus acciones y tus creencias”. Por ello, para cometer el acto las personas deben darse a sí mismos “permiso” para tener una aventura.

De acuerdo a un estudio de la Universidad del Sur de Misisipi, liderado por la psicóloga Michele Jeanfreau y citado por Krauss, las personas que son infieles pese a que va en contra de sus valores comparan esta acción -guardando las proporciones- con el “permiso para matar” de los soldados en medio de un combate militar.

“El ‘permiso’, en este caso, proporciona a quienes valoran la vida humana un conjunto alternativo de principios que justifican la necesidad de acabar con la vida de los soldados enemigos. Aunque la infidelidad se diferencia claramente de matar en la guerra, en ambas situaciones se produce un estado de disonancia cognitiva” que es justificado.

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Mujeres e infidelidad

Para poner a prueba esta teoría, Jeanfreau y sus colaboradores estudiaron a un grupo de mujeres con el fin de deducir en qué situaciones se permitían ser infieles pese a que iba en contra de valores que defendían, como la fidelidad y el compromiso.

Tras una serie de entrevistas en profundidad, los expertos identificaron cuatro grandes motivaciones, las cuales resumimos a continuación:

1. Legitimar la infidelidad al ver a su pareja como indigno de lealtad

Si replanteas la visión de tu pareja no como la persona que amas, sino como alguien a quien no se puede amar, es probable que te des una amplia justificación para buscar otra persona más adecuada.

Una de las participantes describió a su esposo como vengativo y destructivo, creyendo que la “mataría” si ella lo dejaba. Pese a que no se sabe si esta aseveración es cierta o no, su temor por su vida justificaba permanecer con él mientras veía a otros hombres.

2. Racionalización

Es común racionalizar el comportamiento que no encaja con nuestro código moral o visión de nosotros mismos. En el caso de la infidelidad, es una línea bastante recta redefinir tal comportamiento como si se ajustara a nuestro propio conjunto de principios.

Si eres fumador y sabes que el consumo de cigarrillos está relacionado con el cáncer de pulmón, establecerás tu propia lógica para reducir esta disonancia, haciéndote creer -por ejemplo- que no existen estudios concluyentes que vinculen esta enfermedad con el acto de fumar.

Del mismo modo, las mujeres del estudio que utilizaron esta estrategia crearon una línea intelectual de lógica que redefinió los valores o la moral de su matrimonio, logrando que una aventura amorosa fuera una opción más “aceptable”. Y es que, cuando experimentas disonancia, cambiar tus creencias es una forma segura de sentirte mejor con tu comportamiento.

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3. Reducir la culpa compartimentando

Las mujeres que adoptaron este enfoque redujeron su disonancia al dividir su cotidianidad en distintas “vidas” en la que podían llevar distintos “sombreros”. Una mujer vio que su “sombrero de aventuras” le brindaba la oportunidad de que su vida fuera “todo sobre ella”, a diferencia de su “sombrero de matrimonio”.

De regreso a casa, simplemente eligió no pensar más en esto, después de haber cambiado de “sombreros”.

4. Viéndose a sí mismo como una persona “mala”

Si tu disonancia es causada porque vives en base a un código moral alto, puedes reducir la disonancia al verte teniendo “actitudes, impulsos y acciones primitivas o antisociales”.

Si fueras una mejor persona, en otras palabras, no estarías siendo infiel. Sin embargo, cuando te ves como una persona “mala” o que tiene fallas, en cierto modo, justificas la infidelidad como algo que “no puedes evitar”.

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Una vez infiel, ¿siempre infiel?

De acuerdo a un reciente estudio de la Universidad de Denver (Colorado, Estados Unidos), las personas que son infieles una vez tienen una alta probabilidad de volver a incurrir en esta falta.

En la investigación, que analizó las relaciones de casi 500 adultos heterosexuales, se descubrió que las personas que fueron infieles en su primera relación tenían tres veces más probabilidades de engañar a su pareja posterior, en comparación a aquellos que nunca han sido infieles.

De acuerdo a la psicóloga Isabel Rovira, colaboradora de la web especializada Psicología y Mente, existen ciertos “factores de riesgo” que podrían alertarnos cuando una persona podría ser infiel:

– Bajo grado de compromiso con la relación actual.
– Descenso de la satisfacción o falta de ella.
– Aceptación de las relaciones sexuales fuera de la relación de pareja.
– Apego inseguro, evitativo o ansioso.
– Diferencias individuales en los niveles de inhibición y excitación sexual.
– Mayor incidencia en hombres que en mujeres (aunque este factor está cambiando con el tiempo).

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Además, “la personalidad y el carácter de la persona también modula en gran medida todos los factores de riesgo nombrados anteriormente. Generalmente, las personas hedonistas, con tendencias egocéntricas y con una alta necesidad de recompensas positivas tendrán más probabilidades de cometer un mayor número de infidelidades a lo largo de su vida”, expresó Rovira.

Pese a ello, deja una puerta abierta. “Si bien las probabilidades de engañar a la pareja son bastante mayores si uno lo ha hecho ya en el pasado, una persona que es infiel en una relación no está destinada irremediablemente a serlo en la siguiente“, agregó.

En este sentido, la experta concluyó en base al estudio de Denver que “es sumamente complicado determinar las probabilidades reales que existen de que una persona que ha sido infiel una vez lo sea el resto de su vida. La combinación de los factores motivación principal de la primera infidelidad, personalidad de la persona y estado de la relación actual son los mejores factores de predicción a la hora de intentar averiguar si una persona puede volver a ser infiel o no”.