Con el cambio de horario que se concretará este sábado en Chile continental e insular –con excepción de la Región de Magallanes y la Antártica Chilena–, se dará inicio al horario de verano que nos regirá por los próximos siete meses, hasta el sábado 4 de abril de 2020.

A días de este hito y al tiempo que la ciencia va generando nuevas evidencias al respecto. La discusión sobre los beneficios de esta medida vuelve a ponerse sobre la mesa, especialmente en un país como el nuestro, cuya ubicación geográfica desde el Subtrópico hasta el Subártico, “hace que el tema de los horarios no sea tan simple de tratar”, según advirtió el Dr. Adrián Ocampo del Laboratorio de Cronobiología y Sueño del Instituto de Ciencias Biomédicas, ICBM, de la Facultad de Medicina.

“Existen revisiones extensas que muestran que los cambios horarios, en particular el cambio del adelanto de fase que es el que ocurre en septiembre, es perjudicial como cambio en sí mismo porque tiene varios tipos de efectos”, afirmó.

El especialista en cronobiología del sueño nombra tres:

1. El impacto significativo en la tasa de trastornos cardiovasculares, particularmente infartos, en las semanas posteriores al cambio de hora.

2. Los trastornos en el sueño vinculados a la pérdida de una hora de sueño, lo que lleva al aumento de la somnolencia y baja en el rendimiento de las personas.

3. El desajuste de los ritmos biológicos, que forman parte de la fisiología normal de los humanos.

Respecto al impacto en los trastornos cardiovasculares, Ocampo señaló que aún se desconoce la razón última o los mecanismos que podrían provocarlos, no obstante, aseguró que este es un dato epidemiológico que existe, y hoy se estudia una aparente vulnerabilidad de las arritmias de las personas al final de la noche y su relación con el reloj biológico.

En relación a los trastornos del sueño que podrían provocarse, el especialista, enfatizó que en su gran mayoría las personas tienen la capacidad de compensar rápida y efectivamente su horario de un día para otro. No obstante, existe una población de riesgo que, dada alguna condición previa, puede tener mucha más dificultad para la aclimatación a este cambio.

En este grupo se incluyen las personas que ya tienen trastornos al dormir, además de los niños y menores de 18 años, que requieren cuotas de sueño mayores al resto de la población.

Sobre los desajustes de los ritmos biológicos, Ocampo parte por advertir que “la especie humana es una especie diurna estricta, eso quiere decir que nuestra actividad física, la vigilia, ocurre naturalmente entre el amanecer y el atardecer. Nuestra biología y nuestro reloj biológico, están hechos y diseñados para que durmamos de noche y funcionemos de día. Y esto no es trivial, dormir de noche no es lo mismo que dormir de día”.

Lo anterior supone un problema, cuando los horarios no se ajustan haciendo coincidir el amanecer con la hora de inicio de las actividades.

“El reloj biológico no sólo determina a qué hora tú duermes y a qué hora descansas, sino que determina prácticamente todas las funciones fisiológicas: cómo funciona el corazón, el hígado, los riñones, prácticamente todo el organismo, porque a diferencia de lo que se pensaba antes, tenemos muchos relojes biológicos (…) pero el que manda es el del cerebro”, explicó el académico de la Facultad de Medicina.

“Ese tiene que ponerse a la hora todos los días en la mañana, si no lo hace, los relojes del cuerpo empiezan a desordenarse”, añadió.

El debate por los cambios horarios en Chile

Con esta información respecto a los efectos del cambio horario, Ocampo abrió la reflexión sobre las modificaciones que se han hecho en este ámbito en el país, y las posibilidades de pensar en nuevas soluciones.

En este sentido, el experto levantó una fuerte crítica a la medida tomada en el pasado gobierno de Michelle Bachelet, cuando se decidió mantener durante todo el año el horario de verano.

“Eso se tradujo en que a medida que nos metíamos en el invierno, nuestras mañanas se iban haciendo progresivamente más oscuras, y las tardes más iluminadas. El problema que tiene eso y la razón por la cual yo defendí la posibilidad de volver al cambio de horario en su momento, es precisamente porque lo que no tiene que ocurrir con los humanos es que las mañanas sean oscuras. Y la razón última de eso es de carácter biológico y tiene que ver con que las horas del sol del amanecer contribuyen a que el reloj biológico se ponga a la hora todos los días”, dijo.

Sin luz en la mañana, el reloj biológico de los humanos queda perdido y el cerebro sigue funcionando como si fuera de noche, lo que se conoce como el “Jetlag social”, en el que hay un desajuste entre el reloj biológico interno y lo que te exige la sociedad para funcionar: ir al colegio, trabajar, participar de actividades sociales, etc.

Por esta misma razón, el especialista también es crítico de la medida adoptada por la Región de Magallanes y la Antártica Chilena, que desde 2017 mantiene el horario de verano durante todo el año.

“Me parece que fue la peor decisión de todas, porque está amaneciendo a las 10 de la mañana en pleno invierno. Yo invitaría a que esto se discuta y que los expertos nos puedan indicar cuál es la solución más correcta”, afirmó.

Y siguiendo en la línea de repensar mejores soluciones para el país en este ámbito, el profesor Ocampo sostuvo –que al igual que varias naciones de la Unión Europea–, el ideal sería mantener un solo horario durante todo el año en atención al impacto en salud pública que estos cambios tienen.

“Lo deseable es que ojalá no se cambie la hora en todo el año y lo que se mantenga sea la hora de invierno. Lo que es recomendable (…) es que en un futuro no muy lejano la hora de Chile se corra hacia el Pacífico, es decir al UTC -5, que es el horario de Perú y Ecuador, que probablemente sean las más adecuadas, porque la mayor parte de la población del país tendría luz al despertar, que es lo que realmente importa para que el sistema biológico y el sueño funcionen de manera adecuada”, finalizó.