El Trastorno del Espectro Autista, TEA, es una condición que se relaciona con el desarrollo cerebral que afecta las habilidades sociales, la comunicación y el comportamiento esperado de un niño.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 1 de cada 160 niños (0,625%) padece de esta condición en el mundo. La prevalencia de este trastorno ha ido aumentando en países desarrollados, debido a la mejora de herramientas diagnósticas y la mayor educación al respecto. En Estados Unidos, el Informe del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades 2020, informó que la tasa de prevalencia de TEA aumentó, con 1 de cada 54 niños pesquisados con esta enfermedad.

En este contexto, el diagnóstico precoz es clave para poder realizar una intervención temprana. Incluso hay diversas investigaciones que señalan que mientras antes se diagnostique mejores serían los resultados en los niños, tendrían una evolución más normalizada. La Academia Americana de Pediatría recomienda que todos los niños sean evaluados para detectar TEA durante su visita de control a los 18 y 24 meses.

Entre los tratamientos que existen para tratar este trastorno están los de enfoques al comportamiento y comunicación, medicamentos y medicina complementaria. Además, se están desarrollando terapias experimentales con células madre de cordón umbilical con fines científicos.

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“La mayoría de las veces la sangre del cordón umbilical es desechada porque se desconoce los múltiples beneficios que tiene. Ya sirve como insumo para terapias aprobadas en cánceres de sangre, pero también hay avances importantes con resultados prometedores en Fases iniciales a nivel mundial de su uso en ensayos en otro tipo de enfermedades, como el Trastorno de Espectro Autista”, señala Jose Parraguez, Director Científico del Banco Público y Privado de Vidacel.

Investigación de la Universidad de Duke

Una de esas investigaciones se está llevando a cabo en la Universidad de Duke, en Estados Unidos, liderada por la Dra. Joanne Kurtzberg, profesora del departamento de Pediatría de la Facultad de Medicina y Directora Científica del Programa de Terapia Celular Clínica.

Actualmente dicho estudio clínico se encuentra en Fase 2, doble ciego, con el objetivo de evaluar la eficacia de la infusión de sangre del cordón umbilical para mejorar los síntomas centrales del TEA, tales como la comunicación y comportamiento en los niños.

El estudio ya superó la Fase 1 donde se evaluó la seguridad del uso de sangre de cordón umbilical en 25 niños con TEA. Algunas de las conclusiones iniciales fueron que los padres reportaron leves mejorías en las habilidades sociales, los médicos tratantes observaron la disminución de síntomas graves, hubo un aumento significativo en el vocabulario, mayor capacidad de atención y mejoras en el comportamiento.

“Si bien estos resultados son prometedores para el futuro de las terapias derivadas de la sangre del cordón umbilical en niños con TEA, es importante señalar las limitaciones de este estudio. Como investigación clínica abierta no controlada, no es posible determinar si los cambios de comportamiento observados se debieron al tratamiento o reflejan el curso natural del desarrollo de los niños. Por esto es importante y estamos atentos a los avances que pueda haber en el ensayo que están desarrollando actualmente en la Universidad de Duke, en Fase 2, que medirá la eficacia exploratoria”, explica Jose Parraguez.