Los niños son rápidos aprendices y unos entusiastas cuando de sociabilizar se trata, logrando desarrollar tempranamente habilidades para compartir, resolver conflictos y ser empáticos con sus pares. Incluso si no tienen hermanos, su capacidad emocional y social ya ha comenzado a desarrollarse.

Sin embargo, el confinamiento por pandemia ha dejado a todos los niños jugando y estudiando en casa, perdiendo muchas oportunidades de aprendizaje social.

Los expertos dicen que el desarrollo del cerebro comienza poco después de la concepción y que este continúa hasta la edad adulta, formándose por una compleja interacción entre la genética y lo que absorbemos de nuestro entorno. Además, existen episodios de nuestra vida que son críticos para el correcto desarrollo de nuestras relaciones sociales, específicamente en la adolescencia.

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No obstante, los procesos cognitivos sociales se inician desde el primer año de vida, cuando los pequeños comienzan a desarrollar la “teoría de la mente”, es decir, son capaces de comprender qué y cómo piensan los demás, algo que se extiende hasta los cinco años aproximadamente.

¿Cómo van creciendo los niños?

El juego es una parte importante del proceso de desarrollo, debido a que implica contacto físico, relaciones de amistad, potenciando a los niños para afrontar emociones y mantenerse mentalmente fuertes.

Si bien algunos expertos que han estudiado estos casos, no están seguros de las consecuencias exactas del confinamiento en los niños, aunque sí tienen casos de adultos que han sufrido diferentes trastornos debido a la reducción de las interacciones sociales, según consignó BBC Mundo.

Un estudio reciente mostró que esta reducción social, incrementó los niveles de pensamientos negativos y quienes estaban socialmente menos conectados, tuvieron tendencias a sufrir aún más por sus reducidas actividades sociales.

La UNESCO, por su parte, estima que aproximadamente 1.38 billones de niños permanecen sin escolarización presencial debido al cierre de los centros educativos y guarderías por la emergencia sanitaria del coronavirus.

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Según informes de la revista especializada de Psiquiatría infanto-juvenil, el cierre de estos centros y el confinamiento prolongado suponen cambios importantes en las rutinas y hábitos de vida en niños y adolescentes, que, unidos al estrés de vivir una pandemia, influye negativamente en la salud mental.

También se ha demostrado que si los niños no pueden tener juegos creativos con otros niños, es probable que se vean afectados al momento de empatizar, comprometer y manejar sus emociones, además de una leve alteración en el desarrollo del lenguaje y la comunicación social.

Formas de evitar impactos mayores

Para los más pequeños, las clases por zoom o reuniones con amigos por el mismo medio no es suficiente. Algunos niños que son tímidos o ansiosos y por sobre todo quienes tienen trastornos de desarrollo neurológico como el espectro autista (TEA), pueden verse aún más afectados por el encierro.

En el caso de los niños en el espectro autista, es importante el acompañamiento psicológico para afrontar de mejor manera lo que ocurre en su entorno. En el caso de nuestro país, existe un permiso para circular en zonas de cuarentena especialmente para personas con autismo, las que deben salir acompañadas de su cuidador.

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Además, la revista de Psiquiatría infanto-juvenil, enfatiza en las recomendaciones para evitar impactos graves en los menores, sobre todo las adaptaciones que deben existir en el entorno familiar, como comenzar a comunicarse de manera positiva, educar sobre los hábitos de salud y que los padres también tengan asistencia para desarrollar mejores herramientas con sus hijos.

Si bien estar encerrados puede significar algo negativo, el confinamiento también es una oportunidad para estrechar la convivencia con los hijos y construir relaciones saludables con ellos.

El empleo del humor, la implicación de padres e hijos de manera conjunta en actividades domésticas y lúdicas, y la innovación dentro de las rutinas estructuradas puede fortalecer los vínculos familiares y facilitar el disfrute del tiempo compartido.