Como académico dedicado a la enseñanza de la anatomía en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, me permito reflexionar sobre el reciente caso de las 30 piernas que, desde septiembre de 2024, permanecen retenidas en el Aeropuerto Internacional Arturo Merino Benítez de Santiago debido a un conflicto administrativo entre el Ministerio de Salud y una empresa proveedora.
Este episodio, que ha culminado recientemente con un fallo de la Corte Suprema el 9 de octubre de 2025 prohibiendo su ingreso, pone de relieve los desafíos que enfrenta la educación médica en Chile, particularmente en el ámbito de la anatomía y el entrenamiento quirúrgico, y abre un espacio para discutir cuestiones normativas, logísticas y éticas asociadas al uso de material cadavérico en la formación de profesionales de la salud.
La situación de los cadáveres en las universidades chilenas
En las facultades de medicina o de ciencias de la salud en Chile, la enseñanza de la anatomía depende en gran medida de cuerpos donados, ya que constituyen una herramienta insustituible para la formación práctica de los estudiantes.
Sin embargo, la disponibilidad de estos cuerpos es limitada. Las universidades, en general, enfrentan una constante escasez de material cadavérico, lo que lleva a explorar alternativas como la importación de especímenes anatómicos o el uso de modelos plásticos.
Aunque los avances tecnológicos han permitido el desarrollo de simuladores y herramientas digitales, estos no logran replicar con plenitud la variabilidad anatómica y la experiencia táctil que ofrece el estudio con cuerpos reales, esenciales para preparar a los estudiantes para la práctica clínica.
El caso de las piernas varadas en el aeropuerto responde precisamente a esta necesidad de complementar los recursos disponibles para la docencia. Los miembros inferiores, importados desde Estados Unidos para fines educativos, representan un intento por paliar la escasez de material anatómico en el país. Sin embargo, su retención prolongada —y ahora el rechazo judicial— evidencia las complejidades logísticas y regulatorias que rodean este proceso, destacando la urgencia de una mayor coordinación interinstitucional.
El marco del Código Sanitario chileno
El Código Sanitario de Chile establece un marco normativo claro para la donación y el uso de cuerpos humanos con fines científicos y educativos. Según el artículo 146, toda persona capaz puede disponer de su cuerpo o de partes de él para investigación, docencia o estudio anatómico, siempre que se respete su voluntad expresa.
Este principio refleja un compromiso con la autonomía y el consentimiento informado, pilares fundamentales de la bioética; y, junto con las normas sanitarias vigentes —como el Decreto 725 y resoluciones exentas del Ministerio de Salud—, regulan las condiciones de destino, traslado e importación de restos o piezas anatómicas humanas, exigiendo la acreditación de su origen lícito y el cumplimiento de los estándares sanitarios.
La situación de las piernas retenidas en el aeropuerto sugiere que los procedimientos administrativos y de control podrían beneficiarse de una mayor coordinación interinstitucional, garantizando que los materiales destinados a la docencia lleguen oportunamente a las universidades sin menoscabar los estándares éticos ni sanitarios establecidos. El reciente fallo de la Corte Suprema refuerza la necesidad de protocolos más estrictos, equilibrando la rigurosidad normativa con las demandas académicas.
Los desafíos de enseñar anatomía con cuerpos reales
La enseñanza de la anatomía y el entrenamiento quirúrgico con cuerpos reales enfrenta obstáculos en Chile, tanto por la escasez de donaciones como por barreras culturales y sociales profundamente arraigadas.
Las prácticas funerarias tradicionales, influenciadas por creencias religiosas y el apego a ritos como el entierro, junto con el desconocimiento sobre los programas de donación de cuerpos, limitan significativamente la disposición de las personas a donar.
Según expertos, la donación de cuerpos para fines científicos es menos aceptada que la donación de órganos, debido a percepciones sobre la integridad corporal post-mortem.
A pesar de estos desafíos, iniciativas como los programas de donación de cuerpos de la Universidad de Chile, Pontificia Universidad Católica y Universidad de La Frontera, entre otras, han logrado avances notables en la sensibilización de la población.
Estos programas, que operan sin costo para los donantes, garantizan estrictos estándares de confidencialidad y respeto ético, promoviendo una cultura de donación más robusta. Por ejemplo, la UC reportó un incremento significativo en donaciones, alcanzando 31 en 2022 gracias a campañas educativas que destacan el impacto de estas donaciones en la formación médica. En la Universidad de Chile, esfuerzos similares han fortalecido la conciencia pública, aunque la escasez persiste, reflejando la necesidad de una mayor coordinación y difusión a nivel nacional.
La ética en la educación con cadáveres
El uso de cuerpos humanos en la enseñanza de la anatomía y en el entrenamiento quirúrgico plantea profundas consideraciones éticas. Cada cadáver representa no solo un recurso educativo, sino también el legado de una persona que, mediante un acto de generosidad y altruismo, ha contribuido al avance del conocimiento y la formación de futuros profesionales.
En los pabellones de anatomía, los docentes tenemos la responsabilidad de garantizar que cada procedimiento se realice con el máximo respeto, desde el manejo cuidadoso de los restos hasta la incorporación de ceremonias que reconozcan la humanidad del donante.
Este enfoque fomenta en los estudiantes no solo un dominio técnico, sino también una sensibilidad ética que será fundamental en su práctica profesional.
La retención de los miembros inferiores en el aeropuerto no solo obstaculiza la labor educativa, sino que también plantea preguntas sobre cómo equilibrar las exigencias normativas con las necesidades académicas, sin comprometer los principios éticos. Una solución podría implicar la creación de protocolos internacionales estandarizados para la importación de material anatómico, complementados por un fortalecimiento de los programas nacionales de donación.
El caso de las 30 piernas varadas en el aeropuerto de Santiago invita a una reflexión colectiva sobre el futuro de la enseñanza de la anatomía en Chile. La escasez de material cadavérico, las complejidades normativas y la necesidad de promover una cultura de donación requieren un esfuerzo conjunto entre universidades, autoridades sanitarias y la sociedad.
Como académicos, abogamos por un sistema que facilite el acceso ético y eficiente a recursos anatómicos, asegurando que la formación de los futuros profesionales de la salud no se vea comprometida. Al mismo tiempo, renovamos nuestro compromiso con una enseñanza que honre la dignidad de quienes, a través de su donación, hacen posible nuestro trabajo. Este episodio, lejos de ser un mero inconveniente logístico, es una oportunidad para fortalecer el diálogo sobre la educación biomédica y su impacto en la salud de nuestra sociedad.
Paulo Salinas, PhD
Instituto de Biología
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso