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La salud sin salud

Por Tu Voz

04 octubre 2025 | 08:40

Chile vive una crisis hospitalaria que ya no admite eufemismos. El déficit presupuestario no es una variable técnica: es una dimensión política y humana que convierte “salud” en una palabra hueca.

En 2025, el presupuesto del Ministerio de Salud fue aprobado en unos 16 billones, pero esa cifra por sí sola no resuelve el desastre que existe en terreno. Los hospitales públicos operan con una estructura de costos que crece aceleradamente: insumos importados, tecnología, personal especializado, mantenimiento, servicios tercerizados. Y el presupuesto oficial, calculado sobre variables históricas, no respeta esas dinámicas.

De acuerdo a Libertad y Desarrollo, el año pasado el 43% de los hospitales ejecutó más del 80% de su presupuesto antes de agosto. Este año, en tanto, como comentó en su momento la Asociación de Proveedores de la Industria de Salud, los hospitales partieron endeudados con US$ 50 millones a proveedores y, al mes de mayo, el gasto en bienes y servicios -rubro clave para insumos médicos, limpieza, lavandería y pagos a sociedades médicas- ya superaba el 37% del presupuesto anual del Minsal. A la fecha, ya han quebrado proveedores de salud por no pagos del Estado.

Esa progresión vertical de costos frente a un techo rígido obliga a los recintos a retrasar pagos, recortar compras críticas o suspender servicios.

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Aquí aparece el efecto dominó: el hospital que retrasa al proveedor de insumos, ese que depende de márgenes mínimos y liquidez ajustada, puede terminar quebrando líneas de negocio. Los laboratorios, proveedores de dispositivos, empresas de traslado clínico, servicios tercerizados (limpieza, alimentación, lavandería) no pueden sostener geografías impagas.

Ellos, a su vez, repercuten sobre clínicas privadas, farmacias, redes logísticas que operan con el hospital público como cliente mayoritario. Lo que era unilateral, se convierte en cadena de fragilidad. Otro ejemplo: en octubre de 2024, el Colegio Médico informaba que 39 hospitales acumulaban deudas de más de $1.000 millones.

Todo ello deriva en listas de espera que se expanden sin control, cancelación de turnos quirúrgicos y procedimientos programados, sobrecarga de urgencias, desmoralización del personal sanitario y riesgo sistémico para las redes privadas y proveedores que dependen de pagos en tiempo para sobrevivir.

Más allá del aumento de presupuesto para la salud anunciado por el presidente Boric para 2026, se debe tener presente que no basta con disponer recursos crecientes; es indispensable reformular cómo se financia la atención hospitalaria.

Debe existir una correspondencia real entre producción de servicios y asignación de fondos, mecanismos que penalicen la morosidad presupuestaria y estimulen la eficiencia. Los hospitales deben tener flexibilidad gerencial para ajustar compras, redistribuir partidas y responder al entorno cambiante.

La “salud sin salud” es una contradicción impuesta por un presupuesto insuficiente que ignora la crisis inflacionaria, tecnológica y humana del sector. El país merece hospitales que funcionen, no que sobrevivan; que la salud que sea más que una promesa de campaña.

Yanko Herrera
CEO de Myra Salud