A más de 2.200 organizaciones sociales de la región del Bío Bío se les volvió a postergar la evaluación y pago de sus proyectos, mientras el Gobierno Regional cumplió en tiempo y forma con el Mundial de Rally.
La crítica a la administración de Rodrigo Díaz en 2024 y la actual de Sergio Giacaman en 2025 apunta a una misma falta: la ausencia de prioridades claras hacia la comunidad.
El Rally como prioridad, las Organizaciones Sociales en el olvido
Durante 2024, bajo la gestión de Rodrigo Díaz, el Gobierno Regional del Bío Bío debía llevar adelante la evaluación y pago del concurso de subvenciones. Sin embargo, ese proceso quedó relegado al trasfondo institucional, mientras se cumplían con celeridad los compromisos financieros del Rally.
Así, los proyectos comunitarios, que buscaban mejorar la calidad de vida de miles de vecinos a través de iniciativas sociales, culturales, deportivas y de seguridad, fueron desplazados por un evento internacional que, si bien otorga visibilidad mediática a la región, no sustituye el impacto cotidiano que generan las organizaciones locales.
En febrero de 2025, con la llegada de Sergio Giacaman al cargo de gobernador, surgió la esperanza de un cambio. El propio gobernador anunció públicamente el compromiso de pagar los proyectos pendientes del 2023 y de evaluar las iniciativas de 2024.
El Consejo Regional también asumió un rol activo, comprometiéndose a que en los meses de julio y agosto estarían listos los convenios y los respectivos pagos. Pero esas promesas se esfumaron en el calendario y, ya en septiembre, la historia volvió a repetirse: el Rally se realizó sin contratiempos, mientras las más de 2.200 organizaciones sociales siguen esperando respuestas.
Compromisos incumplidos y pérdida de credibilidad institucional
El problema no radica únicamente en la postergación administrativa, sino en el impacto político y social que esto conlleva. Las organizaciones que apostaron por el concurso de subvenciones de 2024 quedaron atrapadas en un limbo institucional, sin evaluación, sin financiamiento y sin certezas para ejecutar proyectos que tenían como destinatarios a las comunidades más necesitadas.
La contradicción es evidente: mientras se lanza con bombos y platillos el concurso de subvenciones 2025, los proyectos del 2024 ni siquiera han recibido una evaluación mínima.
La ciudadanía percibe en este proceder una falta de coherencia y de transparencia en la gestión del Gobierno Regional. Lo que se prometió como un cambio en las prioridades, pasar del espectáculo a lo social, de lo mediático a lo comunitario, terminó siendo un segundo capítulo de la misma novela.
Hoy, el Bío Bío se encuentra ante un dilema grave: una administración regional que corre con eficacia para organizar un mundial de Rally, pero que tropieza reiteradamente al momento de cumplir con las obligaciones más elementales hacia sus organizaciones sociales.
Claudio Santelices M.
Un ciudadano decepcionado.