CONTEXTO | Agencia UNO

Un llamado a corregir tendencias

Por Tu Voz

27 agosto 2025 | 16:51

El debate presidencial preocupa. Atrapado en polémicas polarizantes, omite desafíos estructurales y no logra revelar con claridad la hoja de ruta propuesta. En vísperas de las elecciones, lo invito a revisar ejemplos de políticas y tendencias problemáticas, para luego preguntarse y conversar si lo planteado basta para enfrentar los retos del pasado y del futuro.

En el plano educativo, a diez años de la Reforma Educacional, sus resultados no convencen: la segregación socioeconómica no se redujo con el Sistema de Admisión Escolar (SAE), que limita la relación entre postulantes y colegios. Tampoco se observa una caída en la segregación tras el fin del copago. Y la percepción de la calidad de la educación pública cayó 15 puntos entre 2016 y 2024.

La crisis educativa no se agota ahí. Hoy, uno de cada cinco escolares tiene competencias adecuadas en lectoescritura y matemáticas; en sectores vulnerables la cifra baja a uno de cada veinte. Entre los trabajadores con educación superior la sorpresa continúa: sus habilidades promedio no superan las de un egresado de secundaria de la OCDE.

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En capacitación laboral, imprescindible para sostener la competitividad, el desarrollo y las oportunidades, se alcanza apenas el 0,1% del PIB en inversión, con menos del 14% de los ocupados accediendo a ella. Las consecuencias son evidentes: Chile ocupa el puesto 33 de 38 países en productividad (OCDE). Con esas cifras enfrentamos un mundo ad portas de una rampante transformación productiva (IA).

La economía chilena enfrenta, además, una desaceleración estructural. El crecimiento tendencial ha caído sostenidamente la última década y media, con una agudización posiblemente contextual, los últimos años. Este descenso, parece ser resultado de una caída de la capacidad productiva, la inversión (considerando desde 2014 a la fecha) y un mercado laboral que no genera mejoras en cantidad, calidad ni participación.

A lo anterior se suma una política disfuncional, fragmentada e incapaz de alcanzar acuerdos, con reformas mal ejecutadas y una coordinación público-privada limitada y erosionada en confianzas ¿El resultado? Una pérdida del dinamismo económico que redujo a la mitad la capacidad de crecer y, con ello, de mejorar las condiciones de vida.

Chile está invirtiendo poco en Chile, y no es un slogan. Según la Comisión de Productividad de la CPC, se destina un 2,5% del PIB a infraestructura, dos puntos por debajo de lo requerido para sostener un crecimiento adecuado. El Consejo de Políticas de Infraestructura (CPI) estima que un aumento de la inversión pública podría sacar a 300 mil personas de la pobreza y la indigencia.

Sin embargo, no perdamos de vista un dato central: aproximadamente el 10% de la inversión total la efectúa el Estado. El 90% restante depende de decisiones del sector privado, siendo necesariamente complementarios.

Ahora bien, gasto no es inversión. Según datos de la DIPRES, la deuda pública alcanzó un 42,3% del PIB para 2024 (el límite de deuda se establece en un 45%) y sólo a intereses se destinaron US$ 3.778 millones, equivalente a pasar de $730.880 a $918.276 en el gasto anual en salud por chileno. Preocupante.

La contratación pública expone una contradicción: mientras el gasto en personal aumentó un 28% la última década, tendencia contraria al crecimiento país, sus resultados (salud, educación y seguridad) siguen sin responder adecuadamente a las necesidades ciudadanas. Contratar más, no se está traduciendo necesariamente en mejores servicios.

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Adicionalmente, esta expansión ha ido en proporción inversa a las plazas activas del sector privado, mismo que financia, en gran medida, al Estado a través de sus impuestos. Paradojal.

¿Y qué sucede con la generación de empleo en términos generales? Se estancó. Y la tendencia ha ido a la baja desde 2012. Se pueden discutir las causas: costos de contratación, dificultades regulativas, vicisitudes económicas varias. Lo central es plantear decididamente, que Chile no está generando nuevos empleos.

Urge modernizar el Estado e impulsar la creación de plazas privadas sostenibles, dinamizar la inversión, recordando por ejemplo que las PYMES, que concentran más de un 60% de los empleos formales, enfrentan una mortalidad cercana al 40% en un plazo no superior a los tres años.

Finalmente, tengamos presente que Chile, como cualquier país conectado al mundo, es afectado por los ciclos globales, tendencias económicas y geopolíticas que hoy en día están lejos de la estabilidad, escenario que reduce los márgenes de la política interna y que fuerzan a la mesura y la visión de mediano y largo plazo.

Necesitamos de una mirada país, dejar la polarización desbocada y adoptar la ahora extraña noción de una estrategia de consenso ante desafíos diagnosticados, con liderazgos capaces de enfrentar los inestables tiempos que lenta, pero sostenidamente, nos han ido hipotecando, y para eso, la lógica de la bala de plata no basta.

René Cavero Herrera
Sociólogo
Magíster en Diseño de Entornos Sostenibles