En 1982, al principio de mi carrera, me convertí en entusiasta y aprendiz de la electricidad cuando tenía solo 16 años. En ese entonces se hablaba mucho de la lluvia ácida y la capa de ozono, mientras que los términos "calentamiento global" y "cambio climático" apenas empezaban a tener algún protagonismo en la esfera pública. La primera conferencia sobre cambio climático de la COP (Berlín, 1995) aún estaba a varios años de distancia.

En cuatro décadas, pasé de ser un estudiante a obtener la posición más importante en una organización global líder en gestión de energía y automatización.

Los años tampoco transcurrieron en vano para el planeta, cuyos indicios de un calentamiento global incipiente se transformaron en una verdadera crisis climática. Las sucesivas COPs (la número 28 iniciada recientemente) han sido el escenario para plantear objetivos de descarbonización e iniciativas políticas en todo el mundo.

Pero lo cierto es que los gobiernos no pueden hacerlo todo. Es por esto que, a pesar de las situaciones geopolíticas, económicas y la crisis del sector energético, las empresas están asumiendo compromisos significativos a favor de la sostenibilidad y la descarbonización para formar parte de la acción y alcanzar las emisiones netas de forma más rápida.

Hasta el momento, cerca de 3.900 organizaciones de todo el mundo han establecido objetivos de reducción de emisiones validados por la Iniciativa de Objetivos Basados en la Ciencia (SBTi).

Según el Rastreador de Cero Neto, 929 de las 2.000 empresas más grandes que cotizan en bolsa tenían compromisos de cero emisiones netas para mediados de 2023. Un indicador que representa más del doble del número registrado dos años antes.

A pesar de ello, muchas de ellas aún no han fijado metas de descarbonización ni han implementado tantas acciones como podrían. Pero ¿por qué sucede esto? Coincido en que el retraso se debe en parte a una conciencia insuficiente respecto a las soluciones disponibles y sus beneficios.

La primera idea errónea es asumir que la descarbonización implica aumentar la implementación y el desarrollo de sistemas fotovoltaicos, eólicos y mareomotrices. Tan importante como proporcionar más energía limpia y renovable es abordar la demanda y optimizar la forma en que consumimos la energía.

Aunque la eficiencia energética está empezando a recibir más atención, a menudo se pasa por alto y se subestima su rol en el camino hacia emisiones cero netas. Una situación que se da a pesar de existir soluciones que permiten alcanzar indicadores positivos gracias a este modelo.

La segunda idea equivocada es que estas tecnologías no son particularmente efectivas y que ofrecen un bajo retorno de inversión. La buena noticia es que tanto la efectividad como los indicadores de rentabilidad son más altos de lo que se pensaba. Las cifras lo corroboran.

De acuerdo con una investigación adelantada por nuestra organización en alianza con la firma de diseño WSP, la instalación de soluciones digitales de gestión de energía en edificios y oficinas, podría reducir las emisiones de carbono hasta en un 42%, con un período de recuperación de menos de tres años.

Además, sustituir las tecnologías de calefacción alimentadas por combustibles fósiles por alternativas eléctricas y la instalación de una microrred con fuentes locales de energía renovable, puede lograr una reducción adicional del 28% en las emisiones de carbono operativas.

Sí, la acción política desempeña un papel fundamental al establecer marcos e incentivar medidas concretas para tal fin. Pero en lugar de esperar a que el entorno político mejore, el sector empresarial puede y debe hacer más, actuando rápido y ahora.

Es momento de reconocer la acción holística, cooperativa y multifacética en sostenibilidad empresarial no solo como un imperativo impuesto por los reguladores, sino como una oportunidad de negocio que además aporta a la creación de empleo.

Reciba esta experiencia de una persona que fue un aprendiz, luego ingeniero de software y por último CEO de una empresa. Hoy en día contamos con numerosas tecnologías, como la electrificación, la digitalización, la automatización, entre otras.

Existen argumentos morales y comerciales para implementarlas a una escala y velocidad mucho mayor. Y el costo de no actuar sería, en última instancia, mucho más alto que el de tomar medidas.

Peter Herweck
CEO de Schneider Electric

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