La gira de la ministra vocera de Gobierno y sus opiniones sobre el resultado electoral del plebiscito del 4 de septiembre son extremadamente graves porque son en sí una negación, en tiempo presente, y desconocimiento de un legítimo resultado en las urnas.

Las palabras de la ministra vocera en gira internacional –cuestión extraña en si misma– no solo impresionan, sino que preocupan mucho, por la liviandad con que descalifica al desconocer el resultado de un evento electoral con participación inédita en nuestra historia, con franjas publicitarias apegadas absolutamente a la ley y en la cual el único punto negro del proceso fue la intervención del ejecutivo lindante en la ilegalidad.

El proceso y su resultado, para recordárselo al gobierno, según Wikipedia fue: “Con más de trece millones de votantes, correspondientes al 85.86 % del padrón, marcó el hito de ser el proceso electoral con mayor participación en la historia de Chile.​ Más de 7,8 millones de votos, equivalentes al 61.89 % de aquellos válidamente emitidos, rechazaron la propuesta constitucional.”​
 
No es posible ni aceptable entonces que el gobierno, con los dichos de la ministra en foros internacionales, pretenda desconocer un resultado tan contundente y adjudicarlo a mentiras y a fake news. No es correcto que la vocera desconozca lo que el mismo jefe de Estado reconoció esa noche del 4 de septiembre como un resultado claro e inobjetable.

“Hay que escuchar la voz del pueblo” y “Hoy ha hablado el pueblo de Chile y lo ha hecho de manera fuerte y clara” fueron las frases del presidente Boric en su intervención esa noche. Por eso, hoy se hace más que necesario que la vocera rectifique sus dichos ante los foros internacionales y ante personalidades a los cuales les tergiversa la verdad sobre el plebiscito. Solo un gesto de esta índole permitirá restituir al país el respeto que le reconocen en el ámbito internacional y la credibilidad que como país nos hemos ganado en el curso de la historia.

De no hacerlo, los chilenos que fuimos parte del Rechazo y los demócratas que votaron por el Apruebo deben tener muy en mente, que Hugo Chávez perdió el plebiscito del año 2007, pero desconociendo ese resultado llama a otro el año 2009 que le permite la perpetuación en el poder para él o para su sucesor. Y en Bolivia la reelección de Evo Morales y García Linera, que fue también rechazada en un plebiscito fue transgredido mañosamente e igual lograron hacerse del poder nuevamente; no vaya a ser que algunas actuales autoridades chilenas vean eso como un camino propicio para saltarse lo que denominan “traspié democrático” que fue la derrota que les infringió el pueblo chileno el 4 de septiembre.

El mayor problema que tiene este gobierno es justamente la credibilidad, y esto es porque todos estos años difundieron noticias o hicieron aseveraciones falsas como: “Hoy estuvimos en territorio liberado de Temucuicui”, “Carabineros torturadores como los peores tiempos de la dictadura”, “Pacos dispuestos a golpear, denigrar, humillar”, “Carabineros infiltrados”, “policía política que tortura”, “Carabineros sigue atacando y matando ciudadanos indiscriminadamente”, o “INDH denuncia torturas, si, torturas en la Estación Baquedano…”, y podría seguir, pero basta este botoncito además “Maldigo la solitaria estrella de la bandera” que escribió el actual presidente el año 2016, teniendo ya 30 años, en que estaba grandecito ya.

Lo que hace Camila Vallejos es una afrenta al pueblo de Chile, a su democracia, a su historia. Nos falta el respeto la vocera a los chilenos y cómo no ser así si tanto ella como sus compañeros de generación política desprecian nuestra historia. Para estos políticos de la generación Millenial, cosmopolitas (les dicen) y dueños de la verdad a como dé lugar, en que sus referentes están en cualquier parte, menos en Chile; la Cuba actual, la Venezuela destruida, la Nicaragua corroída por la corrupción, la Corea del Norte dominada por la autocracia de los Kim y bueno por qué no New York o el Berlín intelectual ‘progre’ o una que otra democracia desarrollada con resabios provenientes del estado de bienestar de ex potencias coloniales.

Qué lástima su desprecio por Chile, por su historia por sus símbolos, por sus instituciones y por su gente.

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