A pesar de su nombre, el “quiet quitting” o renuncia silenciosa -un concepto que empezó a cobrar fuerza y copar los debates en los últimos meses- técnicamente no implica renunciar a nada: significa hacer tu trabajo casi sin gastar energía, sin pensar en esa milla extra para destacarte o esforzarte un poco más; sin ganas. La peor pesadilla para cualquier líder diría.

Este fenómeno no es menor: una encuesta de Gallup encontró que el 18% de los colaboradores en Estados Unidos está “activamente desconectado del trabajo”. Más del 50% simplemente “no están comprometidos”, y estos son los que se rinden al silencio. Encabezan esta tendencia los trabajadores remotos e híbridos menores de 35 años.

Esta problemática convive además con otras consecuencias de la pandemia que también ponen a las organizaciones de frente al desafío de conocer y entender mucho mejor a su gente. Hoy un sueldo fijo ya no es suficiente y las personas quieren trabajar para organizaciones que promuevan activamente el equilibrio entre el trabajo y la vida personal, que brinden oportunidades de crecimiento profesional y las hagan sentir comprometidas y escuchadas.

Frente a este contexto, ¿qué podemos hacer como líderes para atacar esta indiferencia? La hiperpersonalización está a la orden del día, y creo que también aplica en este campo.

Gallup afirma también que hasta el 70% del compromiso de una persona en el trabajo se ve determinado por su gerente. Por eso, creo que una acción clave pasa por apoyar esta relación, asegurando que jefes y jefas tengan mayor visibilidad y las herramientas adecuadas para comprender las necesidades de sus equipos y respaldar su éxito.

Aquí es donde entra la tecnología como una gran aliada. Y esa es nuestra misión con las aplicaciones de recursos humanos en la nube: empoderar a los líderes para elevar la experiencia de los colaboradores. Estas soluciones conectan el recorrido corporativo total de la persona, desde el proceso de contratación hasta incluso la jubilación, apoyándose en inteligencia artificial para analizar datos y brindar recomendaciones personalizadas.

Las últimas actualizaciones brindan la capacidad de identificar y cerrar rápidamente brechas de habilidades, evaluar equitativamente el desempeño del equipo y apoyar las necesidades individuales de cada colaborador, entre otras funcionalidades.

Es claro que nada puede reemplazar la interacción humana, pero hoy sin dudas es posible apoyarnos en la tecnología para encontrar las mejores estrategias para ayudar a nuestros equipos a recuperar su motivación. Al fin y al cabo, lo que no se mide difícilmente se pueda gestionar.

La indiferencia es el peor enemigo con el que podemos enfrentarnos por eso pienso que es clave empezar a ocuparnos hoy mismo de combatirla, aprovechando hasta el último recurso disponible. Para que todos y todas podamos levantarnos felices cada día, con las mismas ganas de comernos al mundo que el primer día.

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